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Barrio Rojo de Ámsterdam, un “monstruo” amenazado

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Barrio Rojo de Ámsterdam. Foto: Reuters.
FILE PHOTO: Visitors enter a peep-show theatre during the first-ever open day of Amsterdam's red light district February 18, 2006. REUTERS/Paul Vreeker/File Photo
Paul Vreeker/REUTERS

TURISMO Y PROSTITUCIÓN

Analizan desde cerrar la zona hasta trasladar los prostíbulos.

El Barrio Rojo de Ámsterdam se ha popularizado entre los turistas tanto que residentes y trabajadoras sexuales denuncian a diario ruido, acoso y molestias. Esto, sumado al desorden, la delincuencia organizada y el tráfico de mujeres, ha puesto sobre la mesa el posible cierre de “un monstruo de varias cabezas”, en palabras del municipio.

Desde el anonimato y sin dejarse fotografiar, una joven holandesa de 35 años dedicada a este negocio de la prostitución, dice que el turismo masivo “espanta a sus clientes” y, además, añade, ella se siente agredida por las miradas de los curiosos que las tratan como “un objeto extraño, turístico” y les sacan fotografías a pesar de que ellas lo rechacen.

Lo que advierte la alcaldesa de Ámsterdam, Femke Halsema, es que el debate sobre la situación del distrito de la prostitución “se ha hecho siempre desde un punto de vista moralista” y recuerda que no quiere “expulsar” a las trabajadoras sexuales de la ciudad, más bien insta a la gente a buscar “soluciones prácticas” a un problema cada vez más grave.

“Solo tengo tres condiciones: mejorar los derechos humanos de las trabajadoras sexuales, y reducir los delitos y las molestias”, afirmó Halsema, la política de la izquierda verde Groenlinks y primera mujer en dirigir el ayuntamiento de Ámsterdam.

La alcaldesa presentó esta semana un plan con cuatro alternativas. Las soluciones van desde la eliminación de parte del distrito, hasta el cierre de los 330 ventanales para su traslado a otro lugar, pero también ofrece opciones menos radicales, como la ampliación de la zona para dividir más a las multitudes y el cierre de las cortinas rojas de forma permanente para que las prostitutas no sean visibles desde la calle.

La alcaldesa también maneja poner a disposición de las prostitutas un hotel con alquiler de habitaciones por horas, para reducir sus gastos y aumentar su seguridad. “La zona (conocida en neerlandés como De Wallen) es muy pequeña y está muy ocupada. Si reducir la prostitución ilegal significa que tenemos que proporcionar más lugares autorizados, más ventanales o un hotel de prostitución, lo haremos”, añadió.

El Barrio Rojo es una atracción turística de la ciudad de Ámsterdam, de la misma manera que lo es el Rijksmuseum y el Museo Van Gogh. Viene incluido incluso en las guías, pero “el hecho de que los turistas acudan en masa a ver a las prostitutas no debería ser algo de este siglo”, en palabras del concejal progresista Udo Kock.

Kock intentó aliviar la situación con un plan que presentó en marzo: se prohibieron las excursiones guiadas a De Wallen porque, en la Oudekerksplein, el corazón del barrio, se reunían una media de 1.014 grupos por semana, lo que en los momentos más cruciales suponía hasta 30 grupos de unas 20 personas por hora. El plan no funcionó como se esperaba.

En 2018, más de 19 millones de turistas visitaron Ámsterdam, una ciudad con una población de 850.000 habitantes, y en su mayoría hicieron al menos una visita al Barrio Rojo por curiosidad, pocos para contratar los servicios de las prostitutas. Y esto provoca que al menos un 83% de los residentes de la zona de la prostitución denuncien problemas para dormir por el ruido, suciedad y molestias por parte de los turistas, además de la inseguridad por el crimen organizado que se mueve por la zona.

Antes de decidir sobre el futuro del distrito de la prostitución, el municipio organizará una serie de reuniones públicas para hablar con residentes, sindicatos, prostitutas y demás involucrados en el negocio.

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