HISTORIA DE UN INMIGRANTE
Mudó su residencia porque los cubanos no lo dejaban dormir.
Aba tiene 29 años y nació en Senegal. Hace 8 meses que pisó suelo uruguayo luego de estar un tiempo en España (donde vivía su hermana), Francia, Argentina y Brasil. De Europa se fue porque "eran muy racistas", de Argentina se mudó porque la policía le quitó toda la mercadería que vendía en la calle y de Brasil migró por la inseguridad. "Es peligroso, te matan por nada", cuenta a El País en un español claro pero mezclado con un leve acento portugués.
"A mí me gusta joder con la gente, hablar con las personas para conocer más y por eso elegí Sudamérica, porque aquí la gente es muy sociable y amable", cuenta mientras a su costado dos amigos senegaleses que vinieron a visitarlo lo escuchan atentamente.
Dice que en Uruguay "se vive tranquilo", pero lo que falta es trabajo. Llegó al país sin conocer a nadie y la primera noche se quedó en un motel. Luego, caminando por las calles de Montevideo, encontró alojamiento en una pensión que costaba unos $ 200 la noche. Pero no aguantó más la música y los gritos de los cubanos y dominicanos que no le permitían dormir, ni hablar normalmente con su familia por teléfono, así que decidió mudarse de lugar.
Hace 15 días vive en un hostel en medio de Ciudad Vieja y trabaja en las ferias vendiendo cadenitas y relojes que compra en el Barrio de los Judíos.
En paralelo asiste a un curso de pocos días para preparar correctamente su currículum.
No tiene suficiente plata como para pagar el alojamiento pero el dueño del Montevideo Port Hostel es su amigo y por eso lo deja quedarse.
"Sabe que si no pago por 15 días es porque de verdad no tengo plata y también sabe que cuando tenga dinero le voy a pagar", cuenta Aba.
En Dakar, la capital de Senegal y el lugar donde nació, trabajaba como soldador y aspira a poder ejercer su oficio en Uruguay.
Por el momento el plan es no moverse más y quedarse a vivir en Montevideo.