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Uruguay tiene un margen de seis años para invertir en los jóvenes

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Se debe invertir para dotar a jóvenes de habilidades para adaptarse a los cambios. Foto: M. Bonjour
Grupo de jovenes en asentamiento irregular en predio valdio parteneciente a la Imm frente al Parque Guarani, nota por inseguridad en el barrio Flor de Maroñas, pobreza en Montevideo , ND 20150804, foto Marcelo Bonjour - Archivo El Pais
Archivo El Pais

Estudio de CAF indica que de lo contrario quedará rezagado del mundo.

Uruguay tiene un plazo de seis años para aprovechar el "bono demográfico" con que cuenta para invertir en los jóvenes reduciendo la deserción escolar, el embarazo adolescente y el porcentaje de Ni-Ni de forma de poder adaptarse al mundo que se viene y no quedar rezagado, según un estudio del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) titulado "Más habilidades para el trabajo y la vida: los aportes de la familia, la escuela, el entorno y el mundo laboral".

El "bono demográfico" es el lapso en que la población activa es mayor que la dependiente (niños y adultos mayores) y por tanto el potencial productivo de la economía es más elevado.

En el caso de Uruguay el "fin del bono demográfico" es 2022 mientras que para el promedio de América Latina y Caribe es 2027, según el organismo. Por esto, CAF sostiene que "resulta de suma importancia invertir en los más jóvenes para que éstos cuenten con un abanico de habilidades que les dé la versatilidad necesaria para adaptarse a los entornos cambiantes que caracterizarán los próximos años". Es más, afirma que "todas las dimensiones de retraso relativo de la región" como crecimiento lento del PIB, baja productividad, alta violencia, etc., se deben al "déficit de inversión" en este sentido.

Los tres mayores problemas que detectó el estudio en la región —que será presentado hoy — son la deserción escolar, el fenómeno de los jóvenes desvinculados del estudio y del trabajo (llamados Ni-Ni) y el embarazo adolescente.

En Uruguay los Ni-Ni bajaron 4% en los últimos 20 años, de las menores reducciones en América Latina, según el estudio. Pese a ello, en 2014 eran poco menos de un 20% y el país era el sexto país con menor cantidad de jóvenes que ni trabajan ni estudian. En Bolivia y Ecuador los Ni-Ni, por el contrario, han aumentado y en Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala superan al 25%. Brasil y Argentina tienen un porcentaje similar al de Uruguay. Los dos países con menos Ni-Ni son Bolivia (13%) y Perú (14,1%).

Según el estudio esto se puede deber a que "en sus áreas rurales, donde habita una fracción importante de la población, a pesar de que la participación de los jóvenes en el sistema educativo es bastante baja, alrededor del 75% y 80% de los jóvenes declara trabajar".

La Encuesta CAF 2015 evidenció que a nivel de la región el 74% de los Ni-Ni son inactivos y el 58% de los Ni-Ni desocupados "pasan la mayor parte de su tiempo libre en su casa". En muchos casos esto se debe a que realizan cuidado de familiares o tareas domésticas.

Al factor de los Ni-Ni se suma la deserción escolar. En Uruguay el informe maneja con datos de 2013 que la edad en la que empiezan caídas consecutivas en la tasa de matriculación es a los 12 años y los 15 es la primera edad con una caída mayor a cinco puntos porcentuales. La situación es similar en toda América Latina. En este factor se sostiene que incide el hecho de que la carrera docente "no es muy atractiva (...) Los sistemas no vinculan el salario del maestro a su desempeño, el pago que se les hace es relativamente bajo y con poco crecimiento a lo largo de la carrera. Estas razones pueden estar detrás de la incapacidad del sector educativo de atraer a los mejores estudiantes hacia la profesión. Asimismo, es evidente que esta estructura de remuneración da pobres incentivos para generar mayores esfuerzos que conduzcan a una tarea pedagógica de calidad".

En esa lógica el embarazo adolescente es otro de los factores que no contribuye a proseguir en la carrera educativa lo que debe ser combatido.

Los tres factores, además, se dan en un contexto regional en que los empleos se caracterizan por una "baja demanda de habilidades cognitivas complejas" y que tres de cada cuatro empleos están en lugares donde no se hace uso intensivo de ellas en parte por el peso que tiene el sector informal donde se piden menos habilidades.

El estudio sostiene que "tener más habilidades implica un trabajo de mejor calidad y ser más productivo, contar con mejor estado de salud física y mental, participar más activamente en la vida cívica, completar más años de educación, sentir mayor satisfacción con la propia vida, entre otros aspectos del bienestar personal".

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Se debe invertir para dotar a jóvenes de habilidades para adaptarse a los cambios. Foto: M. Bonjour

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