COVID-19
El jueves Argentina dio el paso más drástico en su estrategia para combatir la expansión del coronavirus: decretó la cuarentena total hasta el 31 de marzo.
Buenos Aires está vacía. En el segundo día de aislamiento social, obligatorio y preventivo parece haber penetrado el mensaje lanzado por el gobierno de la Nación, que preside Alberto Fernández, de que la mejor manera de prevenir el avance del coronavirus es permanecer en cuarentena hasta el 31 de marzo en los hogares.
Si ayer, en el primer día de restricciones, hubo un 80% menos de circulación de vehículos, hoy se notó un mayor descenso del tránsito, aunque todavía no existen datos oficiales. Solo colectivos con pocos pasajeros y algunos automóviles particulares, más los taxis empeñados en encontrar clientes en una ciudad desierta, se vieron en las calles porteñas.
Carnicerías, verdulerías, ferreterías, panaderías y los pocos locales del rubro gastronómico que permanecen abiertos son los focos de atracción de las personas que circulan en la vía pública. La clientela se atiende con una dinámica que comenzó a verse hace algunos días y que el viernes se notó mucho más: la gente mantiene una distancia de hasta dos metros entre sí en las colas que se forman en las veredas para ingresar a los locales.
La separación entre las personas no solo se ve en esas colas sino también en las conversaciones grupales que si bien deberían evitarse en el aislamiento, se observan, por ejemplo, en las puertas de los edificios. La gente que se mueve por los barrios para hacer las compras del fin de semana lo hace con bolsas de tela o carritos. La mayoría de las personas anda sola, ya no se ven familias caminando o niños que acompañan a sus padres.
En el recorrido que realizó La Nación no se observaron muchos controles policiales a excepción del que efectivos de la Policía de la Ciudad realizaba sobre la avenida 9 de Julio y el cruce con Córdoba.
Sitios históricos y turísticos como Plaza de Mayo, el Obelisco y Congreso están vacías, a tono con el resto de la ciudad. Tampoco hay gente en otros lugares turísticos. San Telmo es un barrio desierto y Puerto Madero parece un sitio abandonado, una tierra de zombies. Todos los carritos gastronómicos de la costanera, frente a la Reserva Ecológica, están cerrados. Nadie camina por estas zonas, ni siquiera gente paseando sus perros. Estacionar en Palermo, donde un fin de semana es imposible conseguir lugar, fue una tarea sencilla. (Con información de La Nación-GDA)