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China le declara la guerra a los aretes, tatuajes y escotes

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El régimen chino busca combatir "la erosión provocada por la cultura indecente". Foto: Archivo

LAS POLÍTICAS DEL PARTIDO COMUNISTA CHINO

Los censores del Partido Comunista difuminan en la TV los aretes de los hombres o peinados “femeninos”.

China está librando una guerra en contra de la diversidad. El objetivo más reciente: los aretes en los hombres. En los últimos meses, los censores chinos han difuminado los lóbulos de las orejas de algunos artistas en sus presentaciones en televisión e internet, por temor a que sus perforaciones y su joyería pongan un ejemplo demasiado femenino para los jóvenes del país. La prohibición provocó gestos de fastidio e incluso algunas bromas, pero ilustró la tenebrosa interferencia del Partido Comunista hasta en los detalles más triviales de la vida en China.

Los aretes de los hombres no son el único artículo objetable que los censores chinos están difuminando, cubriendo o recortando. Los jugadores de fútbol llevan manga larga para cubrir sus tatuajes. Las mujeres deben cubrir sus escotes. Los raperos solo pueden rapear acerca de la paz y la armonía.

Esta esterilización encoleriza a Rae Fan, una universitaria de 22 años en la región sureña de Guangxi. “El propósito de este tipo de control es garantizar que todo el mundo comparta los valores dominantes”, afirmó Fan. “Será más fácil controlarnos”.

El esfuerzo del Partido Comunista de inculcar lo que llama “valores socialistas principales” (patriotismo, armonía y civilidad, entre otros) se está intensificando. Cada vez con más frecuencia se suprime el contenido que fomenta la devoción por el dinero o el individualismo. El tipo de material que apenas hace unos años era aceptable ya no lo es.

“Para cultivar una nueva generación que asuma la responsabilidad de la renovación nacional, necesitamos combatir la erosión provocada por la cultura indecente”, escribió la agencia de noticias oficial Xinhua News en 2018 al criticar a quienes incitaban a afeminar a los ídolos juveniles masculinos.

Al igual que el internet en todo el mundo, la comunidad china en línea puede intercambiar contenido vulgar y provocador. El carácter estricto de China podría agradar a algunos estadounidenses frustrados por los contenidos que permiten Facebook, Twitter o YouTube.

No obstante, China lleva esta actitud a tal extremo que se arriesga a infantilizar la cultura del país. Como carece de sistemas de clasificación de contenido, todo debe ser apto para niños de 12 años.

Las escenas de sexo en Juegos de Tronos se eliminaron, lo cual provocó que las tramas que con frecuencia se explican mediante la “sexposición” fueran totalmente incomprensibles. La industria cinematográfica china le colocó un vestido negro al cuerpo desnudo de Sally Hawkins en La forma del agua. Editó las escenas más brutales de la batalla culminante entre Leonardo DiCaprio y Tom Hardy en El renacido, así como la breve desnudez y el contenido homosexual que aparecen en Green Book: Una amistad sin fronteras.

La censura no es una novedad. Durante un tiempo, la facción conservadora del Partido Comunista llevó a cabo una campaña en contra de la contaminación espiritual. No fue sino hasta 1980 que se vio por primera vez un beso en el cine en la China contemporánea.

Hace dos años, las emisoras de televisión e internet comenzaron a difuminar los tatuajes. Un programa de detectives cubrió la sangre y los cadáveres con efectos borrosos. El año pasado, las colitas de caballo en los hombres se sometieron a la misma acción de difuminado. En el internet chino hay tanto difuminado que ya existe un término para ello: exceso de mosaicos.

La industria del entretenimiento no tiene más remedio que seguir la corriente. El año pasado, los reguladores cerraron cerca de seis mil sitios web y más de dos millones de cuentas en línea y grupos de redes sociales.

Este retroceso en la libertad de expresión en los ámbitos del entretenimiento y la cultura es alarmante para la mayoría de los chinos de generaciones anteriores. Liang Wendao, un escritor en Hong Kong, escribió que jamás imaginó que los chinos de la era contemporánea siguieran enfrentando las brechas en el arte y la cultura que combatieron décadas atrás. “Cuando nos enfrentamos a todo esto”, escribió, “solo podemos suspirar desesperanzados”.

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