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El año del terror total

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Fue el año en que una ola de refugiados sobre Europa y la foto del cadáver un niño lamido por las olas en una playa, hicieron que las potencias de Occidente se replanteasen el conflicto sirio, cayendo en cuenta que la prioridad no podía ser la caída del régimen, sino el final de ese III Reich llamado ISIS.

También fue el año en el que el conflicto ruso-ucraniano empezó a volverse crónico; en el que Estados Unidos y Cuba terminaron con su Guerra Fría y el año en el que los populismos más furibundos de Latinoamérica comenzaron a ceder: el chavismo fue barrido en los comicios legislativos de Venezuela y el kirchnerismo perdió el gobierno de Argentina.

Pero además fue el año en el que terminó de consolidarse una nueva era del terrorismo, de letalidad e imprevisibilidad superior a las eras anteriores. El mundo ha ingresado en la era del terrorismo total. El siglo XX empezó con las bombas anarquistas en blancos siempre relacionados con el poder. La brutalidad creció en la segunda mitad de la centuria pasada, con las organizaciones terroristas de carácter marxista, como las Brigadas Rojas en Italia y el Baader-Meinhof en Alemania. Ese nivel de letalidad se mantuvo con el terrorismo nacionalista y el separatista, que tuvo en la ETA un claro exponente europeo. El Irgún judío y, posteriormente, grupos palestinos como Septiembre Negro, pertenecieron a esa misma matriz.

El terrorismo marcó las últimas décadas del siglo XX en todo el planeta, mientras que el siglo XXI comenzó con un salto cualitativo: del terrorismo local se pasó al terrorismo global, con la irrupción de Al Qaeda, su estructura mundializada e inspirada en la lógica de Internet, y su debut con el primer atentado que alcanzó la escala del genocidio, el 11 de Septiembre del 2001. Hasta entonces, el terrorismo implicaba estructuras con jerarquías y con miembros vinculados a esas estructuras. En 2015, el mundo entró a la era del terrorismo total. Los terroristas de hoy, a diferencia de todos sus antecesores, no necesitan tener vínculo alguno con organizaciones. Simplemente, a través de Internet se realiza el adoctrinamiento y se invita a matar a quien sea y como se pueda. De tal modo, un "lobo solitario", una pareja o un grupo de amigos, puede de buenas a primeras perpetrar una masacre. El blanco siempre es civil e inerme, como los dibujantes de Charlie Hebdó o los parisinos que asistían a un concierto de rock. En la era del terrorismo total, no hay límites. Lo prueba el matrimonio musulmán que, en California, abandonó a su bebé para perpetrar una masacre en un centro para discapacitados.

La Bitácora

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