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Los bosques tropicales en riesgo

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La tala indiscriminada de árboles en algunos lugares del mundo daña los bosques. Foto: Reuters

La naturaleza golpeada

En total se perdieron 15,7 millones de hectáreas por incendios y huracanes.

En Brasil, los incendios forestales iniciados por campesinos y ganaderos para despejar terrenos destinados a la agricultura se salieron de control el año pasado y arrasaron con más de 1,2 millones de hectáreas de árboles debido a una severa sequía que se apoderaba de la región. Esas pérdidas socavaron los esfuerzos recientes por parte de Brasil para proteger sus selvas tropicales.

En el Caribe, los devastadores huracanes Irma y María, que han causado penurias a la población, acabaron con casi un tercio de los bosques en República Dominicana y un amplio tramo de árboles en Puerto Rico, el verano pasado.

En total, los bosques tropicales del mundo perdieron casi 15,7 millones de hectáreas de árboles el año pasado, de acuerdo con un informe de Global Forest Watch que utilizó datos satelitales de la Universidad de Maryland. Global Forest Watch es parte del World Resources Institute, un grupo de defensa del medio ambiente.

Eso hizo que 2017 fuera el segundo peor año en pérdidas de árboles tropicales en el registro satelital, justo por debajo de las pérdidas en 2016.

Los datos solo proporcionan un panorama parcial de la salud forestal en el mundo, puesto que no registra los árboles que crecen de nuevo después de las tormentas, los incendios y la explotación forestal. Sin embargo, estudios aparte han confirmado que los bosques tropicales se están encogiendo en general, con pérdidas que superan las ganancias.

Los bosques tropicales del mundo albergan casi la mitad de todas las especies del planeta y desempeñan un papel clave en la regulación del clima en la Tierra.

"La degradación de bosques intactos constituye una tragedia mundial porque destruimos de manera sistemática un elemento clave de la estabilidad del clima", comentó Frances Seymour, experta del World Resources Institute, en una conferencia realizada en Oxford. "Los bosques son la única infraestructura segura, natural, probada y abordable financieramente para captar y almacenar el carbono", agregó.

Los bosques vírgenes tienen, asimismo, un papel crucial para la biodiversidad o la calidad del aire y del agua. Unas 500 millones de personas dependen de ellos para subsistir.

Los árboles, sobre todo los que se encuentran en los trópicos exuberantes, extraen dióxido de carbono del aire mientras crecen y almacenan ese carbono en su madera y su suelo. Cuando los humanos derriban o queman árboles, el carbono se libera en la atmósfera, lo cual calienta el planeta. Según algunos cálculos, la deforestación conforma más del diez por ciento de las emisiones de dióxido de carbono de la humanidad cada año.

Dificultad.

"Estas nuevas cifras que se difunden muestran una situación alarmante para las selvas tropicales del mundo", dijo Andreas Dahl-Jorgensen, director adjunto de la Iniciativa Internacional para el Cambio Climático y los Bosques del gobierno noruego. "Simplemente no cumpliremos con las metas climáticas que acordamos en París sin una reducción drástica de la deforestación tropical y la restauración de los bosques en todo el mundo".

Sin embargo, averiguar precisamente dónde están desapareciendo los bosques siempre ha sido un desafío. Durante décadas, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación ha dependido de las evaluaciones a nivel del suelo por parte de países individuales para dar seguimiento a la deforestación. No obstante, no todos los países tropicales tienen la capacidad adecuada para monitorear sus bosques, y las mediciones pueden estar llenas de inconsistencias.

En 2013, los científicos en la Universidad de Maryland develaron un nuevo enfoque. Utilizando datos satelitales que hace poco empezaron a ofrecerse de forma gratuita, han estado dando seguimiento a los cambios en las zonas de dosel arbóreo por todo el mundo. Este método tiene sus límites: se necesita más trabajo para distinguir entre árboles que se cosechan intencionalmente en plantaciones y los que se están cortando en bosques naturales más viejos. Esto último es una preocupación mucho más grande para la pérdida de hábitats y el cambio climático.

"Tanto las evaluaciones a nivel del suelo como los datos satelitales son importantes", dijo Matthew C. Hansen, un científico que dirige la iniciativa de monitoreo en la Universidad de Maryland. "Pero lo que pueden hacer los satélites es identificar las alteraciones mucho más rápidamente", dijo. "Podemos identificar dónde se ha creado una vía forestal en un bosque y después enviar una alerta".

Por ejemplo, los datos satelitales mostraron que la República Democrática del Congo, el año pasado, sufrió más pérdidas forestales que cualquier otro país además de Brasil —cerca de 1,4 millones de hectáreas, un incremento del 6% en comparación con el año anterior. La tala de árboles a pequeña escala, la producción de carbón y la agricultura desempeñaron papeles clave.

Daños en Amazonia por una sequía aguda y excesivo calor

Los datos satelitales proporcionaron una imagen más clara de los vastos bosques tropicales de la Amazonia en Brasil, que desde hace tiempo han sido vulnerables a la excesiva deforestación. A lo largo de la década pasada, el gobierno brasileño ha logrado reducir la tala ilegal y empresas agricultoras occidentales como Cargill han prometido realizar actividades de cultivo más sustentables.

No obstante, el análisis de Global Forest Watch mostró que Brasil perdió una cantidad récord de zonas forestales en 2016 y 2017, en parte, debido a grandes incendios en el Amazonas. Son los campesinos y ganaderos quienes generalmente comienzan estos incendios para despejar la tierra, pero una sequía severa el año pasado provocó que se extendieran rápidamente, sobre todo en el sureste donde hubo excesivo calor.

Los satélites también detectaron evidencia de un desmonte de tierras a gran escala que podría estar ocurriendo en zonas donde el cumplimiento de la ley es débil.

"La gran preocupación es que comenzamos a ver una nueva norma en la que los incendios, la deforestación, las sequías y el cambio climático están interactuando para hacer que el Amazonas sea más inflamable", dijo Mikaela Weisse, analista de investigación de Global Forest Watch.

DOS ESCENARIOS ALENTADORES.

Una acción para cuidar y proteger

A partir de las imágenes de satélite, los investigadores vieron que Colombia perdió 0,4 millones de hectáreas de bosques en 2017, un aumento sorprendente del 46% en comparación con el año anterior. Muchas de estas pérdidas tuvieron lugar en la zona amazónica colombiana en áreas que solían estar controladas por las Fuerzas Aramadas Revolucionarias de Colombia (FARC), grupo guerrillero que fue desarmado el año pasado a raíz de un acuerdo de paz histórico.

"Ya que las FARC han dejado de controlar la zona, grandes áreas se están abriendo de nuevo y se puede ver la premura con que la gente está tomando terrenos por distintos motivos, como plantar cacao o realizar actividades ganaderas", estimó Mikaela Weisse (Global Forest Watch). Agregó que el gobierno colombiano anunció nuevas políticas para trabajar con comunidades indígenas con la finalidad de proteger los bosques, pero dijo que es demasiado pronto para declarar una victoria.

Reducen las pérdidas en un 88%

Los investigadores encontraron una zona de progreso en Indonesia, donde la mano dura del gobierno contra la deforestación podría estar dando las primeras señales de éxito. A lo largo de las décadas pasadas, los agricultores drenaron y quemaron turberas —capas gruesas de vegetación parcialmente descompuesta que contienen enormes cantidades de carb{ón fósil— para producir cultivos como el aceite de palma. Pero en 2015, después de un período de sequía severo y la fuerte presencia del fenómeno de El Niño, Indonesia tuvo su peor temporada de incendios en décadas, la cual cubrió el sureste de Asia con humo mortífero.

En 2016, el gobierno de Indonesia impuso una nueva moratoria en torno a la conversión de turberas, mientras Noruega prometió US$ 50 millones destinados a su cumplimiento. Las primeras señales son alentadoras: la pérdida forestal principal en las turberas protegidas de Indonesia disminuyó 88% en 2017 para alcanzar su nivel más bajo en año. Aun así, dijeron los expertos, la verdadera prueba de éxito podría llegar cuando otro El Niño vuelva a golpear al territorio.

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