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Las últimas horas de la "cacería" del Kiki"

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Operativo policial para detener a Christian "Kiki" Pastorino en el asentamiento El Monarca. Foto: Fernando Ponzetto.

INSEGURIDAD

Lo cubrían secuaces en motos. No dormía dos noches en un mismo lugar. Cayó por utilizar el celular.

El Kiki da electricidad, amigo. Quema. En el Cerro lo quieren matar por la ‘movida’ que está provocando. ¿Qué voy a estar escondiéndolo si toda la ‘yuta’ (Policía) lo está buscando? Acá el Kiki no apareció".

Así se defendió ante un oficial un individuo sindicado como amigo de Cristian Pastorino (22) durante un allanamiento realizado por un equipo de investigadores de la Jefatura de Montevideo en una casa del barrio La Teja, una de las zonas donde el "Kiki" se movía con frecuencia.

Los últimos días de Pastorino fueron de vértigo. No dormía dos noches en la misma casa. Un grupo de entre seis y siete delincuentes le daban cobertura. Los investigadores sospechan que una funcionaria policial también le dio ayuda.

Otra persona muy cercana a Pastorino era su cuñada. A ella no le importó que Pastorino le disparara por lo menos dos tiros a su hermana, Alison Patricia Pichón, matándola el 6 de diciembre de 2017. A poca distancia de Alison se encontraba el hijo de tres años del matador.

"Kiki" asesinó a su expareja porque no quería entregarle unas armas, consignó El Observador y confirmó El País.

El asesinato de la empleada del Super Vero, Florencia Cabrera, generó que la Policía sacudiera barrios periféricos en la búsqueda del matador y muchos delincuentes se alejaran del prófugo. Sin embargo, un grupo no lo dejó solo.

Se trataba de una red que Pastorino tejió cuando estuvo internado por una rapiña en un hogar del entonces Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente (Sirpa) —hoy Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente— y en el Comcar por receptación y tenencia de armas.

Los hechos prueban que el joven no tuvo seguimiento alguno por parte de esas instituciones y tampoco que se rehabilitó. Cada vez que salió de ellas incurrió en delitos más graves.

Miedo.

Una moto Winner, modelo CG, era el vehículo utilizado por el "Kiki" para desplazarse. En ocasiones iba como acompañante de un menor. En otras conducía y en otra moto lo seguían dos "escoltas". Pastorino llevaba un revólver calibre 32 cargado en su cintura. Era de pocas palabras.

La Policía logró establecer que, luego de matar a Florencia Cabrera, Pastorino se movió por tres barrios: Cerro, La Teja y Tres Ombúes.

Los investigadores policiales de la Dirección de Información Táctica (DIT) y de las Zonas II (La Blanqueada y barrios aledaños) y Zona IV (Cerro y zonas cercanas) supieron que, además de las motos, un BMW de color blanco también lo llevaba de un barrio a otro. Los investigadores, utilizando tecnología de punta, fueron cerrando el cerco en torno al delincuente. Para evitar ser detectado, el "Kiki" no encendía su celular.

Al verse cercado en sus barrios habituales, el "Kiki" se dirigió a Villa García donde tenía algunos conocidos de su misma edad. (Ver nota aparte)

Cuando necesitaba comunicarse, usaba varios chips diferentes en su celular. Luego volvía a apagar el aparato. No sabía que, cada vez que utilizaba el móvil, los policías lograban rastrearlo. Al advertirse rodeado por la Policía en el rancho en que se escondía se pegó un tiro.

Quiere llegar a un acuerdo con la fiscalía.

Aníbal Martínez Chaer, abogado del joven que llevó en moto a Cristian "Kiki" Pastorino a una chacra de Solís de Mata ojo, dijo que su cliente actuó amenazado por el delincuente hoy fallecido. "El Kiki le manifestó a (Gonzalo) Barrera que lo mataría si no lo ayudaba", dijo el penalista. Martínez Chaer recordó que Barrera trabaja como peluquero, carece de antecedentes y proviene de una familia de trabajo. Su padre maneja una retroexcavadora y su madre es empleada doméstica. "El señor fiscal (Juan Gómez) accedió a mi pedido de que mi cliente aguarde el juicio en libertad. Ahora la aspiración de la defensa es, en acuerdo con la Fiscalía, obtener una libertad asistida", explicó.

GONZALO BARRERA - EL PELUQUERO QUE REFUGIÓ AL HOMICIDA

"Me sentí su prisionero"

—¿Dónde conoció a Cristian Pastorino, alias "Kiki"?

—En la noche. Con mis amigos nos juntamos en una plaza ubicada en el kilómetro 21 de la Ruta 8 (barrio Villa García). A Kiki nadie lo conocía. Llegó a la plaza hace menos de un mes. Andaba solo en una moto Winner modelo CG. Nosotros andábamos ahí y él a veces llegaba. Nos fumábamos algún porro y hablábamos. Él andaba en la vuelta.

—¿Supiste que era un delincuente?

—No. Yo no lo conocía mucho. Lo vi en la plaza y luego vino a cortarse el pelo conmigo hace diez días. Se cortó dos veces. (En una modesta habitación dividida con lambriz se encuentra una pileta de plástico para lavar el pelo; una mesa con utensilios de peluquería, jabones y cremas de pelo y un enorme equipo de música de color negro).

—¿Cuándo le pidió que le diera refugio?

—No me acuerdo bien. Pero me lo crucé otra vez en la plaza. Andaba algo apurado. Me dijo que lo llevara para afuera porque estaba jugado. Que no le importaba matar a mi hermana y a mi madre.

—¿Cómo sabía que su familia tenía una chacra en Solís de Mataojo?

—Hace 15 días, en la noche, habíamos organizado salir a acampar. Comenté que tenía una chacra para ir de vacaciones. Pero el viaje nunca se concretó. Él se acordó. Me dijo que lo llevara allí.

—¿Qué hizo después?

—Vine en moto hasta mi casa y le pedí la llave de la casa a mi madre. Armé la mochila rápido. Él me esperó en la calle.

—¿Él estaba nervioso?

—No.

—¿Y usted qué sintió?

—Miedo en todo momento. No sabía qué hacer.

—¿Sabía que había matado a la cajera y herido a un guardia en el Super Vero?

—Sí. Cuando él llegó yo ya sabía por las redes sociales que había matado a la cajera. A mí también pudo haberme matado perfectamente.

—¿Habló por teléfono con alguien en la chacra?

—No. Escribió mensajes. Y yo le pedí un mensaje y le dije a mi madre que había llegado bien. Yo no tenía celular.

—¿Qué pasó al otro día?

—Me levanté y él ya estaba despierto.

—¿Observó si tenía un arma?

—Tenía un revólver en la cintura. Pasamos el día en la chacra. Él se fue a bañar en una cañada. Comimos unas pizzas que cociné. Él tomaba sol. No podía irme porque me tiraba si prendía la moto. En todo momento me sentí prisionero del Kiki.

—¿Cómo fue el regreso?

—Yo quería volver. En un mensaje mi madre dijo que mi padre estaba mal. Al llegar la noche salimos. Pensó que los policías lo aguardarían en el peaje de la Ruta 8. Me dejó en el kilómetro 27 y se fue. Llegué a mi casa en ómnibus.

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