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Evangélicos amplían redes en la región y en Uruguay ocupan nuevos cargos

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INFORME ESPECIAL

Los grupos evangélicos han afianzado sus redes y su agenda al paso de los años, revela una investigación del Grupo de Diarios América.

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Para la mitad de los uruguayos la religión es “poco” o “nada” importante en sus vidas. Nada extraño para el país “más agnóstico” del mundo y donde el catolicismo, la fe que aún conserva más devotos, viene en un continuo declive: cayó 13 puntos porcentuales en los dos últimos años. Pero hay excepciones.

El último Barómetro de las Américas (Lapop), muestra que un tercio de los uruguayos evangélicos y pentecostales asiste a servicios religiosos “más de una vez por semana”. Eso significa que, aun siendo un universo inferior a los católicos, las iglesias evangélicas movilizan con una elevada frecuencia al triple de fieles que la religión predominante.

No es extraño. Para el 78% de los evangélicos uruguayos la religión es “muy importante” en sus vidas, y para el resto tiene cierta relevancia. “El dato confirma lo que ya suponíamos: los evangélicos, en especial los pentecostales, son muy militantes y eso explica su avance también en la política”, dice el investigador Nicolás Iglesias, especializado en el estudio del cristianismo.

Ese fervor -ese mismo que el pastor y diputado nacionalista Álvaro Dastugue calificó de “despertar evangelista”- no se vio reflejado en las urnas. En la Legislatura pasada había tres legisladores titulares que eran devotos evangélicos y la misma cantidad asumirá el próximo febrero. ¿Cómo es posible?

“Lo más probable es que, ante cierta incomodidad en el sartorismo y lo tentador del discurso conservador de Guido Manini, el voto conservador cristiano fue captado por Cabildo Abierto”, explica Iglesias. De hecho “el programa de Cabildo refería abiertamente al combate de la ideología de género”.

El novel partido que dirige el excomandante en jefe del Ejército, tiene altas chances de quedarse con la cartera de Salud. Eso significaría que las políticas de anticoncepción y aborto estarían sujetas a su comandancia política.

Iglesias da un paso más: “No hay que mirar a los evangélicos solo en cantidad de legisladores, porque es probable que en la próxima Administración ellos ocupen nuevos cargos en los asuntos de familia (INAU), de drogas y de cárceles”.

El caso uruguayo no es ajeno a la marcha regional. Las iglesias evangélicas extienden su influencia en Latinoamérica. Convertidas en muchos casos en la segunda religión más importante, han traducido esa fuerza no solo en poder económico, sino político.

Concesionarios de medios, impulsores de candidaturas legislativas y presidenciales, integrantes de parlamentos, fundadores de partidos políticos, cercanos a los gobiernos de turno, los grupos evangélicos han afianzado sus redes y su agenda al paso de los años, revela una investigación del Grupo de Diarios América.

Los evangélicos en la región han aprovechado ventajas como el no tener que hacer aportaciones tributarias, leyes que en el mejor de los casos son vagas y, en el peor, inexistentes y les permiten actuar con libertad. Aunque hay casos específicos donde se les asocia con algún partido político en particular, estas asociaciones han sabido adaptarse a los cambios y, señalan expertos, su objetivo es acercarse al poder, esté en manos de quien esté.

Su ascenso no ha estado exento de polémica; al contrario, y es apenas el principio. “La iglesia evangélica recién empieza a asomar la cabeza”, advierte a El Nuevo Día el doctor Samuel Silva Gotay, profesor distinguido de Historia y Sociología de la Religión en la Universidad de Puerto Rico.

Presencia del cristianismo en América Latina

Aunque diversas, las iglesias evangélicas tienen una agenda común que pasa por el No al aborto, la lucha contra los derechos de la comunidad LGBTTQ (en Puerto Rico impulsaron en el Senado un proyecto para aplicar terapias de conversión de menores homosexuales y transexuales que el gobierno frenó) y ganar acceso a los medios de comunicación, son algunos ejemplos.

Ha sido una labor de décadas. En Brasil, uno de los ejemplos más notorios del poder evangélico, estos grupos se consolidaron en la década de 1970, y hoy en día su influencia se ha disparado en el gobierno del presidente Jair Bolsonaro, cuya candidatura impulsaron.

En México, agrupaciones evangélicas como los protestantes y pentecostales se incrementaron, en poco menos de diez años, 35%, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

En Uruguay, aunque solo 7% de la población se define como evangélica, según los cálculos de Fernanda Boidi, la coordinadora regional de Lapop, los expertos coinciden en que la cifra subestima la realidad y, desde 2009 un pastor, Jorge Márquez de la iglesia Misión Vida, intentó competir en las elecciones.

