Tras bambalinas

Viaje por un centro de documentación único en Latinoamérica, reconocido por Unesco.

Dos jóvenes con guantes limpian cuidadosamente las cintas de un VHS. Es uno de los videos del archivo de Alfredo Zitarrosa. Tabique mediante, un técnico en audio e imagen edita el último concierto de la Filarmónica de Montevideo. Frente a un monitor, una investigadora revisa el original de un nuevo libro que ya debe marcharse a la imprenta. Frente a los escritorios y, pasaje amplio de por medio, diez maniquís aguardan ser vestidos con los trajes de una ópera o de algún artista que dejó su huella en los escenarios montevideanos. Junto a estas esbeltas figuras femeninas, pilas ordenadas de cajas llenas de papeles esperan turno para ser revisadas, clasificadas e ingresadas al archivo, por manos expertas.

Una arcada con ladrillos de la primera mitad del siglo XIX a la vista recuerda al visitante que está en el Teatro Solís y que en ese subsuelo luminoso, con pequeñas ventanas rasantes con el techo y que miran hacia la calle Bartolomé Mitre, un grupo de seis especialistas trabajan en un ambiente cálido y silencioso en el rescate y preservación de la memoria y en el registro del presente de lo que en materia artística acontece en el Solís.

Es el Centro de Investigación Documentación y Difusión de las Artes Escénicas (Ciddae), creado en 2004 cuando el teatro reabrió sus puertas luego de ocho años de reformas. Es el único centro de estas características en América Latina y su labor fue reconocida por la Unesco en 2013.

El Ciddae fue un proyecto pergeñado por Daniela Bouret, licenciada en Historia, magister en Ciencias Humanas y actual Directora del Solís. Bouret recuerda que en enero de 2004, y aún con el teatro en obras, entró a trabajar junto a Gerardo Grieco; había ganado un concurso al que convocó la Intendencia de Montevideo. Llevaba entonces un tiempo estudiando la historia del Solís y quiso retomar el proyecto que, en su momento, intentó llevar adelante el fundador de la Comedia Nacional Justino Zavala Muniz a fines de la década de 1940.

"La matriz estaba y sigue estando en la escuela francesa de André Malraux", sostiene. Reinaugurado el teatro, se crearon simultáneamente el Ciddae, el departamento de Educación y el departamento de Atención al Público.

Cuando Bouret desembarcó en su nuevo trabajo encontró "documentos históricos de los primeros tiempos dañados por hongos, dentro de cajas afectadas por la humedad". Programas, libretos, fotografías, afiches y cartas estaban diseminadas por todos lados. También por esos años era posible hallar materiales de gran valor a la venta en la feria de Tristán Narvaja, que habían sido robados del teatro.

Construir y recuperar todo aquello no fue una tarea sencilla. Revisar primero, restaurar después y clasificar más adelante materiales que estaban desperdigados demandó un gran esfuerzo y dinero. Bouret recurrió al apoyo de las diferentes Facultades competentes de la Universidad de la República, formó un equipo y siguió trabajando. "No teníamos aún sede y el Solís iba a cumplir 150 años", recuerda. Aun así, pudo editar, en 2006, el primer libro sobre la historia del teatro.

Pero hubo que esperar hasta 2008 para que el Ciddae contara con el espacio que hoy ocupa en el subsuelo derecho del edificio. El instituto tiene también a su cargo la sala de exposiciones Estela Medina, una sala audiovisual, la foto galería y un espacio de lectura.

Bouret es secundada por Marcelo Sienra, un ayudante de arquitecto que conoce de memoria dónde está cada cosa y coordina actividades. El equipo se completa con la investigadora en Letras Claudia Pérez, la archivóloga María Girad y el licenciado en arte, fotografía y video, Santiago Bouzas.

El acervo del Ciddae es muy amplio. Allí se pueden encontrar los originales de los dos poemas con que el 25 de agosto de 1856 se inauguró el Solís. Uno con claras alusiones a la masonería escrito por Francisco Acuña de Figueroa y otro del dramaturgo Xavier del Hacha. Está también el programa y detalles de la primera ópera que se representó en la sala. Fue Ernani de Giuseppe Verdi.

Asimismo están a resguardo centenares de afiches de los espectáculos que se dieron, miles de fotografías de las figuras más relevantes y las menos conocidas que pasaron por su escenario y que convocaron a multitudes. Por ejemplo Sarah Bernhardt en 1886, Adelina Patti en 1888, Anna Pavlova en 1917, Eduardo Fabini en 1925 y Carlos Gardel en 1928, entre muchísimos otros. Se conserva igualmente programas, libretos, bocetos, fotografías y diseños de vestuarios de la Comedia Nacional, desde su creación en 1947 a la fecha. Desde 2004 se atesora la filmación en video de todos los espectáculos que se dieron en la sala principal. En palabras de Bouret, puede encontrarse "toda la documentación artística del teatro" desde que en 1937 fue comprado por la Intendencia de Montevideo.

El acervo se incrementó con donaciones de particulares, como los archivos de Antonio Larreta "Taco", Alfredo Castellanos, Tito Barboni, Julio Bocca, Juan Jones, Juan Gherzi, Washington Roldán, Eduardo Schinca, Ruben Yañez , Eugenia Zavala y Alfredo Zitarrosa.

El Ciddae ha editado más de 16 publicaciones, entre libros y catálogos.