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"No tuve cómplices; guardé el secreto todos estos años"

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La modesta vivienda en cuyo patio estaba enterrado el cuerpo del marido. Foto: F.Ponzetto.
[[[LEO CARRENO LEONA1803@GMAIL ]]]

Aquella noche, hace 14 años, él me quiso matar varias veces. Yo dormía abajo, en el suelo; él me atacó y me defendí. Forcejeamos y él solo se clavó el cuchillo. Yo no lo hice". Con esas palabras, la mujer acusada de matar a su esposo, José Cedrés, pintor de casas, de 49 años entonces, recordó el violento episodio.

La mujer, corpulenta, cargó el cuerpo del marido y lo enterró en el fondo de su casa, a 40 centímetros de la superficie. Efectivos de la Policía y Bomberos desenterraron los restos el martes, luego de recibir una denuncia de una vecina (ver nota aparte).

"No tuve cómplices, como se dijo en algunos medios. Nadie sabía nada. Ni mi hijo sabía nada. Mi marido nunca tuvo un traje azul. Soy sincera. Ya está todo el pescado vendido. Lo hice sola", insistió.

Sobre el supuesto "pacto de silencio" que habría mantenido con sus hijas, como trascendió, lo negó tajante: "Esa es una mentira para ensuciarnos. En mi casa nadie sabía nada; yo guardé el secreto todos estos años".

Al otro día de la desaparición de Cedrés, sus cuatro hijas —cuyas edades oscilaban entre 12 y 24 años— se despertaron. Su madre les dijo: "El padre de ustedes se fue a Italia".

En aquellos años, los niños no preguntaban tanto. Además, como señaló una de las hijas a El País, la ausencia del padre se sintió "como un alivio".

Lugar donde fue enterrado el cuerpo del individuo, 14 años atrás. Foto: F.Ponzetto.
Lugar donde fue enterrado el cuerpo del individuo, 14 años atrás. Foto: F.Ponzetto.

La mujer, que fue liberada el miércoles 2 por la jueza penal María Noel Odriozola y que continúa bajo investigación judicial, explicó que el viaje a Italia fue "lo primero que me vino a la cabeza". Esa frase la repitió en la calle a varios vecinos que preguntaban por el pintor de casas.

La indagada por la Justicia, hoy de 57 años, muestra las marcas que aún tiene su cuerpo después de 27 años de convivencia con un esposo violento.

Se remangó la camisa. Uno de sus brazos tiene rastros de una quemadura. "Mi marido me lo quemó con el agua que hervía para los ñoquis", dijo.

Al lado, su hija, de 34 años, asintió con la cabeza.

La mujer mostró otra cicatriz en el entrecejo, del tamaño de una moneda. "Este golpe me lo dio con la tapa de una olla", dijo.

Señaló una tercera cicatriz en una de sus muñecas. "Esta herida me la hizo con un serrucho. Si sigo contando las heridas y los golpes que recibí, termino mañana", dijo la mujer sin ningún atisbo de ironía.

En una ocasión, salió a la calle con un ojo morado. Una vecina la vió y le preguntó qué le había pasado. "Con vergüenza, respondí que me había caído y golpeado con una mesa de luz", dijo.

La vecina le respodió: "Mujer, corré la mesa de luz".

Varios vecinos dijeron a El País que las golpizas que la mujer recibía de Cedrés eran cosa frecuente pero que nadie denunciaba porque era un tema "de la familia".

Según la mujer investigada, Cedrés tenía dos caras: hacia afuera era un hombre agradable y risueño. Sin embargo, dentro de las paredes de su casa era un dictador muy violento incapaz de respetar a ningún integrante de su familia.

"Él era violento y cruel. Dormía con un cuchillo bajo la almohada y la escopeta debajo de la cama. Yo dormía con un ojo abierto y otro cerrado. Nunca sabía cuándo me iba a pegar; mi vida con él no fue fácil".

Triste.

La mujer indagada por la Justicia perdió a su madre cuando tenía 9 años. Vivía en Cruz de Carrasco.

La crió su abuela. A los 16 años conoció a Cedrés y se casaron enseguida. El amor duró poco. Enseguida comenzó a recibir palizas del hombre.

El matrimonio tenía un casal. Poco después llegaron cuatro niñas a un promedio de casi una por año. Los dos más grandes se fueron de la casa ni bien pudieron. Huyeron de la violencia y las penurias económicas, contó una de las hermanas.

Según la esposa y la hija del fallecido, el pintor de casas no trabajaba muy a menudo "por haragán". La familia vivía con una gran estrechez económica.

"También era egoísta. Comía chuletas mientras sus cuatro hijas debían alimentarse con fideos hervidos o irse a dormir con un café negro. Muchas veces debí revolver los tachos de basura para dar de comer a mis hijas", relató.

Ya viuda, la esposa de Cedrés guardó el secreto a cal y canto y salió a trabajar para mantener a sus cuatro hijas. Realizó limpiezas en empresas de la zona. Luego hizo un curso de adminstración en una ONG. De noche limpiaba empresas y casas.

El curso le permitió conseguir trabajo en una inmobiliaria como administrativa. También integró la plantilla de un supermercado de la zona. Hace 9 años sufrió un accidente que derivó en la amputación de su pierna izquierda. Hoy cobra una jubilación.

Esperó que sus hijas armaran sus propias familias para conseguirse un compañero. "No quería darles un padrasto", explicó.

Agregó que, en este momento, se considera una "buena madre y buena abuela".

Pese a que tiene una prótesis en su pierna, la mujer se dirige a la casa de sus hijas cada vez que la necesitan. Tres veces por semana cuida a tres nietos; los fines de semana, atiende a otros dos.

Con lágrimas en los ojos, lamenta que le haya dado un disgusto a su nieta mayor que hoy cumple años. Enseguida agregó: "Eso no me lo voy a perdonar".

Creen que una vecina denunció.

Semanas atrás, una vecina tuvo un altercado con una de las hijas de la mujer acusada. Familiares de la mujer acusada creen que esa vecina es la denunciante. Poco después, efectivos policiales concurrieron a la casa ubicada en Francisco José Rodríguez y Leonardo Fernández. Preguntaron a quién pertenecía el terreno. Luego citaron a toda la familia a la Seccional 14°. En el ínterin, encontraron los restos enterrados en el patio. Toda la familia quedó detenida e incomunicada. El miércoles 2, la jueza María Noel Odriozola decretó la libertad de los indagados. La mujer quedó emplazada a la espera de pruebas.

Afirman que abusaba de sus hijas.

Una de las hijas de la mujer acusada de matar a su marido y enterrarlo dijo a El País que declaró en el Juzgado Penal que su padre había abusado de ella cuando tenía 13 o 14 años. El abuso duró dos o tres años, agregó. La víctima, que estuvo detenida y fue liberada por la Justicia al no comprobarse la existencia de un pacto de silencio entre los familiares, señaló que "mi padre era muy violento. Yo era chica y ví como golpeó la cabeza de mi madre contra una pared". Cada tanto, José Cedrés echaba a sus hijas de la casa. "Mi madre se iba con nosotros. Cuando él se ausentó, no pregunté nada a mi madre. Fue un alivio".

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La modesta vivienda en cuyo patio estaba enterrado el cuerpo del marido. Foto: F.Ponzetto.

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