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Qué sienten los venezolanos que llegaron a Uruguay acerca de la situación en su país

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Qué sienten los venezolanos que llegaron a Uruguay

CRISIS

En los últimos años aumentó la cantidad de emigrantes de esa nacionalidad que llegan a Uruguay en busca de una mejor vida. El País contactó a varios de ellos para conocer qué opinan acerca de lo que está pasando en Venezuela.

Antes de empezar a nombrar cada cosa que dejó en Venezuela, Geselle Silva (35) larga un pequeño suspiro. Su familia. Una carrera profesional “en ascenso y prometedora”. La casa que había comprado con esfuerzo. “En Venezuela dejé mi corazón”, resume. Geselle forma parte de la comunidad venezolana en Uruguay que en los últimos años, a medida que la crisis se agudizaba en su país, se hizo más numerosa mes a mes. A finales de 2018 eran 9.000. Se espera que cuando termine este año ese número haya trepado a 12.000. Este fenómeno migratorio -inédito en la historia de la nación caribeña- se replica en otros países de la región, en Estados Unidos y Europa. La estimación es que para diciembre de 2019 ya sean más de 5 millones los venezolanos que decidieron abandonar su país.

Después de lo que sucedió el 23 de febrero, día en que la oposición liderada por Juan Guaidó había marcado en el calendario para el ingreso (fallido) de ayuda humanitaria a Venezuela, El País quiso saber qué piensan los venezolanos en Uruguay sobre lo que está pasando en su país. A través de sus redes sociales, realizó tres preguntas para conocer cuándo habían llegado al país, por qué habían decidido irse de Venezuela y qué visión tenían acerca de una posible salida pacífica para la crisis que se desarrolla allí.

Decenas enviaron sus testimonios -en texto y video-, que hablan de desarraigo, amargura por lo que atestiguan ahora a la distancia, pero también esperanza por lo que quieren lograr en Uruguay y lo que anhelan para Venezuela.

Geselle afirma que una de las razones que motivó su viaje a Uruguay fue perseguir un futuro mejor para su hija. “Hace que todos los esfuerzos valgan la pena”, dice. Además, solo tiene palabras cálidas para describir cómo la recibió el país que eligió para empezar una nueva vida. “Estoy muy agradecida a Uruguay”, comenta. “Venimos acá a poner nuestro granito de arena, a dar nuestro talento en pos del crecimiento de este país”, agrega.

A Freddy Cárdenas (34) también lo empujó a emigrar su hijo. Al niño -que llegó a Uruguay con un año y medio- le faltaban tres vacunas que su familia buscaba con desesperación pero no conseguía en Venezuela. “El bienestar de mi hijo no es negociable”, dice después de enumerar las cosas que perdió cuando salió rumbo al sur del continente.

La solución

Venezuela es hoy una especie única en el mundo: hay dos hombres que se consideran presidentes de un mismo territorio: Guaidó y Nicolás Maduro, el delfín de Hugo Chávez, que ascendió al poder después del fallecimiento del comandante en 2013.

Entre los dos bandos actualmente no existe el diálogo. La tensión -en aumento desde 2014, con Chávez ya muerto y el precio del petróleo en picada, lo que secó los ingresos de divisas al país- escaló a fines de enero, cuando Guaidó, un político poco conocido en sus 30 que solo unos días antes había asumido como presidente de la Asamblea Nacional, se proclamó presidente encargado de la República Bolivariana de Venezuela.

Dos meses más tarde, Guaidó y la oposición detrás de él no han logrado torcerle el brazo al chavismo y Maduro sigue en el palacio presidencial de Miraflores. En las calles parte de la población sale a protestar y reclama que Maduro de un paso al costado, mientras la hiperinflación, el desabastecimiento y la inseguridad continúan golpeando a los residentes en el país.

Frente a este escenario, ¿qué salida pacífica ven los venezolanos que viven en Uruguay? La mayoría, ninguna. “No parece haber una solución pacífica”, dice Eduardo Arellán (23). Para él se tendrá que optar por una “opción militar” entre Colombia y Estados Unidos.

Algo parecido dice Humberto Arangel (30). “No veo una solución pacífica, ya sabemos cómo es el gobierno del usurpador”.

Génesis Guillén (26), que pisó Uruguay por primera vez hace cuatro meses, asegura que no está favor de una intervención militar, pero agrega que tampoco es partidaria del diálogo. “Con la gente que está en el gobierno no se dialoga”, comenta.

“Se puede dialogar con personas que quieren dialogar”, concuerda Antonio Pelegrín (45), un ingeniero que, dice, vino a Uruguay por la falta de oportunidades y la inseguridad que padecía en Venezuela. “Me vine ganando apenas US$ 37 mensuales”, cuenta. Ahora, sus colegas tienen un sueldo incluso más magro.

