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El blindaje de China

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El acuerdo que Cristina Kirchner selló con China, no es lo que hace un mandatario que transita sus últimos meses en el poder. Pasar de "Alianza Estratégica" a "Alianza Estratégica Integral", implica un viraje en la proyección exterior que pone a la potencia asiática por encima de todas las asociaciones que tiene Argentina.

El Mercosur merecía ser consultado y también hacía falta la aprobación del arco político local. Semejante giro requiere un amplio consenso interno. Pero la presidenta casó a su país con China, entregándole derechos como el de participar en mega-proyectos sin licitaciones previas. Y lo hizo sin más apoyo que el de su partido. Por eso hay lugar para sospechas. Por caso, que se trata del salto desesperado de un modelo económico que muestra su impotencia desde que caen los precios de las materias primas. Y el maridaje habilita otras dudas. Entre finales del siglo 19 y principios del 20, Inglaterra fue la potencia influyente en la economía argentina y desde esa posición influía también en la política, protegiendo las dirigencias que favorecían sus intereses. Lo mismo ocurrió cuando el país cambió a los ingleses por los norteamericanos. Desde entonces, Washington influyó en la política interna, posicionando y protegiendo la dirigencia que favorecía sus negocios.

Jaqueada por jueces y fiscales, con la economía debilitada y con una amplia mayoría cuestionando su gobierno, posiblemente Cristina esté buscando en China no sólo inversiones y préstamos que de otro modo no llegan; también un blindaje a su menguante poder. O sea, equilibrar con la influencia de su nuevo y poderoso socio, la debilidad que va entumeciendo su gobierno y abriendo flancos a embestidas judiciales. El almanaque dice que al poder kirchnerista le quedan pocos meses, pero el mega-acuerdo dice otra cosa, porque no es una política de Estado aprobada por el arco político, sino la decisión solitaria de un gobierno.

China no firma acuerdos que peligran si cambia el gobierno de la contraparte. Ergo, la certeza de China habilita dudas en Argentina.

Al llegar a Beijing, Cristina elogió a Mao a pesar de que su régimen provocó más de 60 millones de muertes, entre estropicios que causaron hambrunas, como el Gran Salto Adelante; la aplicación masiva de la pena de muerte, los campos de trabajos forzados y cacerías de brujas como la Revolución Cultural.

El elogio al "Gran Timonel" no fue una imposición de China para aceptar en su harén a la nueva esposa. Parece, más bien, una frivolidad del cholulismo ideológico, para justificar desde la pose política un pacto que evoca viejas alianzas entreguistas.

La bitácora

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