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Las historias detrás de los que al final regresaron a su país

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Vuelo humanitario

PANDEMIA

El nacimiento de un niño, la edición de un libro y la muerte de un padre. El cierre de fronteras dejó varias personas varadas en el país esperando por volver.

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Crecía el número de casos de coronavirus en Uruguay y en el resto del mundo, crecía la incertidumbre y el esfuerzo de los gobiernos para evitar la propagación del virus. Pero en ese mismo momento también crecía Benjamín en la panza de su madre.

Katherine Lamus (27) estaba esperando a su hijo y tenía pasaje para volver a Colombia, su país de nacimiento, en mayo. Lo había sacado en febrero luego de vivir cinco años en Uruguay y nunca pensó que una pandemia iba a cambiar sus planes. El virus la encontró en Maldonado, trabajando para reunir plata y no llegar con “las manos vacías”.

“Sentía una tristeza absoluta, yo estaba en ese momento en Maldonado y estaba completamente sola”, cuenta a El País. Lamus es una de las 145 personas que participó del vuelo humanitario organizado por Uruguay, Paraguay y Colombia que partió el 11 de junio, aunque su presencia en el avión estuvo en duda hasta último minuto.

El embarazo de Lamus ya estaba muy avanzado en el momento en que le confirmaron que el vuelo se iba a realizar y el miedo de una complicación la llevó a proponerle al consulado de Colombia en Uruguay que alguien más tomara su lugar. “Cuando me dijeron que sí (que se habilitó un vuelo) no me vi con tantas esperanzas porque estaba en las últimas semanas de gestación y embarazada era imposible que pudiera viajar, era riesgoso”, explica. Es por eso que trató de aplacar esa incertidumbre hablándole a Benjamín. “Necesito que vengas ya, por favor, para que nos vayamos a Colombia”, le decía Lamus a su hijo.

Los días pasaban, la fecha del vuelo se acercaba y la esperanza de esa madre para volver a su país se desvanecía. Pero siete días antes de que el avión despegara, su suerte volvió a cambiar. “Cuando hablé con el consulado estaba con contracciones. En la noche sentí dolores y fui al hospital. Ahí me dejaron en internación para empezar el trabajo de parto”, cuenta. En la mañana de un jueves nació Benjamín y empezó una odisea de trámites, cédulas, registros civiles y mucho más: los esperaba ese vuelo que Lamus tanto había esperado.

“Benjamín tiene una semana de nacido, tiene un vuelo internacional y dos nacionalidades, es el niño mas afortunado de este mundo, es lo mejor del 2020”, dice y con voz alegre asegura que le gusta que su hijo sea uruguayo. Cuando sea grande y quiera conocer Uruguay ella lo va a acompañar, le va a mostrar el país y sus costumbres aunque el mate ya lo va a conocer porque viajó en su valija. Es una tradición que quiere mantener.

Preparar un vuelo humanitario

Lograr que decenas de personas retornen a sus hogares no es tarea fácil, especialmente cuando un virus generó el cierre de las fronteras en la gran mayoría de los países. 

Para poder llevarlos adelante el primer paso necesario es definir cuáles serán las personas que podrán volver, ya que la capacidad de los vuelos es limitada, especialmente en época de pandemia.

La condición de "varados" fue la que se tomó como condición para realizar el vuelo, es decir aquellas personas que por trabajo o negocios viajaron, con una fecha de regreso estipulada y no pudieron hacerlo. También se incluyeron aquellos que tuvieran un pasaje de regreso y, en caso de ser posible, también a aquellas personas que quieren regresar por tener dificultades en el país en el que están, como por ejemplo que perdieran sus trabajos. 

En el vuelo humanitario con destino a Colombia se contó con la ayuda de tres gobiernos: el colombiano propiamente, encargado de liderar el vuelo a través de sus misiones diplomáticas, el de Uruguay y el de Paraguay. 

Con este tipo de acciones son varios los que van y los que regresan como ocurrió en este caso ya que retornaron uruguayos varados en Colombia en el viaje de venida. En el viaje de regreso pudieron volver tanto colombianos como paraguayos varados, así como residentes en Colombia, destino final. 

