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Al rescate de la memoria edilicia

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Andrés Mazzini es quien tiene la responsabilidad de dirigir el Centro de Documentación. Foto: M. Bonjour

Urbanismo

Facultad de Arquitectura atesora los planos originales de varios edificios emblemáticos.

Si algún arquitecto o investigador estuviera interesado en reconstruir Montevideo, tal como era hace ochenta años atrás, podría hacerlo sin mayores dificultades. Solo tendría que proponérselo, invertir mucho tiempo e instalarse en el Instituto de Historia de la Arquitectura (IHA) de la Facultad homónima de Montevideo. Allí, en su Centro de Documentación, se atesoran los permisos de construcción de las edificaciones privadas de la capital tramitados ante las autoridades municipales de su tiempo. Superan ampliamente los cien mil los planos, proyectos, croquis, dibujos y documentos que dan fe de cómo el arquitecto Leopoldo Tosi ideó en 1907 la casa de veraneo del ex presidente Claudio Williman, en José Ellauri y avenida Brasil, o proyectó en 1915 la histórica casa Pablo Ferrando en la calle Sarandí, actualmente sede de la librería Más puro verso, o de qué manera el francés Camilo Gardelle interpretó las veleidades de Francisco Piria para, en 1916, empezar a edificar su palaciega residencia en lo que hoy es la sede de la Suprema Corte de Justicia.

Edificio Pablo Ferrando. Foto: Facultad de Arquitectura
Edificio Pablo Ferrando. Foto: Facultad de Arquitectura

La historia no termina aquí, porque el Centro de Documentación del IHA, custodia también el acervo completo de Julio Vilamajó que incluye cartas personales, dibujos de viajes, planos, croquis y fotografías. Puede afirmarse que buena parte de la memoria arquitectónica de Montevideo y de todo el país está allí bien cuidada y a disposición de quien quiera consultarla.

Las colecciones atesoradas incluyen además del acervo completo de Julio Vilamajó, el de César Loustau, Luis García Pardo, Justino Serralta, Beltrán Arbeleche, Miguel Canale, Román Fresnedo, Idelfonso Arostegui, Rafael Lorente Escudero, Guillermo Jones Odriozola, Mario Paysse Reyes, del estudio de De los Campos, Puente y Tournier y, en proceso de clasificación, el de Alberto Muñoz del Campo y Samuel Flores Flores. También se encuentran los planos de la urbanización de Punta Ballena, llevada adelante por el catalán Antonio Bonnet.

Edificio Soler. Foto: Facultad de Arquitectura
Edificio Soler. Foto: Facultad de Arquitectura

Los orígenes de IHA, datan de 1938. Ese año, tres profesionales e investigadores de renombre: Juan Giuria, Román Guerra y Aurelio Luchini crearon el Instituto de Arqueología Americana que, años más tarde, se convertiría en el Instituto de Historia de la Arquitectura.

Fundaron una de las primeras cátedras de esta especialidad en América Latina y su correspondiente centro de estudios. Para entonces, la Facultad de Arquitectura tenía 23 años de vida. Su nacimiento data de 1915, cuando se separó de Ingeniería que a su vez se independizó de la llamada Facultad de Matemática que había funcionado hasta entonces en el antiguo Hotel Nacional de la Rambla portuaria, construido por Emilio Reus.

En esos años comenzó a hacerse acopio de documentos. Luchini, tenía como lema que "toda investigación debía contar un respaldo importante de documentación que la avalara".

Andrés Mazzini, es arquitecto. Se recibió en 1982 y desde 1987 integra el equipo del IHA. Hoy, junto a los también arquitectos Martín Cobas y Jorge Nudelman, timonea el Instituto cuya sede se encuentra sobre la calle Mario Cassinoni, a los fondos de la Facultad de Arquitectura. Mazzini tiene la responsabilidad de dirigir el Centro de Documentación.

Hijo del arquitecto Luis Mazzini, con dos hermanas también arquitectas y casado con una arquitecta, bien puede decirse que su profesión estuvo decidida desde la cuna. Es su vocación, y se ha dedicado a tiempo completo a la investigación y a la docencia. Viene hurgando en la historia de la arquitectura nacional desde siempre. Su trabajo le apasiona y se nota. Recibe amablemente a El País, en un despacho que comparte con dos jóvenes investigadores y en el que siempre se escucha música clásica.

Comenta que "existen trabajos sobre la historia de la arquitectura nacional desde 1880, pero es a partir de la creación del IHA que el acopio de materiales y los estudios adquieren otra dimensión".

En el instituto trabajan veinte personas, la mayoría de ellos son arquitectos y docentes. También hay estudiantes y jóvenes egresados a los que se los prepara en metodología. Cinco de ellos están dedicados exclusivamente a la clasificación y contacto directo con la documentación.

El chalet del Dr. Claudio Williman. Foto: Facultad de Arquitectura
El chalet del Dr. Claudio Williman. Foto: Facultad de Arquitectura

Mientras recorre con El País el local de casi cuatrocientos metros cuadrados, dividido en sectores, destaca que acervo se ha ido conformando con donaciones. Una de las primeras y la más completa llegó en 1963. Fue el acervo de Julio Vilamajó y de su mujer Mercedes Pulido. Están desde los portafolios personales de la pareja, con sus iniciales grabadas, hasta los planos de todas sus obras, pasando por cartas personales, libretas de apuntes y dibujos que hacía en sus viajes de edificios y monumentos. La mayoría de las personas toma fotografías cuando viaja, Vilamajó dibujaba lo que le interesaba, le impresionaba o quería guardar como recuerdo.

