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Caudillo, presidente, polémico

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Carlos Menem. Foto: AFP.
VICTOR ROJAS

LUTO

Carlos Menem falleció a los 90 años. Fue el segundo presidente desde la restauración de la democracia a partir de un impulso personal con pocos antecedentes en la política nacional del siglo pasado.

Un político a tiempo completo, un caudillo popular, un presidente conservador. A los noventa años, Carlos Saúl Menem completó con audacia, intuición, pragmatismo y una inquebrantable fe en sí mismo un largo, controvertido e insoslayable trayecto por la vida pública de la Argentina.

El hombre que encarnó la versión argentina de la era reaganiana consumó ese impensado giro luego de varias décadas de militancia orientada por el deseo de llegar al poder. Ese camino fue recorrido por el segundo presidente desde la restauración de la democracia a partir de un impulso personal con pocos antecedentes en la política nacional del siglo pasado.

Desde el recóndito Anillaco natal, Menem se construyó a sí mismo con la convicción de que estaba predestinado a ser presidente, sin otras armas que su ambición y su flexibilidad para adaptarse a cada circunstancia. Conseguir el poder y mantenerlo fue siempre más importante para Menem que las ideas y las herramientas para ejercerlo. La circunstancia hizo que su momento culminante coincidiera con las políticas del neoconservadurismo aplicadas en los Estados Unidos y Gran Bretaña. Fue más porque le convenía que por convicciones íntimas o previas que adoptó ese camino para ejercer el mando. Lo hizo sin pruritos ni matices.

Menem buscó y disfrutó el poder con igual intensidad, sin mostrar nunca las frustraciones ni los desgastes que provoca. Menem confirmó aquella máxima de Giulio Andreotti que afirma que “el poder desgasta a quien no lo tiene”. El poder no lo limó a él, sino a quienes, siendo sus adversarios, no pudieron obtenerlo.

Como gobernador y como presidente, siempre descargó en sus colaboradores el fatigoso trajín de la administración y se reservó para sí el control y las decisiones finales. No fue un obsesivo de los datos ni de los números; sí, de mantener bajo su mando las variables centrales y la comunicación de sus pasos centrales. En eso fue un adelantado: acortó la distancia y se ocupó en persona de marcar su sello personal con declaraciones periodísticas frecuentes, sin la distancia que hasta entonces marcaban los mandatarios.

Un largo, colorido y sinuoso camino lo condujo hacia la Casa Rosada, a fines de la década de 1980. Con Menem se fue el último político de la vieja escuela que recorrió el país pueblo por pueblo. No una, sino varias veces, en una eterna campaña electoral que duró décadas.

Carlos Menem y Julio María Sanguinetti. Foto: archivo El País.
Carlos Menem y Julio María Sanguinetti. Foto: archivo El País.

Detenido

En 1963, a los 33 años, ya era presidente del peronismo de La Rioja, luego de haber sido detenido unos meses por la Revolución Libertadora y de que se frustraran (por sendas proscripciones) dos intentos de ser legislador y gobernador. Por eso no resultó llamativo en su pago chico que ese retacón hijo de sirio-libaneses, abogado recibido en Córdoba, de emblemáticas patillas a lo Facundo Quiroga, llegara a la gobernación riojana en simultáneo con el triunfo de Héctor J. Cámpora, en 1973.

En 1975, el llamativo gobernador riojano se apuró a proclamar la candidatura a la reelección de la viuda de Perón, un gesto que la señora no agradeció ni cuando Menem, luego de la Guerra de Malvinas, le dejó un ramo de flores frente a su residencia en Madrid, sin lograr ser recibido.

Detenido sin juicio ni condena desde el primer día de la dictadura, Menem siguió haciendo política aun en cada lugar en el que debía cumplir una residencia obligatoria, una especie de prisión domiciliaria ampliada a la ciudad o pueblo en el que fue obligado a vivir.

Apenas días después de la victoria que dio inicio al ciclo democrático con elecciones libres más largo del país, Carlos Menem se reunió con Alfonsín para darle su apoyo. Meses después, sería de los pocos peronistas que apoyarían el sí en el plebiscito por la aprobación del acuerdo limítrofe por el Canal de Beagle con Chile. Recibió elogios ajenos y críticas de su partido.

Carlos Menem. Foto: AFP.
Carlos Menem. Foto: AFP.

Como presidente repetiría una y otra vez la vieja fórmula de dar algo para conseguir todo. Para terminar con los planteos militares, dictó un indulto a los represores y a los terroristas de la década del 70, y se abrazó al almirante Isaac Rojas para simbolizar el final de aquella vieja grieta abierta en los años 50.

El peronismo aceptó el giro al neoliberalismo desde el primer momento con la misma convicción con la que durante el kirchnerismo negaría sus años de menemismo. “Se quedaron en el 45”, acalló siempre Menem a las voces que, en especial al principio, trataban de marcar alguna distancia con la repentina devoción justicialista por el libre mercado.

Menem ya había decidido que tomaría gran parte de las propuestas del rival al que había derrotado. Al mismo tiempo, se convenció de que un alineamiento político pleno y sin complejos con los Estados Unidos sería la llave para conseguir la ayuda externa imprescindible para encauzar el viejo descalabro de la economía. Eso, en palabras de Guido Di Tella, su segundo y más duradero canciller, se llamaría “relaciones carnales”. Esas líneas no cambiaron durante sus dos mandatos: alianza con Washington, afianzamiento del vínculo iniciado por Alfonsín con Brasil y sociedad para las inversiones en las empresas privatizadas con Europa, en especial con España, Francia e Italia.

Decidido impulsor de integración

El gobierno del Uruguay destacó que Carlos Menem fue democráticamente electo dos veces, condujo los destinos de su país preservando los históricos vínculos de amistad que lo unen con el Uruguay. Asimismo señaló que “promovió decididamente la integración regional y la construcción del Mercosur, siendo uno de los signatarios del Tratado de Asunción, su piedra fundadora, en marzo de 1991”.

Lo llamaba y buscaba soluciones

“Fue un gran amigo de nuestro país y colaborador fundamental en la afirmación del Mercosur (...) En sus tiempos de los rallys había conocido cada carretera, cada pueblo y hasta nuestra idiosincrasia”, dijo Julio Ma. Sanguinetti a Efe. Destacó a relación en los Gobiernos en los que ambos coincidieron. Se levantaba el teléfono y “cualquier conflicto o problema” que hubiera Menem buscaba las soluciones.

Dio nuevo alcance a la región

El Gobierno de Brasil que preside Jair Bolsonaro describió a Menem como “un estadista con un papel importante para el avance de las relaciones con Brasil y la integración regional, sobre la base de una integración abierta y en la proyección internacional de nuestros países”. Asimismo, recordó su participación en definición y firma del tratado que creó el Mercosur como base de la integración regional.

Una agenda armoniosa con Chile

“Murió el Presidente Carlos Menem, quien marcó la década de los 90 en Argentina”, escribió el presidente de Chile, Sebastián Piñera en Twitter. “Mi solidaridad a su familia y al pueblo argentino y que Dios acoja su alma”.

Su mandato, que duró 10 años, se desarrolló en paralelo a la transición post-dictadura chilena, en los gobiernos de Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle, con intensa agenda bilateral.

Los presidente Collor de Melo, Rodríguez, Menem y Lacalle en la creación del Mercosur. Foto: archivo El País
Foto: archivo El País.

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