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"En temas de género la Justicia está fallando"

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Andrea Tuana. Foto: Francisco Flores

LA ENTREVISTA DEL DOMINGO

Andrea Tuana, integrante de la Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual.

SOLEDAD GAGO

—¿Cómo ve la situación de Uruguay actual en temas de violencia de género respecto a la región?

?

—Hay poco dato comparativo. Sí tenemos algunas investigaciones. Por ejemplo la Cepal ha planteado que Uruguay está en uno de los primeros lugares de la región en femicidios. No puedo contestar con rigurosidad porque no hay mucha estadística que nos permita comparar, pero para ser un país de tres millones de habitantes, 30 femicidios por año es un número muy alto. Creo que estamos bastante mal posicionados como país y eso genera un gran contraste, porque somos uno de los países que estamos mejor en cuanto a las legislaciones de género, pero seguimos manteniendo índices muy altos de violencia doméstica, de violencia de género y de femicidios.

—¿Por qué se da ese contraste?

—Porque las mujeres hemos logrado, como movimiento feminista y de mujeres, incidir en las transformaciones legislativas. Creo que eso tuvo mucho que ver también con la llegada del gobierno de izquierda, que ha permitido impulsar la agenda de derechos y la agenda de derechos de las mujeres se tuvo presente.

—¿Por qué, a pesar de la legislación, no se ha logrado atacar directamente el tema?

—Lo que creo que no han o no hemos logrado es poder profundizar en las causas de la violencia de género. No se ha podido conectar que la desigualdad es la que produce violencia, es la que produce los femicidios y la que nos coloca en este lugar. Entonces no se han impulsado políticas públicas y programas que permitan transformar la desigualdad.

—¿O sea que para usted habría que empezar por trabajar la desigualdad de género como base de la violencia?

—Exactamente. La base de esto es la desigualdad de género que reproducimos todos los días en la educación de nuestros hijos, en nuestro relacionamiento cotidiano, en la educación formal, en la informal, en fin, en el relacionamiento diario que tenemos los seres humanos. La causa de los femicidios y las distintas formas de la violencia de género está en la desigualdad entre varones y mujeres; está sostenida por una cultura que es fuerte e intensamente machista, aunque nos consideremos una sociedad de avanzada. Y ese es otro de los problemas que tenemos: que muchas veces los uruguayos creemos que estamos mucho más avanzados de lo que realmente estamos. Y seguimos con la reproducción de algunos núcleos machistas profundos e intensos, que producen relaciones de poder. Entonces yo creo que lo que no hemos logrado es justamente atacar el núcleo duro que son las relaciones de poder desiguales. Esa interpretación del problema de la violencia no se ha hecho, cuesta hacerlo.

—¿Por qué cuesta hacerlo?

—Porque es mucho más fácil pensar que esto tiene que ver con monstruos que aparecen en la sociedad, personas que no tienen nada que ver conmigo, personas que están mal de la cabeza o mujeres que también están mal de la cabeza y aceptan esas situaciones de violencia. Esa es una salida mucho más simple socialmente que hacernos cargo.

—¿Cómo se lograría tratar el tema para que haya un cambio real?

—Creo que tiene que haber una intencionalidad, una voluntad política de este gobierno de entrar en la educación, por lo menos formal. Habría que incorporar una materia constante y permanente que enseñe lo que es el relacionamiento en igualdad de género entre hombres y mujeres, que pudiéramos trabajar desde que ingresa el niño en el ciclo escolar a los tres o cuatro años, hasta que sale, y todos los años tener una materia permanente en la que vos dos horas por semana estés trabajando eso en la clase con los chiquilines. En Secundaria hay que trabajar fuertemente lo que es la prevención de la violencia en el noviazgo, hay que trabajar la construcción de la masculinidad en esa etapa de la vida, la construcción de ser mujer, la diversidad de mujeres y varones. Si logramos ese paso, realmente estoy convencida de que en un par de años vamos a tener una situación distinta en cuanto a los niveles de violencia y en cuanto a los femicidios. Después hay muchas otras cosas también para hacer, como transversalizar la perspectiva de género a nivel de las instituciones. Y yo creo que tendríamos que tener un Ministerio de Igualdad de Género. Hoy tenemos un Instituto Nacional de Mujeres, que trabaja muy bien, pero es un instituto, no tiene independencia presupuestal, no tiene el rango ministerial.

—¿Se está empezando a hacer algo desde la educación formal por el tema?

—Se está haciendo más de lo que se hacía, pero no se está haciendo sistemáticamente. Hay mucha gente dentro de Secundaria muy comprometida con estos temas, pero eso no alcanza. Es como una gotita en un océano. Si no lo logramos incorporar como eje dentro de la educación y que transversalice toda la currícula y sea parte de ella, no funciona.

—¿Cómo ve a Uruguay actualmente en comparación a los últimos veinte años?

