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El adiós a Luciano Álvarez, un hombre de la casa

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Luciano Álvarez. Foto: Archivo

Columna

Su pluma y espíritu fueron una referencia en nuestra página editorial

Luciano Álvarez. Foto: Archivo
Luciano Álvarez. Foto: Archivo

Con la partida de Luciano Álvarez se marcha también una pluma y un espíritu que eran referencia en nuestra página editorial. Sus piezas siempre lograban sorprender a unos y dejar mascullando a otros. Pero sobre todo, sus lecturas eran esperadas y disfrutadas.

Luciano era un contertulio más de las reuniones editoriales de los miércoles. Tenía un perfil un poco distinto pero muy respetado: peñarolense por sentimiento y demócrata cristiano por convicción. Honesto en su pensar, franco en su decir, su mirada inteligente y clara y su sonrisa amplia y sincera siempre acompañaron los análisis políticos y sociales que animan esa rueda fraterna. Disfrutaba del diálogo o el debate, meticuloso a la hora del cuento o la anécdota, argumentaba con soltura y disfrutaba del ambiente de camaradería en el que siempre chispeaba el buen humor entre compañeros.

Porque eso fue Luciano para todos: un gran compañero. Generoso en su vasta cultura literaria, cinematográfica, futbolística, histórica y política, nada de lo que es propio del buen ciudadano que quiere a su país le era ajeno. Era un hombre honesto y de honor, preocupado por entender mejor el futuro de las nuevas generaciones; era un intelectual excepcional y de fuste, convencido del poder de la palabra; era un hombre en su circunstancia y en su acción, comprometido en la excelencia de su tarea periodística.

Luciano Álvarez ha muerto, pero su exigencia de calidad editorial nos seguirá acompañando. Su vigor en la defensa de las más nobles causas en torno a lo bueno, lo bello y lo justo, nos seguirá guiando en el camino.

No lo recordaremos con la tristeza que nos dejó su muerte, sino con la eterna alegría de su abrazo fraterno, su sonrisa leal, su mirada inteligente y su comentario siempre simpático y ocurrente que animaba sonrisas.

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