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Un jubilado corre 286 km en homenaje a Santa Clara

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Foto: Jorge Realán

DESAFÍO DESDE MONTEVIDEO HASTA TREINTA Y TRES

La travesía le llevó 10 días. Quiso unir Montevideo con su ciudad natal en el mes de su aniversario.

Jorge Realán, un policía retirado, de 56 años, estuvo preparando el mayor desafío deportivo de su vida por casi un año. A principios de 2017, durante una carrera en Pando, le comentó a su esposa una idea arriesgada. "Le dije que sería hermoso poder unir corriendo la ciudad donde resido actualmente, que es Montevideo, con el lugar donde nací, Santa Clara de Olimar, en Treinta y Tres", contó Realán a El País. El trayecto, en total, era de 286 kilómetros. A pesar de que el primer comentario de su esposa fue que "era una locura", lo apoyó y lo acompañó durante todo el proceso. "Me dijo que si era lo que yo quería, que lo hiciera", contó.

Al poco tiempo Realán comenzó a entrenar para cumplir su meta: primero se fue un mes solo, a la playa de La Coronilla, donde corría a diario en la arena y luego, al sentir que debía agregar otro tipo de entrenamiento para lograr su objetivo, se unió a un grupo denominado "Legión Entrena". Allí, junto al profesor Tyson Piñeiro, estuvo entrenando durante cuatro meses.

"Corríamos varios kilómetros, y nos centramos principalmente en agarrar fuerza en las piernas y en el abdomen. Con él entrenaba tres veces por semana y el resto de los días me mandaba un entrenamiento y yo lo hacía. Eran en total seis días de ejercicio a la semana (de dos horas cada entrenamiento) y un día de descanso", explicó el corredor.

Ayuda: Realán fue acompañado todo el camino por una combi. Foto: Jorge Realán
Ayuda: Realán fue acompañado todo el camino por una combi. Foto: Jorge Realán

El desafío.

El 1 de marzo fue el día escogido por Realán para comenzar la carrera que culminó el sábado 1o de marzo. "Fueron 10 etapas, de 30 kilómetros cada una; cerca de cuatro horas por día corriendo", explicó. Recorrió las localidades de Totoral del Sauce, San Jacinto, Tala, Casupá, Cerro Colorado, Illescas, Nico Pérez, Valentines, Cerro Chato hasta llegar a Santa Clara. En cada uno de esos pueblos fue alojado por vecinos del lugar. Se quedaba una noche y al otro día salía a las 6 de la mañana. "En algunos casos era en casas de familias; en otros me alojé en gimnasios y en un caso una mujer me dio una llave de una vivienda vacía y amueblada y me dijo que me podía quedar allí", contó.

La gestión de los alojamientos la había hecho semanas antes llamando a corredores de esos pueblos o a la misma comisaría para que ellos lo contactaran con alguien que le pudiera dar alojamiento.

Por si acaso, durante los 286 kilómetros lo acompañó una combi que iba cargada con provisiones, un baño químico, frazadas, cocina a gas, colchones inflables y dos carpas, por si alguno de sus lugares de hospedaje se caía y tenían que acampar esa noche. Pero no fue necesario. "El chofer de la combi, a su vez, iba controlando cómo corría, el tiempo que iba poniendo por kilómetro y me decía cuándo tenía que comer, cada cuánto tenía que beber, que por lo general era cada 4 kilómetros", contó Realán. El corredor cargaba una mochila con botellas de agua y una riñonera con caramelos.

La llegada.

La idea del policía retirado era llegar a Santa Clara en la misma semana en que la localidad cumplía 140 años, como una forma de homenajear al lugar donde nació. Arribó el 10 de marzo cerca de las 11 de la mañana, acompañado de una gran caravana que incluyó más de 20 autos además de gente a caballo, bicicletas y motos. En los últimos kilómetros se sumaron varios corredores más, entre ellos su profesor. "Me esperó casi todo el pueblo en la calle al llegar, además de toda mi familia", contó.

Según dice, piensa repetir el desafío pero en menos tiempo y con menos paradas y además quiere ir por más: correr por todo el litoral. "Soy jubilado, por eso tengo tiempo de hacer estas locuras", dijo entre risas.

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