Para Isabel Albers (67), una profesora universitaria que salió de Venezuela hace tres años y medio, sí hay lugar para una solución sin violencia. “La salida debe ser pacífica, presionando a Maduro a irse ya, ponerlo preso. Una vez que salgan (que) se instale un gobierno que prepare las elecciones libres”, dice a El País.

Su compatriota Félix Varela (41), que está en Uruguay desde hace diez meses, es menos optimista y asegura que Maduro no está dispuesto a dejar el sillón presidencial bajo ningún término. “No le importa si la gente no puede comer, no le importa si la gente no tiene medicinas, no le importa si hay poblados enteros que pasan una semana o tres meses sin agua. Nadie entiende por qué siguen aferrados”, comenta. “Tratar de negociar con delincuentes es un error”, remata.

Yosigreth Giménez tiene 26 años y cuenta que por su “futuro” fue que decidió “venir a este lindo paisito”. Es otra de las venezolanas en Uruguay que cree que la solución a la crisis en su país no será por la vía pacífica. “No hay solución pacífica, ya se ha intentado y nada de eso ha funcionado. Fui testigo de todas las represiones y abuso que tiene el gobierno con nosotros, podría contar mil anécdotas, pero la más dolorosa es perder amigos en esta lucha, vilmente asesinados por este régimen”, señala.

“Es fácil opinar por una solución pacífica pero esta gente (por el gobierno) no va a salir de manera pacífica. Tienen muchos crímenes, narcotráfico, delincuencia, corrupción, que no se pueden borrar”, agrega Yosigreth.

“Creo en la Justicia y eso es lo que pedimos todos los venezolanos”, concluye.

MÁS

Los testimonios de los venezolanos

Nataly García (34): “Llegué a Uruguay hace dos años y seis meses. Me vine principalmente porque tengo un niño que va a cumplir cuatro años y desde el embarazo hacía cola por pañales. Al nacer hacía trueques por fórmulas y me despertaba a las 4 am (él con días de nacido) para hacer cola por comida. Si necesitaba algún medicamento, vitaminas para él, podía recorrer fácil más de diez farmacias para conseguirlo. Siempre con el miedo que nos fueran a robar. Mi esposo llegaba a casa a las 8 pm y yo angustiada porque a pesar de que no vivía en una zona ‘roja’ (entre comillas porque ya toda Venezuela se convirtió en zona roja) se podían escuchar tiros a cualquier hora”, contó a El País.

Danny Mejías (41): “Llegué a Uruguay el 1° de mayo del 2018. En Venezuela sigue estando mi esposa y mi hijo de 15 años. No veo solución pacífica debido a que el gobierno usurpador no permite que nadie piense distinto a ellos. Si lo haces te tildan de ‘traidor de la patria’. No puede haber elecciones en este momento ya que el CNE es manejado directamente por el gobierno usurpador, y ellos mismos hacen el conteo de votos, manipulan los resultados y manipulan a los electores haciendo campaña sucia. Compran el voto del dia a cambio de una bolsita de comida que trae unos cuantos productos de primera necesidad, que de broma alcanza para alimentar a cuatro personas una semana”.

Betty Arellano (33): “El 19 de marzo de 2017 llegué (a Uruguay) huyendo de la inseguridad e inflación, porque me permitía obtener la residencia permanente del Mercosur para poder buscar trabajo legalmente. Dejé todo: mi familia, casa y auto propio. Solo sales con lo que cabe en dos maletas. Hasta el sábado (23 de febrero) siempre pensé que la salida era entregarles un salvoconducto a todos los altos gobernantes y permitirles vivir con su dinero en otro lado. Desde el sábado ya no veo que exista salida pacífica, estas personas no van a salir de Venezuela si no es presos o muertos. No estás hablando de presidentes y gobernantes, estás hablando de narcotráfico, terrorismo, guerrilla, colectivos.

Yosigreth Giménez (26):  “Llegué acá hace tres años, el 5 de septiembre del 2016. Me recibí de ingeniera electricista y estuve un año buscando trabajo (en Venezuela) y en todas las empresas que iba estaban haciendo reducción de personal y otras cerrando. Hace tres años si quería comprar shampoo, jabón o cualquier ar- tículo de primera necesidad tenía que ir a las cadenas de supermercado por número de cédula. Recuerdo que me tocaba los martes y los viernes y la cola que tenía que hacer era enorme. Estaba cansada de la situación y cada vez empeoraba más y más. Por mi futuro decidí venir a este lindo paisito Uruguay. Dejé a toda mi familia, mis amigos, dejé todo. Hace tres años no era muy común abandonar Venezuela”.

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