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Templando y pintando tambores

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Un sponsor otorga la pintura y los "tamborileros" le dan la primera mano. Foto: Gabriel Rodríguez

LA PREVIA A LA FIESTA DE MOMO

Los conjuntos del Carnaval ajustan los últimos detalles previo al desfile del próximo jueves.

Fotogalería: Foto: Gabriel Rodríguez
Un sponsor otorga la pintura y los "tamborileros" le dan la primera mano. Foto: Gabriel Rodríguez
Agó Páez se encarga del diseño que lucirá en cada evento Cuareim 1080. Foto: Gabriel Rodríguez
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A pocas horas del desfile inaugural del Carnaval a realizarse el próximo jueves, los conjuntos cosen las últimas lentejuelas, terminan de pintar los tambores y ajustan los últimos detalles para el espectáculo.

El País visitó el taller y lugar de ensayo de Cuareim 1080, una de las comparsas más emblemáticas del Uruguay.

El olor a pintura se siente apenas se ingresa al local ubicado en Paraguay y la Rambla. Cuatro personas, en cuclillas, dan los trazos negros a algunos de los tambores. La pintura naranja cuenta con partes oscuras, que evidencian el historial del instrumento de las últimas carnestolendas.

Con tanta pintura acumulada con el paso de los años, estos instrumentos pesan más. "El mío pesa como 15 kilos. En 20 años lo he pintado mucho", cuenta entre risas Matías Silva, de 30 años, el coordinador de la cuerda de tambores, que también dirige la puesta en escena y se encarga de montar cada uno de los espectáculos.

La primera mano, de base, la hacen los propios tamborileros. La magia del diseño la ponen "los que saben", dice Silva.

Como cada tamborilero posee su secreto de cómo tocarlo, en algunos casos colocan una lonja nueva para este Carnaval y en otros la renuevan cada dos años. "Hay quienes la mantienen por muchos años y otros te la rompen enseguida y en cada fin de semana la van cambiando", comenta Silva, quien la cambia cada dos años.

Silva adelantó que en el desfile homenajearán a los músicos uruguayos. "Lo haremos no solo con los vinculados al candombe, también con otros géneros", asegura Silva. Por ello, participarán en conjunto con Hugo Fattoruso. "Él nos ha dejado muchas enseñanzas", agrega.

La vestimenta es uno de los rubros que da más trabajo. En los tres eventos que tienen (desfile, concurso y Llamadas) terminarán utilizando unos 700 trajes. Solo en 18 de Julio y las Llamadas necesitarán 180 prendas para todos los integrantes, en el Teatro de Verano son 60, aunque cada uno tiene entre seis y siete cambios de ropa a lo largo de los 55 minutos del espectáculo. Si bien en estas semanas consiguen los sponsors para agilizar la confección, a lo largo del año ingenian y trabajan en qué tipo de atuendo vestirán. Claro, lo definen cuando ya tienen la idea pensada y algunos ensayos realizados.

Pruebas.

El domingo pasado en el galpón de Paraguay, donde la temperatura seguramente superó los 30 grados, unos 200 integrantes de la comparsa dieron uno de los últimos ensayos para el desfile del jueves.

Allí apareció el encargado de maquillaje con la cara pintada. En las últimas semanas, lo ha hecho varias veces. "Me pregunta: ¿esto está bien? Hay veces que no está bien y le tengo que decir que no", dice Matías.

Para definir con qué tipo de diseño se adornarán los rostros de los miembros de la comparsa, se aboca a mirar la coreografía e intenta entender el mensaje que se busca transmitir para luego concretar un motivo final.

Como todo espectáculo carnavalero, cada una de las partes busca ensamblarse para dar un mensaje final. Este conjunto, con Marcel Keroglian en el guión y Hugo Fattoruso en la musicalización, tiene a las Llamadas como "la apuesta más fuerte". "Si estamos en lo más alto, sería la tercera vez consecutiva", dice Silva.

Respiran carnaval.

En este taller se respira carnaval. Y luego de que Matías le da algún rezongo a uno de sus hijos, recuerda parte de su infancia: "Como ves a mis hijos entre las plumas, las telas y el tambor: así nos criamos nosotros", dice orgulloso.

Así aprenden a tocar, a bailar y a incorporar una pasión que se ha prolongado en cada generación del último medio siglo.

Silva, nieto de Juan Ángel, creador del célebre grupo Morenada en 1952 en el antiguo conventillo "Mediomundo", lleva el carnaval y el tambor en la sangre. "Esta comparsa significa continuar el legado de mi abuelo y de mi madre", afirma quien ha logrado viajar por el mundo dando a conocer parte de la idiosincrasia del Uruguay.

Su vida es el candombe. Porque a lo largo del año brinda talleres en diferentes lugares con el objetivo de hacer conocido un género cada año con más conjuntos y más adoptado por la población.

ARTE & DISEÑO.

Agó Páez Vilaró sigue el legado de su padre.

Desde el fallecimiento de Carlos Páez Vilaró, su hija, Agó, siguió su camino. En las últimas semanas pasa las tardes dándole vida a los tambores que harán sonar los integrantes de Cuareim 1080, uno de los conjuntos más ganadores de los últimos años.

"Me encanta el Carnaval en sí mismo, pero la previa es lo máximo", cuenta con un pincel en la mano.

La familia Silva y Páez Vilaró han mantenido un vínculo que ha trascendido las generaciones. "Desde que era chiquita, acompañaba a papá a todas las Llamadas y lo ayudé a pintar los tambores. Este legado lo vengo cumpliendo con enorme felicidad año a año", confiesa.

Agó recuerda la importancia que tuvo su padre "en unir la raza blanca con la negra" y valora la importancia del candombe como un rasgo cultural "único en el mundo". "Mi padre veía un tambor y se transformaba. Era algo que realmente lo sentía", cuenta Agó.

Tanta importancia le dio a la negritud, que un día Carlos Páez decidió hacerse un análisis genético y le dio que tenía raíces negras. "Estaba tan feliz y decía: Tenemos sangre negra", recuerda la artista.

En cada tambor que diseña, Agó Páez busca confeccionar un cuadro diferente que "dé alegría", basado en la historia de los orígenes africanos que Cuareim 1080 busca contar en este nuevo Carnaval.

La artista se inspiró en la forma del mandala, en donde busca reflejar las máscaras africanas y la mujer proveniente de ese continente.

"Antes del Teatro de Verano le ponemos más cosas porque requiere más cosas", asegura Páez.

En estos últimos días un grupo de personas la ayuda para dejarlas prontas para el desfile del jueves.

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