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Cinco lecciones de la pandemia

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Test de coronavirus en Wuhan. Foto: AFP.

ANÁLISIS

"Las decisiones de un país afectan a los demás", destacó Maya Takagi, Oficial de Políticas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

La salud nunca ha sido tan valorada como hoy. Solemos decir que la salud está primero, pero nunca le dimos la atención necesaria. Esto cambió: ahora es nuestra preocupación número uno. Pero la salud, sea individual o sistémica, no llega de un momento para el otro: es el resultado de una serie de factores, que incluyen la genética, los hábitos y medios de vida, los ingresos, la sanidad, la alimentación, y el acceso y calidad del sistema de salud del país en que vivimos. Esto último depende, fundamentalmente, de cómo el sistema fue diseñado y las inversiones que se hayan hecho en las últimas décadas.

Esta es la primera lección que nos deja el COVID-19.

El Estado, el actuar del poder público, está siendo constantemente evaluado por la opinión pública. La efectividad y velocidad con que saldremos de esta crisis depende más que nunca de las respuestas de nuestros gobernantes. Esa es la segunda lección.

La tercera es que las decisiones de un país afectan a los demás. Las medidas con que los gobiernos están intentando detener el avance del virus pueden afectar a su población de muchas maneras, pero también afectan las tasas de cambio entre las monedas, el comercio internacional, los precios de los combustibles y de los bienes en general, el acceso a los alimentos, y la oferta de equipamientos esenciales para la salud.

Por ende, la cuarta lección -tal vez la más importante-, es que no podemos enfrentar esto si no es trabajando juntos. La colaboración entre países jamás ha sido tan crucial como lo es ahora. Esta colaboración se da en múltiples aspectos: uno de ellos es el intercambio de experiencias y respuestas, y en ello los organismos internacionales tienen un rol muy importante.

Desde el inicio de la crisis, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura rápidamente elaboró un estudio sobre los impactos del COVID-19 en la agricultura y alimentación, además de una serie de notas de orientación sobre la repercusión de la pandemia sobre muchas otras temáticas más.

La FAO, en colaboración con varias otras agencias, también ha ayudado a que los países de las Américas coordinen sus medidas para proteger los sistemas alimentarios, garantizar la oferta de alimentos y la capacidad de compra de las personas. Para ello es clave la cooperación entre países, ya que requiere medidas comunes para garantizar el comercio, medidas sanitarias alineadas y coordinadas para el flujo de mercancías, y el apoyo en conocimientos y tecnologías.

Una quinta lección es que enfrentar esta crisis también requerirá financiamiento externo. Los países en desarrollo cuentan con escaza capacidad fiscal. Solamente cuatro países de América Latina y el Caribe tienen bajos niveles de deuda, de alrededor del 25% del PIB: Chile, Guatemala, Paraguay y Perú. Los demás están en niveles intermedios o muy altos. Esto les dificulta acceder a flujos financieros esenciales para construir las respuestas necesarias. Los bancos de desarrollo y el FMI tienen un rol extraordinario en este momento en garantizar mecanismos ágiles y aptos para brindar apoyo a los países con baja capacidad de endeudamiento.

A esta altura, ya sabemos que no hay solución mágica. Ningún país saldrá ileso de esta crisis. Mientras aguardamos por una vacuna que puede tardar meses o años, las lecciones que ya hemos aprendido pueden ayudarnos a salir de la mejor manera posible. O, si es posible, mejor de cuando entramos en ella.

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