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Cautela de la Unión Europea ante el nuevo plan de Boris Johnson

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Boris Johnson, primer ministro británico. Foto: Reuters

UNA SALIDA INTERMINABLE

Juncker advierte que tiene puntos problemáticos; la frontera irlandesa, punto crucial para definir el Brexit.

El gobierno británico ha entregado ayer miércoles a los socios europeos su propuesta para alcanzar un acuerdo sobre el Brexit con la Unión Europea (UE) que evite una salida desordenada del Reino Unido el próximo 31 de octubre.

El texto enviado a Bruselas supone un giro de 180º respecto a la solución que propuso en su día la ex primera ministra Theresa May y plantea, entre otras cosas, que Irlanda del Norte se mantenga alineada a las regulaciones del mercado interior europeo durante al menos cuatro años para evitar el restablecimiento de una frontera entre el norte y el sur de la isla.

La UE ha reaccionado con un cauteloso mensaje en el que apunta su disponibilidad a negociar sobre la propuesta.

El primer ministro británico, Boris Johnson y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, mantuvieron una conversación telefónica tras la entrega del plan. Juncker señaló que la propuesta de Londres contiene “avances positivos hacia un acuerdo” aunque advirtió que “hay todavía puntos problemáticos que necesitarán clarificarse en los próximos días”.

El primer ministro irlandés, Leo Varadkar, apuntó que el plan de Johnson “no satisface completamente los objetivos”, pero mostró su disponibilidad “a estudiar en detalle las propuestas y a consultar con las instituciones comunitarias” al respecto.

Doble régimen.

Johnson utilizó ayer miércoles su discurso de clausura del congreso de los conservadores en Manchester para anunciar los rasgos generales de su plan y aclarar que “bajo ninguna circunstancia” permitirá que haya controles “en la frontera de Irlanda del Norte o cerca de ella”. Una frase medida al milímetro con la que ha evitado reconocer expresamente que será necesario algún tipo de supervisión aduanera.

Según el nuevo planteamiento, Irlanda del Norte se someterá a un doble régimen. Saldrá, junto con el resto del país, del espacio aduanero de la UE y por tanto deberán establecerse controles a ambos lados de la isla de Irlanda. Pero a la vez, el territorio se mantendrá alineado por un plazo de cuatro años desde el fin del periodo de transición con las reglas del mercado interior. Es decir, al menos hasta 2025.

El planteamiento concede a la propia Asamblea de Irlanda del Norte la que decida si acepta esa situación desde el principio y si se mantiene al expirarse el periodo de cuatro años. De rechazarlo, el territorio pasaría a funcionar con el mismo régimen que el resto del Reino Unido. En este último caso, se replantearía el problema de cómo gestionar el diferente estatus de las dos partes de Irlanda. Esa -con el riesgo de tener que volver a una frontera entre norte y sur- es la cuestión nodal que inquieta a los Veintisiete.

En clave norirlandesa, la doble idea de que la solución esté limitada temporalmente y se conceda la última palabra a los políticos del Ulster sirvió para que el DUP -partido unionista clave para que Johnson pueda lograr una mayoría en Westminster- apoye el plan. Un guiño de Londres a la perspectiva de mayores fondos para el territorio facilita el cambio de actitud del DUP con respecto a sus negativas del pasado.

Estos son los principales puntos de la propuesta:

ADUANAS. Desde el primer momento, Irlanda del Norte abandonará el territorio aduanero de la UE junto con el resto del Reino Unido. No habrá una salvaguarda. Una vez concluido el periodo de transición, en 2021, el país tendrá plena libertad para negociar sus propios acuerdos comerciales con otras naciones. Esto requerirá controles aduaneros entre los dos territorios irlandeses. La propuesta contempla evitar en la medida de lo posible controles físicos. Apunta a un sistema basado fundamentalmente en declaraciones de aduanas cumplimentadas en el punto de origen y destino de las mercancías. Los productos transportados bajo esa premisa ya estarían bajo control de las autoridades, sin necesidad de comprobaciones en frontera.

IVA. El gobierno británico exige que Irlanda del Norte quede exenta del IVA europeo y desaparezcan por tanto sus controles. Será un escollo muy importante en las negociaciones .

MERCADO INTERIOR. Propone que Irlanda del Norte permanezca completamente alineada con el mercado interior europeo en cuanto a sus productos agroalimentarios y manufacturados. Obedecerá las reglas actuales y las futuras, y se someterá a la jurisdicción del Tribunal Europeo de Justicia. El nuevo régimen durará cuatro años, desde el fin del periodo de transición (2021) hasta el 2025. Supondrá un nuevo sistema de control aduanero y fronterizo en el mar de Irlanda, entre las dos islas. Será preciso desarrollar nuevos sistemas que faciliten las declaraciones de bienes antes del transporte. Después de cuatro años, la Asamblea de Irlanda del Norte podrá decidir si mantiene ese estatuto o se sale de él completamente.

VARIAS LEYES. El Reino Unido se ha comprometido a alinear sus leyes con las de la UE en materia de derechos laborales, de protección al consumidor y de defensa del medioambiente. Sin embargo, bajo la nueva propuesta no estaría vinculado legalmente a respetarlas. Lo mismo sucedería con Irlanda del Norte. Los negociadores británicos confían en que un territorio tan pequeño como el Ulster no cause mucho quebranto a Bruselas en su celo por preservar la homogeneidad del mercado interior.

CONSENTIMIENTO. La propuesta de Johnson implica que cualquier decisión deba contar con el visto bueno del Ejecutivo y del legislativo de Irlanda del Norte.

Johnson y la “telerrealidad” del Parlamento

“Me temo que después de tres años y medio, la ciudadanía comienza a creer que les están tomando por tontos. Comienzan a sospechar que hay fuerzas en este país que simplemente no quieren que haya Brexit. Y si sus sospechas se confirmaran, creo que habría graves consecuencias en el grado de confianza hacia nuestras instituciones democráticas”, dijo Boris Johnson a los delegados del Partido Conservador.

En un discurso electoral, hizo referencias chistosas a “la telerrealidad” del Parlamento y al líder del Partido Laborista, Jeremy Corbin a quien quiere poner en órbita espacial.

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