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Amal Clooney usa su fama para casos de alcance internacional

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Amal Clooney y el embajador de Canadá, Troy Lubashnik conversan con un periodista. Foto: Reuters
Al Jazeera television journalist Mohamed Fahmy, L, talks with lawyer Amal Clooney, C, and Troy Lulashnyk (R), Canadian Ambassador to Egypt, before hearing the verdict at a court in Cairo, Egypt, August 29, 2015. An Egyptian court sentenced three Al Jazeera TV journalists to three years in prison on Saturday for operating without a press license and broadcasting material harmful to Egypt, a case that has triggered an international outcry. The verdict in a retrial was issued against Mohamed Fahmy, a naturalised Canadian who has given up his Egyptian citizenship, Baher Mohamed, an Egyptian, and Peter Greste, an Australian who was deported in February. REUTERS/Asmaa Waguih
ASMAA WAGUIH/REUTERS

Amal Clooney ha transformado el aburrido mundo de los abogados de traje y corbata en una bacanal de imagen para las marcas de moda que hoy buscan, en la flamante esposa de George Clooney, un escaparate que las aleje de la frivolidad para que sus prendas brillen sobre una profesional cada vez más mediática.

Por otra parte, contraer matrimonio con el soltero de oro de Hollywood ha permitido a esta abogada especializada en derechos humanos elevar su perfil profesional hasta tal punto que cualquier caso en el que se implica la convierte en la protagonista indiscutible, dejando en segundo plano a sus defendidos.

Así volvió a demostrarse, la semana pasada, en las islas Maldivas, adónde Amal Clooney acudió como parte del equipo legal encargado de la defensa del expresidente Mohamed Nasheed, encarcelado desde el pasado marzo tras haber sido depuesto a punta de pistola, como han denunciado desde ONG como Amnistía Internacional a organismos internacionales como la ONU.

El caso de Nasheed es una de las muchas injusticias del mundo que no llegan a las portadas de los diarios. Elegido presidente en 2008 tras ganar las primeras elecciones democráticas del país, sus posiciones políticas ecologistas le llevaron a declarar que las Maldivas serían independientes energéticamente del petróleo en apenas una década, e impulsó el desarrollo de la energía solar y eólica. Aunque se convirtió en un eco-héroe gracias al documental The island president, todo el establishment político y militar que había mantenido el país bajo una dictadura camuflada durante tres décadas hizo todo lo posible para obligarle a caer y finalmente dimitió en 2012, aunque él asegura que lo hizo a punta de pistola, cosa que la oposición niega.

Durante su mandato, entre otras cosas, ordenó el arresto de un poderoso juez del antiguo régimen acusado de corrupción. El nuevo gobierno hoy le acusa de terrorismo por aquel arresto. Y le ha condenado a 13 años de cárcel.

Ahí es donde entra Amal Clooney, quien además de escribir columnas en su defensa en la prensa anglosajona, sacando su caso del ostracismo mediático, el lunes aterrizó en la capital de Maldivas, Male, para continuar con los procedimientos legales que buscan la liberación del político. Su aterrizaje fue más parecido a la llegada de una estrella de cine a Cannes que a la de un abogado a una reunión de trabajo. Pero eso a estas alturas ya no es novedad.

La abogada también acudió a Colombo, la capital de Sri Lanka, en busca de apoyo a la liberación del exmandatario. Se reunió con el presidente de Sri Lanka, Maithripala Sirisena y el primer ministro, Ranil Wickremesinghe, para presionar por vía diplomática e incluso imponer sanciones al gobierno maldivo.

La activista británica de origen libanés trabaja para un prestigioso bufete del Reino Unido y ha participado en procesos del ámbito internacional sobre Gaza, el genocidio armenio o la devolución por parte del Museo Británico de piezas del Partenón a Grecia. Antes de conocer a Clooney, Amal, que también ha defendido a Julian Assange, ya trabajaba en el campo de los derechos humanos. Pero ahora su nuevo apellido la convierte en el mejor altavoz posible para sus casos. Y sin duda, en la mejor fuente de ingresos para su despacho.

Fue asesora de Grecia en una disputa histórica.

Hace dos semanas Amal Clooney acudió a Egipto como abogada defensora de Mohammed Fahmy, uno de los tres periodistas de Al Jazeera a los que se acusaba de difundir material televisivo dañino. La vista del juicio se saldó con la condena a tres años de cárcel de su defendido y con un revuelo mediático monumental ante la presencia de la abogada, a la que demasiadas veces se mira más como esposa de Clooney que como letrada. No obstante, esta profesional astuta y sagaz utiliza el poder que tiene sobre las cámaras para enviar mensajes muy alejados de la frivolidad de otras estrellas mediáticas: "Los jueces en Egipto están permitiendo que los juzgados se conviertan en instrumentos de opresión política y propaganda" declaró.

Meses antes su presencia también fue objeto de atención en Grecia, país al que asesoró en el caso de los mármoles del Partenón, que le reclamaba a Gran Bretaña. Finalmente no hubo caso puesto que Grecia, sumergida en una crisis, optó por abandonar sus reivindicaciones.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Amal Clooney y el embajador de Canadá, Troy Lubashnik conversan con un periodista. Foto: Reuters

La abogada se convIrtió en una gran fuente de ingresos de un estudio británico

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