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Biden plantea restablecer la normalidad en la sociedad y Sanders una “revolución política”

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Joe Biden y Bernie Sanders se saludan, al comienzo del debate, igual que los futbolistas, con un choque de codos. Foto: Reuters

ESTADOS UNIDOS

Se trató del primer duelo cara a cara entre Joe Biden y Bernie Sanders en tiempos de coronavirus y en medio de una emergencia nacional.

El momento era crucial. Se trataba del primer duelo cara a cara entre Joe Biden y Bernie Sanders en tiempos de coronavirus, en medio de una emergencia nacional y cuando faltaban menos de dos días para que cuatro nuevos Estados puedan darle al exvicepresidente de Barack Obama los delegados necesarios para que su nominación como candidato demócrata a la Casa Blanca sea ya un hecho incuestionable. Podía ser el canto del cisne del senador Sanders.

En el mano a mano, Biden se adelantó a su contrincante al anunciar que se comprometía, si era el elegido para ser el candidato a enfrentarse a Donald Trump, a nombrar a una mujer para ser la vicepresidenta de Estados Unidos. Sanders declaró que se inclinaba a hacer lo mismo, pero no se comprometió a ello.

Con el planeta sumido en una crisis histórica, dos hombres con edades de riesgo de 77 y 78 años tenían ahora más que nunca la misión de probar que estarían a la altura del cargo si se convertían en el Comandante en Jefe elegido para dirigir el país. Había que probarse. Por eso, cada uno de ellos intentó en toda la primera parte del debate centrada en la pandemia conducir la discusión sobre el coronavirus hacia territorio conocido y en el que se sentían cómodos. Biden insistió una y otra vez en su experiencia durante la Administración Obama y el manejo de la crisis del ébola y Sanders promovió la idea central de su programa sobre la sanidad universal.

Si en algo estaban de acuerdo ambos políticos era en la catastrófica respuesta que el presidente Trump ha tenido frente a la crisis del coronavirus. Sanders recomendó al mandatario que se callara y escuchara a los expertos y Biden dijo que era como estar en “una guerra”. Si Sanders empleó una generalidad cuando se le preguntó directamente qué haría para contener la crisis vírica y dijo que usaría “todas las opciones que tienen sentido”, Biden fue tajante al afirmar que sacaría “de inmediato a los militares a la calle”, ya que en su opinión eran los que pueden proporcionar la ayuda inmediata que necesitan los hospitales.

Donald Trump, este jueves en la Casa Blanca. Foto: Reuters
Donald Trump en la Casa Blanca. Foto: Reuters

Los gestos en el debate.

Era todo un reto debatir en tiempos de coronavirus. Todo era nuevo y sin precedentes. El lugar del debate se trasladó de Phoenix (Arizona) a la ciudad de Washington para evitar viajes innecesarios. No se permitió la presencia de público en el plató de CNN en el que los contendientes guardaban una prudente distancia entre ellos de casi dos metros.

Conscientes de que eran observados, su primer gesto fue suprimir el consabido apretón de manos y cambiarlo por el ya significativo choque de codos. (Aunque en un momento determinado, las cámaras recogieron cómo Biden tosió y lo hizo sobre su mano, no sobre el codo como indican los manuales sanitarios). Era la mayor representación de que el miedo y la prudencia tiñe todo, hasta la campaña electoral que se ha transformado por completo, sin actos públicos desde hace casi una semana y con varias primarias pospuestas.

Era este el onceavo debate demócrata y en prácticamente todos los anteriores Biden había representado un pésimo papel, acorde con sus resultados en las encuestas y en los primeros caucus y primarias, cuando Sanders parecía el candidato a la nominación indiscutible. Ese escenario cambió hace tres semanas. En las primarias de Carolina del Sur y en el famoso Supermartes. Biden ha ganado 14 de los 20 Estados en los que se ha votado en el mes de marzo y las encuestas le dan una ventaja de entre 20 y 40 puntos de ventaja sobre Sanders en los Estados que votan el martes día 16: Florida, Arizona, Ohio e Illinois.

Sin errores.

Fue una buena noche para Biden, su equipo de campaña podía respirar tranquilo porque el exvicepresidente no tuvo ninguna pifia respecto a datos o salidas de tono. Aunque Sanders logró ponerle contra las cuerdas y situarle a la defensiva cuando le cuestionó su pasado sobre temas como la seguridad social, el aborto o la guerra de Irak durante sus años en el Senado. Biden contraatacó criticando la defensa de las armas que el senador de Vermont ha hecho en varias votaciones en el capitolio y su defensa de regímenes dictatoriales como la Cuba de Castro, la Nicaragua sandinista o su defensa de un país que viola los derechos humanos como China.

