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Bipartidismo de buenos reflejos

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En los últimos años aparecieron señales de que el bipartidismo británico, donde conservadores y laboristas se alternan el poder, ya no funcionaba tan bien. Junto con la irrupción del nacionalismo e independentismo escocés, la mayor novedad política fue el auge del partido populista y xenófobo UKIP en las elecciones europeas de 2014 y el posterior Brexit.

Sin embargo, la derecha e izquierda tradicional británica parecen tener más reflejos, populismo y maquiavelismo que otros partidos tradicionales europeos en franco declive.

La victoria del Brexit hizo sonar las alarmas: la gente no se sintió representada y votó distinto a sus "líderes políticos". Muchas personas de la Inglaterra profunda y menos privilegiada comenzaron a despreciar a conservadores y laboristas "modernos y globalizados" del estilo de David Cameron y Tony Blair respectivamente. Muchos analistas han descripto esta tendencia como un nuevo corte del electorado con el cual las preferencias políticas se explican dependiendo de la actitud frente a la globalización. De un lado quienes la celebran y abrazan, y del otro los que le temen y la rechazan. En promedio, quienes rechazan la globalización (de izquierda o derecha) son menos educados, urbanos y jóvenes.

El Partido Conservador reaccionó inmediatamente después del Brexit eligiendo a Theresa May. La actual Primera Ministra trató de erigirse como defensora de las familias trabajadoras despreciadas por la elite y la globalización. A pesar de haber apoyado la permanencia en la UE, se apropió del Brexit duro con un énfasis obsesivo en el control migratorio y propuestas que rayan en la xenofobia como restringir la contratación de trabajadores extranjeros. Los últimos atentados terroristas han reforzado este discurso políticamente incorrecto que busca dar lo que "los votantes quieren oír". May aseguró que cambiará las leyes sobre derechos humanos para combatir el terrorismo, en una afirmación inimaginable de un Primer Ministro hace solo un par de años. Mientras el UKIP se hunde en las encuestas sus ideas triunfan en boca de May.

Por su parte los laboristas eligieron un liderazgo mucho más a la izquierda de las posiciones recientes. Jeremy Corbyn también reniega de los discursos más urbanos y globalizados y trata de conectar con el británico mediano, contraponiendo los intereses de las mayorías populares contra los de reducidos grupos de privilegiados. Su programa, que incluye nacionalizaciones, aumentos de impuestos y del gasto social, fue definido como el más radical desde los años 70. Quizás lo más representativo sea el poco énfasis en el Brexit al que su partido se opuso. Corbyn sabe que buena parte del histórico electorado laborista de ciudades industriales como Manchester o Liverpool votaron el Brexit y coqueteaban con el UKIP por lo que, por ejemplo, no hubo lugar en la campaña para defensa de los inmigrantes.

En el Reino Unido hay grandes incertidumbres como el Brexit o el independentismo escocés. Sin embargo, y a diferencia de España, Italia o Francia (donde nuevos partidos protagonizan las elecciones), los dos partidos tradicionales se las arreglan para seguir siendo "dueños" del sistema y hoy acumularán cerca del 80% de los votos.

(*) Estudiante Máster Economía Política /London School of Economics

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