Pocos años después, el Instituto recibió la biblioteca de Giuria. No solo fueron libros sino más de diecisiete mil fotografías impresas y cuatro mil negativos. Hoy la biblioteca del IHA supera los cinco mil ejemplares.

Jockey Club. Foto: Facultad de Arquitectura
Jockey Club. Foto: Facultad de Arquitectura

La era digital.

En 1990, el Centro de Documentación ingresó a la era de la computación. Comenzó a digitalizar los planos y documentos. Esta tarea continua hasta el día de hoy y ha permitido conservar materiales de gran valor histórico que de otra forma se hubieran perdido.

Cinco años después, en 1995, la Intendencia de Montevideo decidió que todos los permisos de construcción con más de treinta años de antigüedad serían destruidos. Al enterarse las autoridades del IHA, iniciaron tratativas para que dicho material pasara al Centro de Investigaciones. Así sucedió y de esta forma, se evitó que miles de planos y proyectos se perdieran para siempre.

Entre los documentos que más sorprenden, están los libros de registros de los permisos. Son mamotretos que pesan varios kilos cada uno y que contienen en orden alfabético y por el nombre de los propietarios, las solicitudes de autorización para construir casas, edificios, locales comerciales y hasta barrios enteros. También están las carpetas con planos dibujados sobre papel de seda, hechos por manos expertas. La mayoría de ellos son testimonio de un país que —a través de la arquitectura— edificaba su propia identidad.

El Centro de Documentación del IHA, hoy preserva los permisos de construcción con sus respectivos planos, de los edificios particulares de Montevideo, desde comienzos de siglo XX y aún de antes. Los que corresponden a las construcciones públicas se encuentran en el Ministerio de Transporte y Obras.

De todo el país.

Mazzoni, indicó que con el transcurso de los años, se han ido incorporando planos y estudios de casi todo el país. Existen permisos de construcción de todas las capitales departamentales y de los principales centros urbanos del país.

Mazzoni, destacó que el IHA y su Centro de Documentación, se mantienen con recursos de la Facultad de Arquitectura. Agregó que "hay pequeñas partidas " que se les asignan a los docentes Grado 5 para la compra de materiales y de las que "deben rendir cuentas".

Un ingreso extra, que también se destina a la adquisición de materiales o equipos de computación proviene de la tasa que deben pagar aquellos profesionales que quieren obtener copia de un plano. Estos ingresos no superan los cien mil pesos anuales.

80 años al servicio de docentes y estudiosos

El Instituto de Historia de la Arquitectura constituye el único centro especializado en estudios históricos aplicados a la arquitectura, al urbanismo y el territorio en el Uruguay. Esta dependencia de la Facultad tiene su origen en el Instituto de Arqueología Americana, fundado en 1938 y con la reorganización de los institutos, hacia 1948, adoptó su actual denominación.

A partir del Plan de Estudios de 1952, el IHA orientó su labor a la investigación de la realidad nacional y tomó a su cargo la coordinación de todos los cursos de Historia de la Arquitectura.

Seduciendo a ingenieros, arquitectos y empresarios

Si bien el Centro de Documentación está abierto a todo público, la mayoría de sus visitantes son arquitectos, ingenieros o gente vinculada a empresas constructoras. También hay profesionales que cursan post grados o maestrías y que requieren información que solo encuentran allí. Suelen recibir, además, profesionales de Argentina y Paraguay que están realizando tesis sobre arquitectos que han desarrollado su tarea en el cono Sur.

La Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo también administra el Museo Casa Vilamajó, una joya que rescata la obra de este emprendedor. En acuerdo con el Ministerio de Educación y Cultura, propietario del bien, abrió sus puertas al público en mayo de 2012. El museo está concebido como polo de investigación y difusión de la figura y obra de Vilamajó y de la Arquitectura y el Diseño como disciplinas abiertas a la sociedad.

Un valija repleta de edificios,fuentes, pájaros, animales y flores

Una gran valija de la década de 1920, atesora cientos, tal vez un millar de dibujos originales del maestro de vitrales italiano Arturo Marchetti. Hace un tiempo, esa valija, llegó al Centro de Documentación del IHA, de la mano de uno de los nietos del magistral artista italiano.

"Aquí estará en buenas manos", cuentan que dijo el hombre. La sorpresa fue mayúscula cuando al abrirla, se encontraron con los dibujos a color en papel de seda y o manteca de un artista que descolló en las primeras décadas del siglo XX por sus trabajos en vidrios, y que también incursionó en la pintura.

Marchetti , nació en Milán en 1886 y a comienzos de la década de 1910 llegó a Montevideo. Aquí se dedicó a diseñar vitrales que decoran centenares de edificios de Montevideo y del interior. Entre ellos los del Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo y del Palacio de Francisco Piria y de tantas construcciones que ya no están. También enseñó su oficio en el Círculo de Bellas Artes.

En su gran mayoría, sus trabajos están firmados. Se desconoce la fecha en que murió, pero sí se sabe que en sus últimos años trabajó en Vidrierías Unidas. Hurgar en esa valija, es descubrir un arte que combina el talento del dibujo y de la pintura con la habilidad de plasmarlo luego en el vidrio.

Hay fuentes, pájaros, animales, flores y hasta paisajes con colores variados y tonalidades diferentes, pensados para detener o filtrar los rayos del sol durante las cuatro estaciones. O para proteger la intimidad de una habitación o un salón. Tal vez muchos de esos vitrales ya no existan. No obstante, Miriam Hojman del IHU, es hoy la encargada de clasificar y disponer la digitalización de esos dibujos para que no se pierdan. Es otro trozo o eslabón de la historia de la arquitectura uruguaya.

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