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Volar a 100 km en el Roosevelt

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Martin Davila y Flavio Spagnuolo, con drones deportivos, en el Parque Roosevelt. Foto: Darwin Borrelli.

UNA ACTIVIDAD CADA VEZ MÁS ELEGIDA

Amantes de la tecnología se divierten con drones a alta velocidad lejos del bullicio urbano

Al menos seis personas se reúnen los fines de semana en el Parque Roosevelt para hacer acrobacias en el aire. Lo hacen con los llamados u201cdrones de carrerau201d: unos pequeños aparatos no tripulados que alcanzan velocidades de 100 kilómetros por hora. En todo el país hay más de 30 pilotos.

A diferencia de los drones tradicionales, estos se manejan u201cen primera personau201d. Es decir: el vehículo lleva una cámara y los tripulantes u201cvivenu201d el vuelo utilizando una especie de lentes de realidad virtual, aunque lo que observan es la realidad.

Los encuentros son en sitios alejados del bullicio urbano. Los u201caviadoresu201d buscan lugares donde haya árboles que sirvan como obstáculos para eludirlos, por lo que el enclave perfecto es el Roosevelt.

Luego de colocar las hélices y hacer una breve configuración de los lentes, el vehículo de medio kilo levanta vuelo hasta una altura permitida de 120 metros, aunque en general no superan los 20.

Accidentes y trucos.

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u201cOjo que hay un hombre juntando piñasu201d, le dice Martín Dávila a Flavio Spagnuolo, en medio de la competencia.

Los u201caviadoresu201d que no vuelan son controladores del entorno y cuidan que no haya demasiado movimiento que pueda ocasionar algún accidente. u201cEsto nos permite tener consciencia de lo que sucede alrededoru201d, dijo Martín Dávila. Desde que este individuo practica este hobbie hace tres años, no sabe de siniestros con humanos. Es más difícil encontrar a ciudadanos que intenten desarrollar la actividad en soledad, salvo que el lugar no tenga personas alrededor.

Martin Davila y Flavio Spagnuolo, con drones deportivos, en el Parque Roosevelt, Foto: Darwin Borrelli.
Martin y Flavio , con drones deportivos, en el Parque Roosevelt, Foto: D. Borrelli.

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Sí es tradicional que estos pequeños dispositivos se estrellen contra los árboles o queden enredados entre las ramas.

Además, como cada aeronave posee una frecuencia diferente, es posible que otro individuo se conecte al vehículo equivocado. Si esto sucede u201cte queda la pantalla en negro y muchas veces no sabés dónde quedó tu droneu201d, comenta Juan Martín Vaz, otro de los que frecuenta el Parque Roosevelt los fines de semana.

Hay dos estilos. Uno es el de carrera, en el que los participantes ponen una serie de obstáculos y el que llega con menor tiempo es el ganador. Otro es el estilo libre.

Según explicaron los participantes, posee el mismo espíritu del skating o las exhibiciones de los aviones de la Fuerza Aérea. Es decir, realizan trucos y movimientos arriesgados para asombrar a los espectadores. u201cTermina siendo acrobático porque te estás esquivando cosas todo el tiempo. Uno termina acelerando y frenando. Son impulsosu201d, comentó.

En algunos casos estas aeronaves pueden ir a más de 100 kilómetros por hora. En los lugares donde se compite a nivel profesional las velocidades pueden llegar a más de 140 kilómetros.

Martín Dávila hace algunos ajustes antes de comenzar a manipular el drone. Foto: Darwin Borrelli.
Martín Dávila hace algunos ajustes antes de comenzar a manipular el drone. Foto: Darwin Borrelli.

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Adrenalina.

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El viaje es de pura adrenalina para los amantes de esta novedad. u201cLa sensación es que vos vas arriba. Los lentes te convencen de que uno maneja el aviónu201d, comentó Martín Dávila.

u201cEs como si estuvieras en una montaña rusau201d, agregó Vaz.

Estos u201caviadores virtualesu201d saben que el mayor riesgo es romper el aparato. u201cMás de eso no va a pasaru201d, acotó Dávila. u201cPero sentís la adrenalina de no querer hacerlo, más allá de que son bastante duros. Es como un desafío y es como si estuvieras jugandou201d, agregó. Es como un videojuego, pero con un aparato de verdad.

Armado y desarmado.

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Con ese control se maneja el drone. Foto: Darwin Borrelli.
Con ese control se maneja el drone. Foto: Darwin Borrelli.

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Los amantes de esta actividad aclaran que no es un hobbie barato, y los drones no se pueden comprar en cualquier lado.

