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Un camino poblado de obstáculos

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El 28 de abril hubo manifestaciones violentas en Río de Janeiro y otras ciudades. Foto: Reuters

En su primer año, Temer impulsa reformas profundas, recorta gasto y busca reflotar economía.

La economía de Brasil—es la novena del mundo— continúa deprimida tras un año de Gobierno del presidente Michel Temer, que ha emprendido un ambicioso programa de reformas y un severo ajuste fiscal para salir de la recesión que ha llevado al país a una tasa de desempleo récord.

El mandato de Temer tiene desde su inicio una marcada agenda económica centrada en reequilibrar las cuentas públicas que presentan un abultado déficit y "modernizar" las legislaciones laboral y del sistema de jubilaciones.

El Gobierno impulsó una polémica enmienda constitucional que fijó un techo de gastos para las dos próximas décadas, anunció en marzo pasado un recorte de 42.100 millones de reales (unos US$ 13.150 millones) en distintas partidas presupuestales y eliminó la exoneración fiscal en más de 50 sectores de la economía.

Temer abrió sin reparos el candado de las leyes del trabajo, que rigen desde 1943, con una reforma, aún en trámite, que permite una rebaja de los costos laborales, da a los convenios colectivos valor de ley y elimina la contribución obligatoria para los sindicatos.

La propuesta para el sistema de jubilaciones, que también se discute en el Congreso, endurece las condiciones para obtener ese beneficio al establecer como edad mínima para la jubilación los 62 años para mujeres y los 65 para hombres, con un mínimo de 25 años de cotización. Asimismo, el sistema propuesto crea escalas para el monto de la jubilación que se podrá cobrar. Por ejemplo, con aportes por 25 años de trabajo se obtendrá una jubilación equivalente al 70% del último salario recibido en una escala ascendente que llega hasta aportes por 40 años de trabajo, con los que se logrará el 100% del último salario recibido.

La reforma jubilatoria suscita polémica porque Brasil tiene uno de los sistemas de seguridad social más generosos del mundo, que permite la jubilación en promedio a los 54 años con beneficios casi completos.

Temer busca los votos para la aprobación y asegura estar cerca de conseguirlos.

El Ejecutivo ha insistido en el último año en que de la aprobación de estas reformas depende el crédito internacional para atraer inversiones y volver a crecer, después de una caída acumulada del Producto Interno Bruto (PIB) de más del 7% en los dos últimos años.

Visiones.

Todas estas medidas, completadas con un amplio plan de privatizaciones y concesiones, han sido aplaudidas por las principales gremiales empresariales del país y denostadas por los sindicatos que convocaron una huelga general, la primera en veinte años, el pasado 28 de abril.

El presidente del colegio de economistas de Brasil (OEB), Manuel Enríquez García, estima que Temer "heredó" la crisis porque "las cuentas del sector público ya estaban y continúan de cierta forma bastante desequilibradas", dijo a Efe.

El agujero en el sector público, que incluye al Gobierno central, las empresas estatales y las administraciones regionales y municipales, llegó en 2016 al récord de 155.791 millones de reales de déficit (US$ 49.000 millones).

Brasil ha revertido por el momento ese déficit primario y terminó en el primer trimestre de este año con un ligero superávit de 2.200 millones de reales (US$ 700 millones).

No obstante, para el profesor de la Fundación Getulio Vargas Nelson Marconi, el Gobierno de Temer "tuvo pocos triunfos" este año y "una visión equivocada de la política económica". En su opinión, la única conquista ha sido la reducción de la inflación, que en los últimos doce meses fue del 4,08%, comparado con 10,67% de 2015, y ha sido posible a costa "de un alto desempleo", que ha congelado el consumo interno. "Creen que recuperando la confianza en la economía se vuelve a crecer, con reformas que es algo que ya se vio en España y en Europa. Eso está bien pero es insuficiente, no resuelve la crisis porque se necesita estimular la demanda y esa no es la línea de raciocinio", argumentó a Efe Marconi.

La parálisis en sectores productivos clave, como el industrial, ha provocado que el número de desempleados en Brasil llegó en marzo al récord histórico de 14,2 millones, el 13,7 % de la población activa.

Desafío.

Con unas perspectivas tan débiles de crecimiento económico, que el mercado ubica en el 0,47% para 2017, en línea con la del Gobierno (0,50%), los analistas consultados esperan que el drama del paro aumente todavía más, a pesar de que para 2018 la previsión del PIB es del 2,50%.

"El desafío continuará porque el desempleo estará en alta y perdurará por lo menos hasta 2019 y parte de 2020", pronosticó García.

Temer tiene hasta las elecciones presidenciales de octubre de 2018 para, como ha señalado en varias ocasiones, terminar de colocar a Brasil "sobre los rieles".

Aunque, en opinión de Marconi, "la recuperación total va a depender de otro gobierno que dé prioridad a la producción y se preocupe de la estructura productiva, que es donde Brasil está perdiendo mucho terreno".

El ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, tiene un enfoque diferente y estima que "la recesión ya es pasado". Sostuvo que "Brasil vive un momento de profunda transformación", gracias a que "por primera vez se ha impuesto una agenda de futuro y modernización". Agregó que esto ha producido "efectos impresionantes", entre los que detacó que la tasa de riesgo de Brasil "cayó en un año de 500 a poco más de 200 puntos".

La corrupción que estremece.

El 12 de mayo de 2016, la presidenta Dilma Rousseff, del izquierdista Partido de los Trabajadores, abandonó el palacio presidencial en Brasilia denunciando "un golpe institucional". La presidenta, que había sido reelegida en octubre de 2014, fue suspendida para ser juzgada por el Congreso, por presunta manipulación de las cuentas públicas para hacer aparecer una mejor situación. La destitución definitiva de Dilma se concretó el 31 de agosto de 2016. Michel Temer, vicepresidente desde 2011, rompió con Dilma antes de que ella fuera suspendida y poco después, su partido, el PMDB, se retiró de la coalición de goiberno. Temer asumió y Dilma lo acusó de traición y de orquestar el juicio político contra ella para hacerse del poder.

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El 28 de abril hubo manifestaciones violentas en Río de Janeiro y otras ciudades. Foto: Reuters

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