Venezuela vivió en 2018 el llamado fenómeno Bertucci, cuando el pastor evangélico Javier Bertucci se lanzó como candidato presidencial y su partido, Esperanza por el Cambio, alcanzó más de un millón de votos, una cifra histórica para una organización política de esa tendencia religiosa, advierte El Nacional. En este país, 17% se declara evangélico o protestante, según Latinobarómetro (2018).

El acercamiento de los grupos evangélicos al poder tiene un objetivo particular: impulsar su agenda. Y en algunos países, eso se ha traducido en acciones muy concretas.

Es el caso de México, donde la Cofraternice se encargará de distribuir la cartilla moral impulsada por el presidente López Obrador, con la que busca, según ha declarado, “reconstruir el tejido social” para disminuir la violencia que hay en el país. Será difundida en 7 mil iglesias evangélicas y los pastores planean incluso ir casa por casa.

La Cofraternice busca sumarse, asimismo, a programas “emblema” del gobierno de López Obrador, como Jóvenes Construyendo el Futuro, que otorga becas a personas de entre 18 y 29 años por ser capacitadas en empresas, y Sembrando Vida, para impulsar políticas de desarrollo que ayuden a disminuir la migración centroamericana.

En Brasil, los evangélicos se anotaron un gran triunfo en mayo de 2019, cuando a pedido del propio presidente Bolsonaro la Reserva Federal acordó flexibilizar las obligaciones accesorias de las iglesias (sus declaraciones diarias y mensuales de movimientos financieros).

El mandatario causó polémica al advertir que tendrá la oportunidad de nominar a dos ministros para el Tribunal Supremo y que uno de ellos será “terriblemente evangélico”.

En Colombia, estos movimientos mostraron su poder al impulsar el voto por el “No” a los acuerdos de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en el plebiscito de 2016, que finalmente se impuso. Tras el fracaso del Sí, el presidente Juan Manuel Santos se reunió con una decena de pastores para escuchar sus planteamientos.

Paso a paso, las iglesias evangélicas han ganado terreno en Latinoamérica. Su cercanía al poder está redibujando la división Iglesia-Estado que solía prevalecer. Y van por más.

Brasil, esa Meca que dio luz al fenómeno

Un caso que cabe destacar es el de Brasil, no solo por la relación evangélicos-Jair Bolsonaro, sino por la fuerza política, mediática y económica de este grupo.

La Iglesia Universal del Reino de Dios (conocida en Uruguay como Pare de Sufrir) es considerada una pionera en la expansión nacional e internacional de la iglesia neopentecostal, indica O Globo.

Es propietaria de Radio Aleluia, con más de 90 emisoras y su fundador, el obispo Edir Macedo, es dueño del Grupo Record.

Otro obispo, Marcelo Crivella, fue senador y nominado a ministro de Estado en el gobierno de Dilma Rousseff. En 2018 anunció ante un público de pastores evangélicos que se les daría prioridad a integrantes de la iglesia para cirugías de cataratas y varices en la red hospitalaria pública. Hoy es alcalde de Río de Janeiro.

De las filas de una de las iglesias evangélicas más antiguas de Brasil, la Asamblea de Dios, han salido también pastores que han sido líderes políticos, como Everaldo Pereira.

En el censo de 2010, 12,3 millones de personas se declararon fieles de esta iglesia.

El poder es tal que la ley 12.034, de 2009, prohíbe realizar propaganda electoral en bienes de uso público, incluyendo templos religiosos. En período electoral se prohíbe pedir votos en las iglesias para algún candidato en particular.

Personajes polémicos ligados a las iglesias

Algunos de los líderes de las iglesias evangélicas más populares se han visto envueltos en escándalos. En México destaca el caso del líder mundial de la Iglesia de La Luz del Mundo, Naasón Joaquín García, quien fue detenido en junio y está acusado por la fiscalía de California de 26 delitos graves, incluidos pornografía infantil, abuso sexual a menores y tráfico de personas. Se le denegó libertad bajo fianza después de que se dieron a conocer videos sexuales de Joaquín García en los que aparecía un menor; también se detectaron imágenes de pornografía infantil en un teléfono.

En Venezuela causó gran revuelo la candidatura presidencial de Javier Bertucci, pastor de la Iglesia Maranatha Venezuela. Hubo quienes lo acusaron de actuar en complicidad con el presidente Nicolás Maduro, al validar con su participación unas elecciones que no fueron reconocidas por un gran sector de la oposición.

Durante la candidatura de Bertucci salieron a la luz presuntos vínculos con casos de corrupción que fueron expuestos en la filtración de los Panama Papers en 2016. En Puerto Rico, Jorge Raschke, pastor de Asambleas de Dios, presidente del Ministerio Clamor de Dios Internacional y asesor del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ha causado más de un revuelo. Durante las protestas de este año contra el gobernador Ricardo Rosselló, Raschke criticó el Paro Nacional, durante el cual más de 500 mil personas marcharon para exigir la dimisión del gobernante.

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