De todas maneras la coordinación para que finalmente se pueda realizar lleva mucho tiempo y dedicación. Se necesita además la acción de consulados, embajadas, presidencia y ministerios para poder unir familias y llevar a las personas a sus países 

Ya desde Colombia, con su familia cerca y al lado de su hijo, Lamus reflexiona y piensa en cómo será el día que pueda contarle a su hijo el día de su nacimiento. “Es una cosa de locos que en medio de una pandemia él haya aparecido en ese momento de caos a traer luz y paz. Queda para la historia”, dice.

Un libro

Beatriz Quiñonez cuenta que llegó a Uruguay para terminar de llenar de tinta las hojas con las historias que marcaron su vida. Luego de 30 años siendo enfermera en Colombia, decidió dejar su país y culminar el libro con todas las vivencias que le dejó su profesión. Dice que desde los siete años siempre sintió amor por la literatura y que, como su profesor estaba en Uruguay, viajó para terminar de editar y corregir lo que se transformará en su primer libro.

Llegó el mismo día en que se conocieron los primeros cuatro casos de COVID-19 y no sabía que su estadía, que en un principio iba a ser por un mes, se extendería por tres. Su vida pasó a ser la de una residente permanente en un hotel de Montevideo, pasaba sus días concentrada en terminar el libro, conocer la ciudad y mantenerse en contacto con su familia. Pero lejos de sentirse atrapada, sintió en Uruguay una segunda casa.

“Nunca estuve mal, ni me sentí en peligro a pesar de que me quedé sola por tres meses”, cuenta Quiñonez. Le encantaban sus paseos por la rambla, las charlas con los pescadores y los amigos que se hizo en una iglesia cercana. “Si fuera posible, hubiera sido mejor quedarme allá. Porque al coronavirus lo han manejado muy bien. Uruguay es un país que le está mostrando al mundo un manejo impresionante de la pandemia”, opina.

Sin embargo el costo de vivir en un hotel, lejos de su familia y en un país nuevo la llevó a buscar ayuda. "Primero fui al Ministerio de Relaciones Exteriores y ahí me dijeron que tenía que comunicarme con mi consulado, así que les escribí. Ese par de mujeres, por ejemplo la cónsul que hay allá que se llama María Angélica García, se portaron espectacular, humanas, buenas personas. Ahí sí que fuer cierto que pensaba 'acá me debería quedar, si fuera más inteligente me quedaba', pero la verdad es que la parte económica pesa mucho".

Finalmente logró registrar su libro en la Biblioteca Nacional y, a los pocos días, le llegó el anuncio de un vuelo humanitario que podría llevarla a casa. En Colombia está tranquila, pero sabe que dejó una parte de su historia en Uruguay.

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Perder a un ser querido estando en otro país

Las ganas de regresar a su país ya estaban, pero fueron aún más fuertes cuando le contaron que su padre falleció en un accidente. “Qué sentirías tu si te dicen que murió tu padre cuando estás a kilómetros de distancia” y con las fronteras cerradas,

pregunta Raúl López (nombre ficticio) cuando intenta describir lo que sintió. Lejos de su familia, lejos de su país y con un virus que se expandía por el mundo, las posibilidades de volver parecían imposibles.

Vivía en Uruguay desde hace un año, pero a comienzos de 2020 había decidido que volver era la mejor opción. Le gustaba el país, le gustaba el mar y los atardeceres de Maldonado, pero sus ganas de regresar eran más fuertes. “Se me vino el mundo encima”, dice López y agrega: “Uno aprende a valorar mucho lo que tiene, la familia especialmente. La soledad afecta”. Finalmente llegó ese llamado tan esperado: iba a viajar en un vuelo humanitario para por fin llegar a su país.

Quien también sufrió una pérdida durante su tiempo en Uruguay fue Beatriz Quiñonez, quien llegó a Uruguay para editar su primer libro. "Durante los primeros días de abril se murió mi esposo, el que fue mi compañero durante toda mi vida y ni mis hijos (que están en Europa) pudimos ir", cuenta y explica que aunque ya no estaban juntos seguían siendo "los mejores amigos". 

"El se cayó, tuvo un accidente cerebrovascular y entró en coma muy pronta", cuenta y agrega: "Fue muy duro enterarme, yo en la rambla lloré mucho, fue muy difícil",  finaliza.

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