En general, cada usuario compra cada pieza y la suelda. Por ejemplo, hay dispositivos que permiten una señal de cinco kilómetros y otros de apenas 100 metros. u201cDepende de cada usuariou201d, explicó Vaz. Luego, realizan la programación en la computadora.

Como todos los productos de tecnología, hay mucha gama de precios. Solo el aparato que vuela puede costar entre 100 y 500 dólares. A eso le deben sumar los lentes (cuestan entre 100 y 600), el control remoto (100) y las baterías.

u201cPodés empezar por unos 300 dólares o por 1.000u201d, indicó Dávila. Todo depende de la calidad del producto y de lo que el u201caviadoru201d pretenda dotar a su aeronave.

u201cUna batería dura cuatro minutos. Cuando vas a volar tenés que usar 10 baterías. Y cada una anda en los 25 dólaresu201d, comentó Vaz. Las baterías duran 50 ciclos, por lo que, si acuden a practicar todos los fines de semana, podrían durar un año.

En caso de existir incidentes, muchas veces es imprescindible llevar el aparato al taller, lo que demanda nuevas erogaciones de dinero.

La curva de aprendizaje es en general lenta. u201cTiene que ver con el tiempo que le puedas dedicar. Algunos a los tres meses ya vuelan excelenteu201d, comentó Dávila. En general, lo hacen una vez por semana.

u201cYo el primer drone lo rompí el primer día. No sabía que tenía tanta potenciau201d, comentó Juan Martín Vaz, quien empezó en febrero y recién este mes se siente más acostumbrado.

Lo más demandante es el armado del aparato y su posterior configuración informática. u201cEl aparato no vuela bien de entrada, tenés que ir a hacer un ajuste finou201d, agregó el experto.

En Uruguay no hay legislación para el uso de este tipo de drones. u201cTienen que cumplir el límite de altura máximo (120 metros) y no volar arriba de casas ni de muchas personasu201d, comentó Dávila.

Torneos en Florida y también en ESPN.

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Un drone en pleno vuelo. Foto: Darwin Borrelli.
Un drone en pleno vuelo. Foto: Darwin Borrelli.

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u201cEste año creció mucho la cantidad de incorporaciones al grupo en Uruguayu201d, comentó Juan Martín Vaz, uno de los nuevos fanáticos de este pasatiempo.

Esto los impulsó a realizar una carrera de drones en Florida. Fue un evento que contó con la autorización de la Intendencia local. Este año se hizo una similar en Canelones y el año pasado otra en Mercedes.

u201cEs algo que está en pañales en Uruguayu201d, comentó Vaz. De hecho, aquí no se pueden comprar los drones ni repuestos para los aviones no tripulados.

u201cTodo se compra en China. Hay muchísima variedad. La gente ingresa en estos grupos, pregunta y se asesora. Es una comunidadu201d, comenta.

En otros países hay un desarrollo más fuerte. De hecho, la cadena internacional de deportes ESPN se interesó tanto que compró derechos para transmitir la Drone Racing League (DRL), una competencia organizada por una federación internacional.

u201cLa cobertura de DRL nos permite fusionar la narración, la tecnología y la competencia en un contenido semanal convincente que creemos atraerá a una audiencia cada vez mayoru201d, expresó Matthew Volk, director de la cadena.

u201cAl volar disfruto la sensación de libertadu201d

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Flavio Spagnuolo pilotando un drone. Foto: Darwin Borrelli.
Flavio Spagnuolo pilotando un drone. Foto: Darwin Borrelli.

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Flavio Spagnuolo practica esta actividad desde 2014. u201cDisfruto la sensación de libertad, de tranquilidad y venir a un lugar donde hay poca genteu201d, comentó a El País. No es de los que les guste realizar demasiadas piruetas y hacer movimientos demasiado arriesgados. Prefiere el vuelo convencional, con el objetivo de desestresarse.

Desde que comenzó en esta actividad, ha acumulado todo tipo de anécdotas. La más recordada es cuando una vez fue a Punta del Diablo a volar. u201cEra un lugar que no conocía y no tenía mucha señalu201d, comentó.

De repente, la aeronave se le perdió y tuvo una larga travesía para poder encontrarla. u201cEstuve más de una hora y estaba cerca de un lago. Fue un rescate de una forma increíble. Lo encontré a medio metro de haberse caído al aguau201d, relató.

Muchas veces las ramas secas u201cson difíciles de veru201d a través de los lentes y eso causa algún accidente. u201cEstuve cerca de destruirlo por completo, pero nunca se concretóu201d, comentó.

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