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En Chile avanza el proyecto de ley que reduce la jornada laboral

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Trabajadores en una fábrica. Foto: Reuters

PROPUESTA

La propuesta lleva de 45 a 40 horas semanales; el gobierno evalúa vetarla

Chile, un país referente en la región por su manejo de la economía, discute rebajar de 45 a 40 horas la semana laboral. La propuesta, impulsada por la diputada comunista Camila Vallejo, tiene un fuerte apoyo popular.

“La jornada laboral de un máximo de 45 horas no permite a los trabajadores desarrollar una vida familiar o disponer de tiempo libre para educarse o entretenerse”, plantea el proyecto de Vallejo, que saltó a la fama en 2011 como líder estudiantil y que cumple su segundo periodo como diputada.

La iniciativa acaba de ser aprobada en la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados y se espera que en octubre llegue al plenario, donde el gobierno de Sebastián Piñera no cuenta con mayoría.

La propuesta tiene un altísimo respaldo ciudadano (70%), según sondeos recientes.

“De los países de la OCDE, Chile es uno de los seis donde se trabaja más horas. Disminuir la jornada laboral es un elemento fundamental para mejorar la calidad de vida”, opina la también diputada comunista Karol Cariola, promotora del proyecto junto a Vallejo.

Los opositores al proyecto cuestionan el momento en que se da este debate. Chile tiene la segunda peor productividad laboral entre los países de la OCDE, por detrás de México, y su mercado laboral está en plena transformación mientras se anticipa la destrucción de miles de empleos a raíz de la automatización.

“En los países que se instauraron reformas que reducían la jornada laboral a 40 horas, ya venían experimentando aumentos significativos en su productividad”, planteó esta semana el ministro del Trabajo, Nicolás Monckeberg.

Como alternativa al proyecto de las diputadas comunistas -que considera incluir a la jornada laboral el tiempo para comer sin alterar las remuneraciones-, el gobierno planteó una reducción a 41 horas, pero de manera gradual y con una flexibilización de la jornada pactada con el trabajador.

El gobierno chileno argumenta que, en los hechos, el proyecto rebaja la jornada a 35 o 37,5 horas semanales, considerando que el tiempo promedio que se otorga para las comidas es de una hora.

“Me parece una discusión anacrónica, inconducente y totalmente fuera de contexto. Lo que deberíamos hacer en Chile es estar preocupados en el entrenamiento de habilidades y competencias del siglo XXI para los actuales trabajadores”, explicó a la AFP el economista y académico de la Universidad Diego Portales, Alfredo Barriga. “No sabemos cuáles van a ser las condiciones de la jornada laboral en 10 años más; entonces para qué ponernos a hacer ahora leyes que pueden quedar obsoletas en 5 o 6 años”, agregó.

El gobierno chileno calcula que producto de la automatización de funciones unos dos millones de empleos tradicionales podrían verse destruidos en los próximos años.

Si se aprueba la reducción, el costo laboral se incrementaría en un 20% y unos 300.000 trabajadores quedarían sin trabajo, estimó el Ministerio del Trabajo.

Mujer empleo
Si se aprueba la reducción, el costo laboral se incrementaría en un 20%, estimó el Ministerio del Trabajo. Foto: La Nación / GDA

Efectos negativos.

La desaceleración económica y la baja tasa de sindicalización de los trabajadores chilenos, de un 16,5%, son factores también a considerar.

Producto de las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos, la economía chilena -altamente dependiente de las exportaciones- crecería este año en torno al 2,5% versus el 4% del año pasado.

El gobierno de Piñera anunció que de avanzar el proyecto en el Congreso lo sometería al Tribunal Constitucional o lo podría vetar.

Algunos expertos advierten el efecto negativo que la reducción de la jornada laboral puede tener sobre el sistema jubilatorio, cuya reforma también está analizando el Congreso chileno.

“El proyecto de pensiones, para ser viable, deberá ponerle una carga adicional al mercado laboral. Si a eso le sumamos las rebajas de horas laborales, mi temor es que nos quedemos sin nada”, indicó a T13 Radio Rodrigo Valdés, exministro de Hacienda del segundo gobierno de la socialista Michelle Bachelet.

Para Andrés Velasco, decano de la Escuela de Políticas Públicas de la London School of Economics and Political Science, y también exministro de Hacienda pero del primer gobierno de Bachelet, sería necesario preguntarse por los efectos en un país como Chile, donde “las tasas de empleo son muy bajas y las tasas de empleo para las mujeres son anormalmente bajas”, según analizó en Diario Financiero.

“Esto se propone cuando también se está apuntando a subir la tasa de cotización en cuatro o cinco puntos”, explicó.

El convenio 47 de la OIT de 1935 -relativo a la reducción de las horas de trabajo a 40 por semana- no ha sido ratificado por todos los países del mundo y tampoco por Chile. En Latinoamérica, solo Ecuador tiene jornadas laborales de 40 horas. De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la mayoría de los países de la región está entre las 46 y 48 horas: Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Guatemala, México, Panamá, Paraguay Perú y Uruguay.

La última vez que Chile redujo la jornada laboral fue en 2005, cuando pasó de 48 a 45 horas. Quien era presidente del país en ese momento, el socialista Ricardo Lagos, recordó que se hizo gradualmente y que en ese tiempo se enfrentaron “a las mismas críticas amenazantes que escuchamos hoy”.

“Que aumentaría la cesantía o se reduciría la productividad. Nada de eso sucedió”, escribió el expresidente socialista en Twitter hace algunos días.

(En base a AFP, El Mercurio/GDA y El País de Madrid)

Untmra propone pasar de 48 a 44 horas

En Uruguay, que tiene establecida una semana laboral de 48 horas, cada tanto se reactiva el debate sobre la reducción de la jornada. Y los años electorales son particularmente propicios para ello. COFE, el sindicato de los funcionarios estatales, lo planteó a los precandidatos durante las campañas para las elecciones internas de mayo.

Pero uno de los sindicatos que más ha insistido en este tema ha sido el metalúrgico. Y en octubre de 2018 volvió a la carga con una novedad: pretende una reducción de la jornada sin una caída en los ingresos de los trabajadores.

Como era de esperar, la propuesta recibió una fuerte negativa del sector empresarial. Según la Cámara Metalúrgica del Uruguay, el cambio supondría un incremento del salario nominal del 10% y del “costo” unitario por trabajador del 15%, cifra que para las empresas es “inasumible”, dijeron en octubre del año pasado a El País fuentes empresariales.

Por su parte, Danilo Dárdano, dirigente del sindicato metalúrgico, la poderosa Untmra controlada por el Partido Comunista, sostenía entonces que el cálculo del gremio es que habría un incremento del 8,3% en la remuneración nominal.

La Untmra representa a más trabajadores que los estrictamente metalúrgicos: también incluye a los de las ramas de la electrónica, el vidrio hueco, las autopartes, el plástico, las estaciones de servicio, la minería, la industria naval, las ensambladoras automotrices y de carrocerías, los talleres mecánicos y las empresas de auxilio automotor. Dárdano señala que la reducción de la jornada laboral de 48 a 44 horas semanales que reclaman para los más de 8.000 trabajadores sindicalizados en la Untmra puede ser gradual y analizarse “fábrica a fábrica”, pero que es una bandera que no va a ser arriada.

El sindicato, dice, ofrece al mismo tiempo discutir la “organización del trabajo” de forma que la productividad no solo no se resienta sino que se incremente. “No queremos que esto sea perjudicial para el empleo y que cierren empresas”, señaló.

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