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De estudiar ingeniería a cocinar en uno de los hoteles más prestigiosos de José Ignacio

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Juan Martín Ferrari, chef de Playa Vik en José Ignacio. Foto: Delfina Milder

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Cocineros orientales, un ciclo de entrevistas a chefs uruguayos que muestran su talento y cuentan el origen de su profesión.

Juan Martín Ferrari nació en Melo, Cerro Largo, y tras terminar el liceo viajó a Montevideo para estudiar ingeniería. Lo que no imaginaba es que diez años después iba a ser chef en el hotel y restaurante más exclusivo de José Ignacio: Playa Vik.

"Cuando arranque a cocinar no sabía pelar una papa, era muy básico lo mío en la cocina", cuenta. Tras un breve periodo en la facultad de ingeniería se volcó de lleno en la gastronomía. Y desde hace siete años es chef en Playa Vik. La cocina funcionaba exclusivamente para el hotel, pero hace algunos años comenzó a abrir en las noches al público en general. 

Pinchos de cordero y ensalada de chipirones en Playa Vik, José Ignacio. Foto: Delfina Milder
Pinchos de cordero y ensalada de chipirones en Playa Vik, José Ignacio. Foto: Delfina Milder

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Para empezar en el mundo de la cocina, Ferrari debió vencer algunos prejuicios de su familia: "Les daba un poco de miedo, vas a ser cocinero... He ido trabajando, me gano la vida gracias a la gastronomía y se dieron cuenta que puedo vivir gracias a eso".

Satisfacer de la necesidad de hambre y disfrutar de los sabores que están en los productos son los objetivos de comer, afirma. "Uno, cuando come, quiere pasar un buen momento y decir: 'Uh, qué rico esto, valió la pena venir a este lugar'".

Ensalada de chipirones en Playa Vik, José Ignacio. Foto: Delfina Milder
Ensalada de chipirones en Playa Vik, José Ignacio. Foto: Delfina Milder

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Ferrari prioriza poner en el plato productos locales, frescos y orgánicos. Pero la comida es solo una parte de la experiencia: si el comensal no recibe un buen servicio, si no se siente bien, no disfrutará del plato por más rico que sea, afirma Ferrari. Por eso, cuando la cocina se calma un poco, sube a la zona de las mesas a observar cómo está pasando la gente, a intercambiar algún saludo. En definitiva, a coronar con una conversación esa experiencia que empezó en su cocina, mucho antes del primer bocado del comensal.

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