Ambos hombres se comprometieron -Biden con mayor contundencia y claridad- a apoyar al que finalmente sea el candidato demócrata a competir por la Casa Blanca en 2020. Ambos dejaron claro que el objetivo a batir es Donald Trump. Sanders añadió que hay que refundar Estados Unidos, “lejos de la avaricia y las corporaciones”. Biden, el llamado candidato del establisment, declaró que el pueblo no quiere la revolución que ofrece Sanders, sino resultados. El exvicepresidente de Obama finalizó su intervención situándose por encima de la riña política para declarar la importancia de esta elección, “más grande que ninguno de nosotros”.

En algunos momentos, Biden hizo aperturas hacia la izquierda. Invocó a la senadora Elizabeth Warren, quien se retiró de la contienda demócrata la semana pasada, pero no apoyó a ninguno de los dos candidatos. Por ejemplo, prometió que durante sus primeros cien días como presidente “nadie será deportado”, reflejando de esa manera un reclamo de la comunidad hispana, que hasta ahora por amplia mayoría dio su apoyo a Sanders en las elecciones primarias. Incluso llegó a decir que si su rival ganara la candidatura “no solo voy a apoyar a Bernie, sino que voy a hacer campaña por él”.

Biden ya piensa en la manera cómo unificar al Partido Demócrata si como todo parece indicar será el candidato presidencial que enfrentará a Trump en noviembre.

Pero, dentro del partido se mantienen dos visiones: el ex vicepresidente cree con firmeza que si derrotan a Trump se restablecerá la normalidad en Estados Unidos. A su vez, Sanders cree que la salida de Trump es solo el primer paso hacia una “revolución política” que es necesaria.

Esa división -una de las divergencias fundamentales entre los dos candidatos- quedó en evidencia en el debate. Y, ante la crisis sanitaria reiteró su propuesta de aplicar el programa Medicare (fue promulgado en 1965 por el presidente Lyndon B. Johnson y cubre a personas a partir de los 65 años) de manera extendida a otros sectores de la población.

Biden respondió que esa y otras propuestas de Sanders “son irrealizables e irreales”, debido al enorme costo que implican.

Hispanos votan, en Florida, contra el “socialismo”

En la sala de su casa en Miami, la cubanaestadounidense Carmen Peláez pierde la paciencia con Bernie Sanders. Ella esperaba que el precandidato progresista abandonara la carrera por la nominación demócrata antes de que su estado, Florida, celebre hoy las primarias.

Pero Sanders, aunque ha sufrido decepciones en otros estados que han dado sonoras victorias al ex vicepresidente Joe Biden, insiste en no renunciar. Peláez, frustrada, entorna los ojos e increpa al televisor. “¿Para qué se queda? ¿Para los cuatro votos que va a ganar en Florida? ¡Por favor!”, exclama la artista de 48 años.

Peláez nació en Estados Unidos de padres cubanos. El grupo demográfico de sus progenitores, formado por personas que huyeron del gobierno comunista de los Castro, es conservador y muy republicano.

Pero Peláez, a diferencia de su familia, es “demócrata a muerte”. Espera que el moderado Biden gane las primarias. Le parece que es el candidato ideal para derrotar a Donald Trump.

En cambio Sanders, quien se define como “socialista democrático”, le produce desconfianza.

Es el sentimiento general de la comunidad hispana de Florida, buena parte de la cual son exiliados cubanos o vienen de otros países con gobiernos socialistas, como Venezuela o Nicaragua. Sanders no ayudó a convencerlos cuando mostró reticencia en calificar como “dictador” al gobernante venezolano, Nicolás Maduro (aunque luego lo comparó con un “tirano despiadado”), ni cuando elogió el programa de alfabetización del castrismo. Las últimas encuestas indican una ventaja de Biden sobre Sanders de entre 30 y 40 puntos porcentuales en Florida.

Los demócratas también votan hoy en Arizona, Illinois y Ohio para decidir quién se lleva los 577 delegados a la Convención que están en juego. Varios expertos estiman que la derrota en Florida puede ser el final del intento de Sanders por ser candidato. (Con información de AFP)

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