—Yo creo que se ha dado un avance muy muy grande. Para mí los cambios los refleja el aumento en la cantidad de denuncias, brindando servicios de protección: tener servicios para mujeres en todo el país ha sido un proceso gradual, se han fortalecido las Comunas Mujer de Montevideo adonde llegan muchísimas consultas, las unidades especializadas de la Policía realmente han sido un gran acierto y han permitido que las mujeres vayan, que pidan ayuda, que se acerquen. En este momento tenemos casi 40.000 denuncias por año y hace 17 años atrás teníamos 8.000. Es un avance. Yo pongo el mojón en la Ley 17.514 del 2002, en esa época más o menos había alrededor de 8.000 denuncias. Creo que eso no muestra que haya más violencia y que hoy estemos en una sociedad mucho más violenta, sino que estamos en una sociedad que está dando respuestas y que la población confía en los servicios, por eso va a pedir ayuda. Me parece que sí, que hemos avanzado muchísimo en estos últimos diez años, lo que pasa es que no alcanza. Y también en la medida en que ha avanzado la respuesta, avanzan los pedidos de ayuda, se empieza a develar todo lo que estaba oculto, y claro, el sistema colapsa.

—¿Ese es el principal problema que hace que las situaciones de violencia y los femicidios sigan ocurriendo?

—Sí. Y otro de los temas gravísimos que están pasando es el sistema de Justicia, que ahora está fallando, ha tenido vaivenes, ha tenido momentos bastante buenos, donde había capacitación, formación para jueces, había una cierta voluntad de que este tema se tomara de la mejor manera. Y luego hubo una caída nuevamente y este es uno de los períodos más duros en la respuesta del sistema de Justicia.

—¿Por qué?

—Porque la sensación que hay es que el sistema colapsó mucho, en todos lados, no sólo en los juzgados especializados de Montevideo sino en todos los juzgados, y yo creo que hay como una suerte de cierta burocratización de la respuesta, hay tanto que hay que sacarlo rápido. No se ha continuado ese trabajo de especialización y de formación de los jueces, no cualquiera puede trabajar en estos temas. Esta es una Corte que particularmente no ha dado muestras de estar comprometida con estos temas ni de ser sensible a ellos. Pero me interesa quebrar una lanza por pila de jueces y operadores de la Justicia que están comprometidos y hacen la diferencia. Porque la Justicia está fallando pero mucha gente igual recibe protección y le cambia la vida. También hay que decir eso. Pero sí, estoy viendo un retroceso muy importante. Se acaba de cerrar el Área de Género del Poder Judicial, la única que trabajaba específicamente la temática fue cerrada por decisión de la Corte, porque considera que ya cumplió su ciclo, algo que es inentendible. Y lo hizo, además, cuatro días antes del 8 de marzo, como desconociendo lo que la sociedad está diciendo.

—Este año van ocho femicidios y de ellos siete fueron en el interior del país. De los 30 del año pasado, la mayoría fueron en el interior, ¿cómo explica esta situación?

—No lo tengo muy analizado, pero una hipótesis puede ser que en el interior el sistema de respuestas y la sensibilización y difusión quizás no esté tan fuerte como está en Montevideo. Yo creo que en Montevideo hay un bombardeo más fuerte de los medios de comunicación, el tema está mucho más en boga. Pienso que tiene que ver un poco con eso, con que el tema no está tan en el tapete como para que las mujeres se den cuenta de que hay algo que no está bien en una situación de violencia y sentir que pueden tener un respaldo.

—¿Ve realmente factible que esto se acabe a mediano plazo?

—Yo creo que está dentro de nuestras posibilidades hacerlo, claramente.

—¿Terminarlo totalmente, que no haya más femicidios?

—Sí, por supuesto. Lo que pasa es que hay que empezar ahora a hacer el proceso y cambiar en las nuevas generaciones de chiquilines. Los gurises son los que cambian y transforman. Yo creo que si queremos hacerlo, es muy posible. No sé si a un cortísimo plazo, pero si hoy empezamos a trabajar con los gurises que entraron con tres años al jardín, cuando empiecen sus primeras relaciones de noviazgo, es probable que bajemos drásticamente los índices de esas relaciones donde exista violencia. Pero también podemos arrancar con los de diez, y quizás con los que van al liceo aunque ya vengan con un montón de estereotipos encima, pero si podemos hacer eso, capaz que en cinco años la situación cambió. Y quizás podemos empezar a trabajar en consultorios pediátricos y en los consultorios médicos y en que las mujeres que vivan esa situación la puedan identificar rápidamente. En ese sentido yo creo que está en nuestras manos poder cambiar esto radicalmente y no en mucho tiempo.

Pedir ayuda y denunciar si hay riesgo

¿Cuál es el camino que tiene que seguir una mujer que sufre violencia antes de llegar a hacer una denuncia?

—Yo le diría que se acercara a un servicio como las Comunas Mujer en Montevideo que son un buen lugar para hacer la primera aproximación. También está el Instituto Nacional de las Mujeres, que tiene un equipo que puede brindar asesoramiento. Hay personas que prefieren no ir a instituciones públicas, entonces otra posibilidad es consultar a una psicóloga especializada en estos temas, que pueda iniciar un proceso de trabajo. Antes de hacer una denuncia, salvo que estemos en un nivel de riesgo, un proceso terapéutico puede ayudar mucho a clarificar y sobre todo a fortalecer y a sostener. Porque algo muy común que le sucede a las víctimas de violencia, es que se produce mucha ambivalencia. De repente la persona está muy decidida a no aguantar más la situación, a separarse, y después viene la reconciliación. Y además poder también rodearse de una red de amigos y de familia que sepan lo que está pasando pero que también pudieran comprender esta parte de la ambivalencia. Hay que acompañarla en sus decisiones y no imponerle las nuestras.

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