Publicidad

Más gente en la calle y el Mides ajusta la estrategia

Compartir esta noticia
Jorge Vallebona en su nueva casa. “Esta es una oportunidad para crecer, un trampolín para algo mejor”, expresó. Foto: Leonardo Mainé

PLANES PARA UN PROBLEMA QUE CRECE

Se aferran a promover la autonomía, pero el presupuesto aumentó 36% para atender a más personas.

Es fácil distinguirlos en el tumulto de gente que esa mañana de jueves asiste al evento porque son los que llevan una llave revestida de negro en el cabezal. La tienen colgada al cuello, en la muñeca o la sacan del bolsillo para mostrarla a quien se lo pida. Unas 100 personas, en su mayoría miembros del gobierno -y, entre ellos, el presidente Luis Lacalle Pou-, los acompañan. Ellos, los 48 orgullosos portadores de las llaves negras, pasaron de dormir años en refugios del Mides a ser casi autónomos.

Y no lo pueden creer. “Nuestras casitas”, les llaman a los módulos de isopanel en los que vivirán en duplas durante el tiempo que necesiten para independizarse del todo, que a priori se espera no supere los dos años. En cada vivienda hay dos camas, una heladera, un microondas y un baño con ducha, mampara y agua caliente. Tienen un salón comunal y una zona con lavarropas y secarropas. El predio es el complejo Instituto Artigas, en Bella Italia.

“Nos van a mandar a la jungla”, pensó Micaela Rodríguez, de 46 años, cuando la llamaron para decirle que había quedado seleccionada en el programa. Dudó si aceptar o no, admite, mientras a su lado Ana, su compañera de habitación, afirma: “Yo siempre tuve fe”.

Ambas son usuarias de larga data de los refugios nocturnos del Mides, de los que aseguran que “hay muchos mitos”. La ducha nueva es el mayor atractivo, pero no porque antes no pudieran bañarse con agua caliente, aclaran. Lo mejor para ellas es disponer de su tiempo y su libertad. Atrás quedaron los días de tener que estar 18:30 en la puerta del refugio, para a las 9:30 del día siguiente quedar afuera sí o sí, con lluvia o sol.

Ya llevan un mes y medio viviendo en el complejo, pero conservan al detalle los recuerdos de la primera noche: el olor a nuevo, el colchón resbaladizo, los artefactos con precinto. Sospechan que no lo olvidarán.

En otra vivienda, Jorge Vallebona, de 63 años, es puro agradecimiento. Pasó por muchos lugares en su vida y un copamiento en Maldonado lo terminó de dejar sin nada, pero asegura que no durmió ni una noche en la calle. “Nunca dudé en pedir ayuda al Mides”, dice.

Para Jorge y Anselmo, que se conocen de haber compartido refugio, el módulo en el que convivirán es “una oportunidad, un trampolín para algo mejor”. Trabajan como electricistas y en mantenimiento, por lo que sacan un ingreso variable con el que ahora subsistirán. Y, por qué no, tal vez ahorrar para la casa propia.

La inauguración del jueves es el primer mojón de la estrategia de este gobierno en relación a las personas en situación de calle, que es darles una “vivienda acompañada”. Los seleccionados son gente que tiene trayectoria en los programas del Mides y que reúne más de $ 5.000 al mes para sustentarse, aunque se los apoya con la Tarjeta Uruguay Social y tiques de alimentación. Muchos cobran jubilaciones más altas pero las tienen comprometidas en préstamos. La idea es ayudarlos a que no vuelvan a caer en eso.

Micaela Rodríguez junto con el presidente Lacalle. Foto: Leonardo Mainé
Micaela Rodríguez junto con el presidente Lacalle. Foto: Leonardo Mainé

Los módulos del Instituto Artigas costaron US$ 150.000 y se financiaron mayormente con aporte de privados. En el Mides aseguran que, además de darles autonomía a las personas que dejan los refugios, el sistema gana en eficiencia. Mientras el refugio nocturno cuesta US$ 1.000 por usuario al mes, las viviendas acompañadas rondan los US$ 250. “Entonces, hasta por economía vamos a seguir por este camino en la medida en que podamos hacer la inversión”, dijo el ministro Pablo Bartol en el Parlamento.

Hay más planes del estilo. En abril se firmó un convenio con la Agencia Nacional de Vivienda por el cual se entregaron dos apartamentos que pagará el Mides por dos años, con la expectativa de luego hacer un “traspaso de alquiler” a personas que antes no tenían hogar. Están trabajando con ocho más.

El programa llegará al interior. Según dijo a El País Fernanda Auersperg, directora de Protección Integral en Situaciones de Vulneración, se entregarán 10 módulos en Cerro Largo y cinco en Tacuarembó.

Pandemia del coronavirus.

Cuando empezó la pandemia, las flamantes autoridades del Mides se dieron de bruces contra la realidad y tuvieron que salir a dar respuestas, a la vez que debieron cerrar la atención al público en la sede del ministerio y anular el local de puerta de entrada a los refugios, donde solía acumularse gente, por temor al contagio. El miedo era “muy grande”, recuerda Auersperg.

En ese contexto, se les empezó a aparecer en la puerta del Mides una ola de gente desesperada: personas desalojadas de pensiones, o que vivían de la venta ambulante en ferias y ómnibus, que habían perdido sus ingresos y debían entrar por primera vez al sistema de calle. Fueron atendidos directamente por las autoridades porque los funcionarios estaban en modo teletrabajo.

Esa gente engrosó el registro de población vulnerable notoriamente. “Nuestra percepción es que sin duda aumentó (la cantidad de usuarios). No lo hemos podido cuantificar. Pero sí sabemos que cuando hagamos el censo del año próximo, el total de población de calle será mayor. Quizás podamos decir que más personas están bajo el sistema, pero no viviendo a la intemperie”, expresó la jerarca.

Hubo que reforzar los dispositivos para dar respuesta, parte de lo cual se financió con el Fondo Covid. Auersperg informa que a partir de la pandemia se consiguieron 325 plazas en servicios de 24 horas, cuando antes había solo 175 cupos en esa modalidad.

A sabiendas de que la pandemia traerá más desempleo y, con ello, más indigencia, el presupuesto para el programa de calle aumentó 36% con respecto a 2019. Ahora, dice Auersperg, el objetivo es mantener una cobertura amplia en refugios nocturnos, sobre todo para situaciones de adicción y rotura de lazos familiares, y a la vez “diversificar la respuesta para generar eficiencia”.

Distintas respuestas

Una de las señas de la nueva administración es “diversificar las respuestas” y que el refugio nocturno sea “solo una solución temporal, de emergencia, para el que se queda en calle y no tiene dónde dormir”, ya que “está demostrado que quedan en el circuito”, dice Auersperg. Entre las respuestas están las viviendas acompañadas, que “dignifican” y ayudan a salir adelante. Pero en el Mides detectaron que otros necesitan “una tutela mayor”, y por eso definieron aumentar los cupos de cuidado. Hoy, los usuarios más deteriorados, muchos con discapacidad, están en el hotel Urban, a resguardo por el virus. La idea es dejar el hotel y generar cuatro centros especializados. Auersperg dice que habrá una licitación para eso en marzo.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

MidesPablo Bartol

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad