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Bolsonaro impone el plan de gobierno que el pueblo votó

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Jair Bolsonaro. Foto: EFE

Acción del nuevo gobierno

Apertura económica y cambio en política exterior; oposición en retirada.

Jair Bolsonaro, ha comenzado a imponer su ideal ultraconservador en medio de la euforia de los mercados financieros y la virtual ausencia de una oposición, que parece haber desaparecido ante su fuerte arrastre popular.

El líder de la ultraderecha, que asumió el poder este 1 de enero, comenzó su gestión con pulso firme y en los primeros días imprimió un giro radical en todas las áreas, incluida la exterior, que tendrá un claro alineamiento con Estados Unidos y una posición mucho más dura frente al “comunismo” que atribuye a Venezuela y Cuba.

En cuatro días, el Gobierno alteró las normas para la demarcación de nuevas tierras indígenas, que pasará a manos del Ministerio de Agricultura, controlado por grandes hacendados; rebajó el peso de las políticas en favor de los homosexuales; y anunció su intención de “acabar” con la Justicia laboral y los “excesos de derechos”.

Despliegan 300 agentes para frenar la violencia

Unos 300 agentes de fuerzas federales comenzaron a desplegarse en el estado de Ceará, en Brasil, que ha sido sacudido por una ola de vandalismo que pudo ser orquestada por bandas que operan desde las cárceles.

El despliegue de las tropas de la Fuerza Nacional de Seguridad Pública en esa región del noreste fue autorizada por el Gobierno del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, tras decenas de ataques incendiarios que las autoridades locales temen que puedan ser una respuesta a medidas para endurecer las normas en las cárceles. Los ataques no cesaron después del anuncio del envío de las tropas.

Destituye.

Entre muchas otras medidas, también autorizó la destitución de aquellos funcionarios que defiendan ideales izquierdistas, cuyas plazas podrían ser eliminadas definitivamente a fin de reducir los gastos públicos.

Según el ministro de la Presidencia, Onyx Lorenzoni, eso responde al “mandato” de las urnas, que en las elecciones de octubre pasado le “dijeron basta a las ideas socialistas y comunistas que en los últimos 30 años llevaron al caos actual”.

Esa línea también prima en la política exterior, en la que el Gobierno ha delineado un claro alineamiento con Estados Unidos, al punto de que Bolsonaro declaró esta semana que pudiera evaluar en “un futuro” la instalación de bases militares de ese país en Brasil.

También ratificó que planea mudar la embajada del país en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, aún con el riesgo de un conflicto comercial con el mundo árabe, y adoptó una dura posición frente a Venezuela.

En su debut internacional, el nuevo canciller brasileño, Ernesto Araújo, mostró esa nueva actitud al proponer al Grupo de Lima que inste al presidente venezolano, Nicolás Maduro, a no asumir un nuevo mandato el próximo 10 de enero y entregar el poder al Parlamento.

Esa propuesta, aceptada por trece de los países del mecanismo, con la sola excepción de México, se agregó a la planteada por Perú inicialmente, que pedía a los miembros del grupo que no reconocieran a Maduro como presidente venezolano.

En lo económico, se ratificó que será impulsado un vasto plan de privatizaciones, todavía no delineado por completo, que reducirá a mínimos el “intervencionismo” del Estado en la economía y liberará de las “amarras” a la empresa privada.

También se avanzará en una reforma del régimen de jubilaciones, que de acuerdo al ministro de Economía, Paulo Guedes, formado en la Escuela de Chicago, tendrá como objetivo final la adopción de un sistema de fondos privados.

Silencio.

Los anuncios animaron al mercado financiero y en los primeros días del nuevo gobierno la Bolsa de Sao Paulo alcanzó un récord histórico atrás del otro.

Bolsonaro, que tilda de “socialista” o “comunista” a casi todo lo que se opone a sus ideas, dio todos esos pasos en medio de un casi absoluto silencio de la oposición, que se ha refugiado en las redes sociales para descalificar al gobierno.

El Partido de los Trabajadores (PT), el mayor de la oposición y cuyo candidato Fernando Haddad fue derrotado por Bolsonaro en las elecciones de octubre, más que afincarse contra el nuevo gobierno ha retomado su campaña por la libertad de Luiz Inácio Lula da Silva, su máximo líder y en la cárcel por corrupción desde abril pasado.

Con Lula condenado a doce años y sin liderazgos visibles, el campo progresista ha casi desaparecido de la escena política y, para muchos analistas, si no logra una rápida recomposición habrá un firme avance del ideal ultraconservador a partir de febrero, cuando se instalará un nuevo Parlamento claramente favorable a Bolsonaro.

Bolsonaro, que en su gabinete de 22 ministros tiene a cinco militares, parece consciente de su poder y durante su investidura arengó a unas 130.000 que asistieron al acto y afirmó que, con su Gobierno, Brasil se “liberará del socialismo, la inversión de valores y lo políticamente correcto”.

Fuerzas Armadas en contra de tener base de EE.UU.

Las declaraciones del presidente Jair Bolsonaro, en las que dijo estar abierto a que Estados Unidos opere una base militar en suelo brasileño no fueron bien recibidas por las fuerzas armadas del país, dijo un alto oficial militar a Reuters.

Bolsonaro manifestó en una entrevista televisiva el jueves que podría estar dispuesto a permitir una base estadounidense en Brasil para contrarrestar la influencia de Rusia en Venezuela, una decisión que significaría un cambio de dirección radical en la política exterior del país.

El Ejército de Brasil es contrario a la instalación de una base estadounidense, según dijo el oficial, que pidió mantenerse en el anonimato. Agregó que la posibilidad de ceder territorio para una base sorprendió a los oficiales del Ejército, que son guardianes celosos de la soberanía.

El Ministerio de Defensa dijo ayer que no había sido informado de la propuesta por parte de Bolsonaro.

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