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Voto bajo amenaza

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Quizá sea la gota que colme el vaso. Por lo pronto, la asamblea constituyente implicará la anulación de la Asamblea Nacional, que había quedado conformada según la voluntad libremente expresada en las últimas elecciones plurales que tuvo Venezuela.

A ese cuerpo democráticamente elegido, el régimen ya le había aplicado una vasectomía que lo volvió infértil, imposibilitándole legislar. Ahora lo reemplaza por la entidad que le aprobará las concesiones petroleras que quiere hacer a empresas rusas y chinas, además de avanzar hacia un régimen de partido único.

El problema para el régimen es que el carácter fraudulento del proceso podría provocar eso que, hasta el momento, había podido evitar financiando (en blanco y en negro) a gobiernos y dirigencias en la región: el aislamiento.

Ese carácter fraudulento que puede convertirse en la gota que colme el vaso, no surge de deducciones subjetivas ni de campañas difamatorias de medios de comunicación, como afirma el liderazgo chavista. Hay razones objetivas que invalidan el referéndum.

Lo que vuelve a este proceso inaceptable está a la vista en discursos públicos de Maduro y de Diosdado Cabello. A pocos días de la votación, el presidente apareció en cámara explicando a funcionarios y dirigentes cómo debían hacer para garantizar el voto de todas las personas que, de un modo u otro, estuvieran bajo su influencia.

Muchos de los discursos en los que Maduro y Cabello presionan e intimidan a los venezolanos para que acudan a votar, fueron públicos. Incluso el domingo, bien temprano, Maduro apareció en TV mostrando el "carnet de la patria" y explicando que, mediante ese dispositivo y su código de barras, el régimen puede saber si cada uno de los venezolanos fue o no fue a votar.

Esto no es una interpretación subjetiva o la afirmación de una fuente. Esto es lo que hizo Maduro ante los ojos del mundo. Y no entenderlo como una brutal intimidación, es no entenderlo.

En la votación, la cuestión no es qué candidatos sacaron más votos y cuáles menos. Al ser todos del mismo espacio, la cuestión era la cantidad de gente que votó. Maduro necesitaba más votantes que los siete millones y medio que acudieron a los pocos centros de votación donde la oposición juntó sufragios como mensaje contra el régimen y su proceso constituyente.

Por las medidas dispuestas desde el poder, es imposible saber cuánta gente acudió a las urnas, Lo que está a la vista son las amenazas con que se intentó arriar multitudes a las urnas. Si logró o no la cifra que buscaba, no tiene mayor relevancia.

LA BITÁCORA

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