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Alemania en el limbo

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LA BITÁCORA

Ni siquiera la vigorosa autoridad de la canciller alemana Angela Merkel está a salvo de la irrupción del anti-sistema. Su liderazgo es el más sólido del Occidente desarrollado.

Con ella, Alemania se consolidó como locomotora de Europa. Además, la deriva británica del Brexit y la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, agravan un escenario en el que la canciller germana aparece como la última estadista con energía y lucidez para enfrentar un tiempo de engendros demagógicos.

Sin embargo, la última elección la mostró debilitada. El sólido sistema bipolar alemán naufragó por primera vez en 70 años. El polo de la centroderecha no pudo formar gobierno con sus aliados naturales ni asociar a los ecologistas. Pero lo más grave es que la posibilidad de una Gran Coalición se ha dificultado gravemente.

Desde que el conservador Kiesinger cogobernó con el socialdemócrata Willy Brandt entre 1966 y 1969, la cohabitación de las dos grandes fuerzas ha sido una tabla de salvación del sistema. La Gran Coalición debió repetirse en el 2005, cuando la diferencia que obtuvo Merkel sobre Gerhard Schroeder fue tan ínfima que sus fuerzas debieron compartir el gobierno.

La situación se repitió en el 2013. Merkel había logrado un buen triunfo, pero el Partido Liberal se desplomó hasta el punto de no servir para integrar una coalición. Merkel formó una Gran Coalición llevando al socialdemócrata Sigmar Gabriel como vicecanciller.

La última elección dejó a la vista que cogobernar con la centroderecha debilitó al Partido Socialdemócrata (SPD). Por eso anunció que ya no volvería a integrar una Gran Coalición.

Las urnas muestran que las dos últimas alianzas entre los principales rivales alemanes, hicieron que ambas fuerzas generaran diásporas hacia la extrema derecha y la extrema izquierda. De ese modo, surgieron la filo-nazi Alternativa Para Alemania y el partido neo-marxista Die Linke (La Izquierda).

La ultraderecha se convirtió en tercera fuerza, pero el debilitamiento del SPD por el surgimiento de Die Linke lo convenció de que es el partido que más pierde con las grandes coaliciones. El problema es que la última elección, en la que ganó Merkel pero sin posibilidad de formar coaliciones lógicas, colocó la política alemana en un limbo peligroso.

Que las únicas alternativas sean gobernar en minoría o disolver el Bundestag y repetir el comicio, es la situación inédita que obliga a los socialdemócratas a inmolarse para resguardar el sistema.

Para el SPD, se trata de una encrucijada. Si vuelve a cogobernar con Merkel, seguirá desangrándose. Y si no lo hace, tendrá una responsabilidad protagónica en el derrumbe de una estabilidad indispensable para toda Europa.

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