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Una central nuclear navega el Polo Norte

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Primera central nuclear flotante del mundo, construida por Rusia. Foto: AFP

LA CARRERA POR LA ENERGÍA NUCLEAR

Ambientalistas califican como un “Chernóbil flotante” al proyecto ruso que viajará 5.000 kilómetros.

La primera central nuclear flotante del mundo, construida por Rusia, inició ayer viernes una travesía de 5.000 kilómetros por el Ártico hacia el Extremo Oriente ruso. Destinado a alimentar el desarrollo de la producción de hidrocarburos en zonas sumamente aisladas, el Akademik Lomonosov zarpó de Múrmansk, donde fue cargado con combustible nuclear, con destino a Pevek, pequeña ciudad de Siberia oriental.

El viaje debería durar entre cuatro y seis semanas, dependiendo del clima y de la calidad del hielo, aunque el Paso del Noreste -que une el océano Atlántico con el océano Pacífico bordeando la costa norte de Rusia- es cada vez más accesible debido al deshielo por el calentamiento del planeta.

Sin motor propio, el Akademik Lomonosov, de 21.000 toneladas, será remolcado para su viaje. La plataforma de 144 metros de largo y 30 de ancho, con una tripulación de 69 personas, navega a una velocidad media de entre 3,5 y 4,5 nudos (6,5-8,3 km/h). Pintada a nuevo con los colores de Rusia y de Rosatom, la agencia nuclear rusa, el Akademik Lomonosov será conectado en Pevek a la red eléctrica local y deberá entrar en funcionamiento para finales de año.

Aunque la población de esta ciudad no supera los 5.000 habitantes, la central cubre el consumo de 100.000 personas y servirá sobre todo para alimentar las plataformas petroleras instaladas en la región, donde Rusia quiere desarrollar su producción de hidrocarburos.

Proyecto iniciado en 2006 y que se vio lastrado durante años por la crisis económica, utiliza la misma tecnología que los rompehielos atómicos soviéticos, aunque en este caso cuenta con dos reactores pequeños.

"Titanic nuclear".

Una vez atraque en Pevek, no lejos del estrecho de Béring, será la central nuclear más septentrional del planeta, lo que ha disparado la alarma de Greenpeace y otras organizaciones como la noruega Bellona, que la consideran un peligro para el frágil Ártico. “Una planta flotante siempre es más peligrosa que una terrestre. Además, la tecnología no es nueva, es soviética, con algunas modificaciones”, comentó a EFE Alexandr Nikitin, excoronel de la Marina rusa procesado por difusión de secretos oficiales tras denunciar vertidos radiactivos en el Ártico.

Primera central nuclear flotante del mundo, construida por Rusia. Foto: AFP
Primera central nuclear flotante del mundo, construida por Rusia. Foto: AFP

Mientras, los diseñadores de la Akademik Lomonosov arguyen que su casco tiene el doble de grosor que los rompehielos tradicionales, cuenta con un compartimiento hermético para almacenar el uranio poco enriquecido ya utilizado y puede soportar el embate de un tsunami provocado por un terremoto de 9 puntos en la escala abierta de Richter.

Una vez comience a operar, la planta, que estará anclada, pero fijada a la tierra por la infraestructura portuaria, tendrá un plazo de explotación de 40 años.

Las asociaciones ecologistas denuncian este proyecto desde hace años y advierten de los peligros de un “Chernóbil flotante” o de un “Titanic nuclear”, en un momento en el que una explosión en agosto en una base de pruebas de misiles en el Gran Norte hizo aumentar brevemente la radiactividad en la zona.

“Cualquier central nuclear produce desechos radiactivos y puede tener un accidente pero el Akademik Lomonosov es además vulnerable a las tormentas”, estima Rashid Alimov, del departamento de energía de Greenpeace Rusia. Sobre todo porque en el Ártico, el clima es extremo e imprevisible.

Estados Unidos botó en 1968 la primera central flotante (Surgis) de la historia en el Canal de Panamá, pero la desguazó en 1976 por el alto coste del mantenimiento.

China proyecta construir su propia flota de plantas flotantes nucleares.

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