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Brasil encendió las alarmas y trabaja contra reloj para frenar el avance del dengue

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Aedes Aegypti

CRISIS

Ya suma cerca de 1,5 millón de casos en 2019. Es el mayor registro desde 2015, cuando en todo el año hubo 1,6 millones de casos.

Brasil volvió a encender las alarmas ante la proliferación del mosquito Aedes aegypti y trabaja a contrarreloj para frenar el avance de un nuevo brote de dengue, una enfermedad que ya suma cerca de 1,5 millón de casos en lo que va de año, el mayor nivel desde 2015.

Aunque el dengue es endémico y suelen haber picos cada dos o tres años, la escalada en el número de casos antes, incluso, de la llegada de la época de lluvias sobrepasó a la comunidad médica, que ya habla de una nueva "epidemia".

Datos del Ministerio de Salud muestran que al menos 591 personas han muerto a raíz del dengue entre el 30 de diciembre de 2018 y el 24 de agosto de 2019, mientras que las autoridades investigan otras 486 sospechosas.

En total fueron registrados hasta finales de agosto 1,4 millones de casos de dengue en todo el país, un crecimiento de cerca del 600 % respecto al mismo período de 2018 (205.791), y el mayor nivel desde 2015, cuando en todo el año hubo 1,6 millones de casos.

La preocupación de los expertos es que todavía no comenzó en Brasil el verano austral, período en el que proliferan los casos de esta enfermedad.

"Aún no ha llegado la época de lluvias, cuando los casos se multiplican. Estamos en invierno y uno incluso bastante seco. No deberíamos tener ese pico, estas cifras están fuera de la curva", aseguró el médico Thiago Henrique dos Santos, especialista en Salud Pública.

Por ello, las autoridades brasileñas actúan ahora contrarreloj para evitar que la epidemia pueda "alcanzar números estratosféricos" una vez lleguen las altas temperaturas y las lluvias de verano.

A medida que la temperatura vaya subiendo la presencia de mosquitos irá subiendo. Foto: Pixabay
A medida que la temperatura vaya subiendo la presencia de mosquitos irá subiendo. Foto: Pixabay

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Diversos estados y municipios del país están llevando a cabo inspecciones en viviendas para detectar y eliminar los focos del mosquito, así como proporcionar orientación a las familias sobre los cuidados para evitar su diseminación.

Los agentes de vigilancia ambiental también realizan acciones puntuales en locales con mayor riesgo, como talleres de automóviles, puntos de descarte de materiales de construcción y cementerios, que suelen contar con un número significativo de neumáticos y otros objetos donde se concentra agua y, por tanto, huevas de mosquitos.

El dengue, transmitido por el Aedes aegypti, cuenta con cuatro tipos de virus y, una vez infectadas, las personas desarrollan anticuerpos naturales solamente contra el tipo vírico que contrajeron.

"Cuando uno es contaminado por un virus, se queda temporalmente protegido contra los otros tres. En ese período, las personas no son infectadas, pero después de unos años vuelven a ser susceptibles", lo que también explica la escalada de los casos este año, dijo a el médico y científico del prestigioso Instituto Butantan, Alexander Precioso.

Pero los dos expertos alertan de que el combate al mosquito depende de un esfuerzo colectivo entre las autoridades y la población.

"La lucha contra el dengue es una batalla eterna, que depende de las políticas públicas, de acciones gubernamentales y también de la participación de los ciudadanos", enfatizó Precioso.

Por su parte, Santos advirtió que "en los últimos años, el sector de la salud ha perdido mucho dinero en el presupuesto dedicado a las políticas de atención a la salud ambiental".

Las visitas casa a casa y la orientación de profesionales siguen siendo la manera más eficaz de combatir los focos del mosquito, que depende del agua parada para reproducirse, y frenar el contagio entre la población urbana.

"El período para que una larva se convierta en mosquito es de tan solo una semana. Es un ciclo muy rápido, muy constante y cuando la gente olvida los recipientes llenos de agua, se vuelven a multiplicar los casos de dengue", expresó la agente de vigilancia ambiental de la ciudad de San Pablo, Dulcineia Prates.

Para que sea clasificado como epidemia, el dengue debe superar los 300 casos cada 100.000 habitantes. En Brasil, la tasa de incidencia se sitúa actualmente en los 690,4 casos cada 100.000 personas.

Mientras en todo estado de San Pablo, uno de los más afectados por el dengue, el coeficiente alcanzó los 959,7 casos por 100.000 habitantes, en la ciudad homónima (la mayor del país, con casi 12 millones de personas) la tasa se ubica en 138 casos cada 100.000 individuos, según datos oficiales.

Esa "burbuja" que choca con los números nacionales se justifica gracias a la inversión e intensificación de las acciones de combate y prevención a los focos del mosquito aedes aegypti, una "prioridad" de las autoridades municipales, expresó la médica y coordinadora del Departamento de Vigilancia en Salud de San Pablo, Solange Saboia.

La doctora precisó que, en la capital paulista, los agentes de salud están "planificando acciones de intensificación" de combate al mosquito debido a "la peculiar situación de 2019" y "anticipando las estrategias" de prevención, que llegan a movilizar hasta 12.000 profesionales.

Pero la agente de salud Marlene Ferreira, quien trabaja desde hace 18 años en acciones residenciales, insiste en que, para el combate eficaz, es necesario un esfuerzo constante, macizo y metódico.

"Pronto empieza la temporada de lluvias y cualquier cantidad de agua en las macetas de planta o recipientes de animales ya es suficiente para que el mosquito venga y ponga sus huevitos y tengamos un brote del dengue", recalca.

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