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Centroamericanos que escapan de violencia son presa de las pandillas en Estados Unidos

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Un pistola Glock, calibre mm, vale US$ 900 en Uruguay, en Brasil puede valer el triple. Foto: Archivo
AFP - US-CRIME-SHOOTING-GUNS - CLJ - Roanoke Firearms store owner John Markell holds a Glock 19 handgun, 17 April 2007 in Roanoke, Virginia. Virginia Tech senior Cho Seung-Hui, 23, a native of South Korea, bought a Glock 19 handgun from the shop 36 days before going on a shooting rampage that left 33 people dead, including the shooter. Markell said Cho bought the gun legally by showing his Virginia drivers license, a checkbook and his U.S. Immigration and Naturalization Service identification. Chip Somodevilla/Getty Images/AFP =FOR NEWSPAPERS, INTERNET, TELCOS AND TELEVISION USE ONLY= - Roanoke - Virginia - UNITED STATES - cs/atz/max - ARMA DE FUEGO - PISTOLA
cs/atz/max - AFP - Getty Images/AFP

DRAMA SIN SALIDA

Las autoridades estadounidenses han alertado de una “oleada” en el reclutamiento de estos muchachos por parte de la Mara Salvatrucha.

Algunos jóvenes centroamericanos recién llegados a Estados Unidos tras escapar del horror impuesto por las pandillas... terminan uniéndose a sus filas.

Las autoridades estadounidenses han alertado de una “oleada” en el reclutamiento de estos muchachos por parte de la Mara Salvatrucha, o MS-13, como también se conoce a esta organización. Lo dijeron la semana pasada cuando 22 pandilleros, 19 de ellos indocumentados, fueron imputados en Los Angeles por varios crímenes, incluidos siete homicidios, tráfico de drogas y extorsión.

“Son jóvenes víctimas que muy seguramente dejaron sus países con la esperanza de que encontrarían en Estados Unidos seguridad y prosperidad” y “tuvieron la mala suerte de cruzarse en el camino con violentos pandilleros que se aprovecharon de su vulnerabilidad como inmigrantes”, dijo la fiscal de Los Ángeles, Jackie Lacey.

La Mara Salvatrucha se formó en Los Angeles a mediados de la década de 1980 y ha estado activa desde entonces en 10 estados de Estados Unidos, y en países como El Salvador, Honduras y Guatemala, con un prontuario que estremece.

Tanto que cientos de miles de indocumentados que piden asilo en Estados Unidos llegan huyendo precisamente del infierno creado por esta y otras pandillas como Barrio 18.

Entonces, ¿cómo un joven termina uniéndose a la pandilla que lo hizo escapar de su país en principio?

La MS-13 usa muchas veces la fuerza para reclutar jóvenes pero también ocurre que esos chicos “sienten que no tienen alternativa”, explicó a la AFP Mark Edberg, profesor de la Universidad George Washington, que ha trabajado en un área con presencia de bandas a las afueras de la capital estadounidense. “No hay muchas opciones en el corto plazo, llegan a los 12, 14 o 15 años y comienzan a entender una estructura de poder que está conectada a las pandillas”.

Rutas migratorias hacia Estados Unidos. Foto: AFP
Rutas migratorias hacia Estados Unidos. Foto: AFP

Miedo.

El reclutamiento de jóvenes inmigrantes no es nuevo, pero Laura Eimiller, portavoz del FBI, dijo a la AFP que “ha sido particularmente notorio recientemente con la MS-13”.

Edberg se remonta a 2014, cuando comenzaron a llegar a la frontera más y más menores centroamericanos sin la compañía de un adulto, y a 2016 después de la elección de Donald Trump, que ha hecho de la lucha contra la inmigración ilegal una bandera de su mandato.

“Caen en la clandestinidad” porque “tienen miedo” y quedan a merced de una “red informal de reclutamiento que afecta a los más vulnerables”.

Jesse de la Cruz, un expandillero que hoy trabaja como consultor legal, es escéptico sobre la teoría de los reclutamientos. Cree que el auge del que se habla está más relacionado con la “etiqueta” de pandillero que las fuerzas del orden ponen a cualquiera que llene el perfil: ser hispano, tener un tatuaje, vivir en una comunidad “infestada”. “Si eres un muchacho que vienes de América Central o México, ¿con quién te vas a juntar? ¿Con blancos? No, va a estar con gente como él, que pueden ser o no pandilleros”, pero por asociación la policía ya los considerará como un pandillero.

Thom Mrozek, vocero de la fiscalía federal en Los Angeles, indicó que los 19 indocumentados imputados ya tenían “lazos con la MS-13 en Centroamérica”, lo que encaja en la retórica de Trump de que las caravanas migrantes que viajan de Centroamérica están plagadas de delincuentes.

Brutal.

En la imputación de la semana pasada se relatan asesinatos brutales, como el de un joven, de una banda rival, que fue desmembrado y su corazón extirpado por un mara. Las autoridades señalaron que muchos de los asesinatos que investigan formaban parte de un “rito de iniciación” para entrar en la MS-13.

Edberg ha escuchado “cosas extremas, violentas”, que obligan a hacer a los reclutas. Un muchacho que entrevistó en prisión le habló de un “bautizo”: “Tenía que demostrar que estaba dispuesto a recibir una bala”, indicó el profesor que no descarta que matar pueda ser una prueba.

De la Cruz duda de esa versión. “Ninguna pandilla te obliga a matar para entrar”, subrayó el expandillero, que estudió trabajo social y un doctorado en educación al salir de prisión. “Buscan a gente que quiera pertenecer a algo, a gente que como ellos han sido ignorados, dejados de lado” como muchos de estos jóvenes inmigrantes.

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