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"Cuando estaba en el suelo una bala me rozó la cabeza"

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La fabrica de pastas donde Diana Gonnet fue ultimada por disparos de un rapiñero.
Fabrica de pastas Blanes cerrada por duelo, nota por homicidio de Diana Gonnet durante el hurto a este local comercial ubicado en Blanes y San Salvador, el pasado 16 de agosto, Mvdeo., ND 20150818, foto Ariel Colmegna
Archivo El Pais

El policía retirado Jorge P. (55) vive en una localidad de Canelones. Pese a que hace 50 días que ocurrió el asalto a la fábrica de pastas "Blanes" que derivó en el homicidio de la maestra Diana Gonnet, Jorge sufre secuelas.

En el forcejeo con uno de los rapiñeros, sufrió roturas de ligamentos y golpes en la cabeza. Debió tomar medicación para dormir y calmantes para el dolor, según consta en el expediente judicial del caso.

Ayer Jorge debió realizarse varios exámenes en un centro asistencial. Después de regresar de la mutualista, el ex policía se acostó. Estaba muy dolorido por haber salido a la calle.

Jorge P., quien se retiró de la Policía el 5 de mayo de este año, no está arrepentido de haber intentado sacar al rapiñero del local lleno de clientes. "Él fue policía toda su vida y corría riesgo la vida de su patrón y de los clientes que en ese momento se encontraban en la fábrica de pastas. Por eso actuó", dijo a El País una allegada al policía.

El ministro del Interior, Eduardo Bonomi defendió la actitud del ex policía, tras las criticas de algunas personas sobre que la intervención derivó en la muerte de Gonnet.

El expediente judicial ingresó ayer al Tribunal de Apelaciones de 2° Turno, luego que una abogada del rapiñero que forcejó con Jorge, entendiera que el homicidio fue consecuencia de la pelea. Es decir, que el delincuente no tenía intención de matar a Gonnet. "La idea de mi defendido y de su cómplice era, como señalan sus dichos, comer (concretar la rapiña y volar (huir) del lugar", dice el escrito de la defensora.

Balazo.

Cerca del mediodía del 16 de agosto pasado, Jorge P. se encontraba en el fondo de la fábrica de pastas Blanes armando pedidos cuando fue alertado por otra empleada sobre que estaban robado a Gustavo, el encargado de la fábrica.

La planta tiene tres salidas a la calle. El policía retirado dijo al juez Gustavo Irribaren que salió corriendo para ingresar por donde se encontraba el público. En la secuencia de fotos del expediente, se observa a Jorge P. mirando hacia el interior de la fábrica desde una ventana. "Veo a un tipo apuntándole al dueño. Voy por atrás del individuo y lo tomo por la espalda. Empezamos a luchar. Yo quería sacarlo para afuera", testificó el ex policía.

Jorge P. comenzó a forcejear con el delincuente llamado Ivo Sebastián. Dentro del local se encontraba Diana Gonnet y otros tres clientes.

"Saliendo, casi en la punta del local, sentí un tiro. Luego caemos los dos contra el cordón", declaró el policía.

Ese disparo impactó en el abdomen de Gonnet. La joven falleció poco después.

El policía retirado cayó al suelo sin soltar al rapiñero. Este, con una voz casi inaudible, gritó su cómplice Pablo D. que estaba cerca en una moto: "¡Ayudame!".

En ese momento, Jorge P. escuchó un segundo tiro. "Cuando estuve tirado en el piso sentí un bala zumbando al lado de mi oído. Luego sentí un golpe. No vi nada. Pero supongo, por la marca que me quedó en la cabeza, que sería la culata de un revólver. Ahí me desmayé", dijo el ex policía en la sede.

El balazo fue disparado por Pablo D., alias "el Pelado". Se trataba del otro delincuente que esperaba en la moto. Éste carecía de antecedentes penales. Como se asustó por la aglomeración de personas, disparó un balazo intimidatorio. El tiro casi impacta en la cabeza de Jorge P., según testigos.

En la huida, a Ivo Sebastián se le cayó un celular marca Blu, de color fluorescente.

El aparato fue clave en la investigación de realizada por personal de la Zona I (Centro y barrios aledaños) para dar con su paradero.

En el juzgado, Ivo Sebastián declaró que estuvieron casi una hora esperando en la esquina de la fábrica de pastas que disminuyera el número de clientes. Como se acercaba el horario del cierre, decidió entrar.

El delincuente dijo que pensaban que no iban a encontrar resistencia. "El comerciante estaba dispuesto a darnos el dinero. Pensábamos sacar unos 25.000 palos cada uno", agregó.

Pablo D. declaró: "El día del hecho en la fábrica de pastas no fuimos a matar a nadie. Yo fui a rapiñar. No sé lo que pasó".

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