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Sexo y crimen en el Uruguay del 900

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La familia Arteaga y la niña Celia Rodríguez Larreta en un severo retrato de época. Foto gentileza  de Freddy De Arteaga.

“La tragedia del Prado”, o la historia de un hecho de sangre que salpicó varios abolengos.

Mejor callar. Bajo esta sentencia, muchas veces hipócrita y machista, la alta burguesía uruguaya sepultó un sinfín de historias e intrigas, como la "tragedia del Prado", que conmocionó a la sociedad uruguaya en los albores del siglo XX. ¿Por qué Luis Alberto de Herrera y José Batlle y Ordóñez dejaron de dirigirse la palabra por el resto de sus vidas? Según detalla el último libro del escritor y periodista Diego Fischer, el germen de este hecho, trascendental en la vida política del país, tuvo su origen en una relación prohibida entre el caudillo nacionalista y Celia Rodríguez Larreta, una mujer casada, heredera de una de las fortunas más extraordinarias de su época.

Mejor callar. Escándalo y silencio de los crímenes del Prado, es el último trabajo del autor de Carlota Ferreira; Al encuentro de las Tres Marías y Qué Tupé, quien vuelve a abordar con rigor la investigación histórica de una trama de sexo, poder y dinero.

"Chela", como se la conocía en su época, fue asesinada por su celoso marido, Adolfo Latorre, en una aciaga noche del verano de 1904, en el viejo Hotel del Prado. Latorre moriría poco después, de un certero disparo que partió del arma del abogado de la mujer, terminando por desparramar tanta sangre como tinta en los diarios de la época. Además del colosal escándalo mediático y político, muy alejado del romanticismo y candidez de la Belle Époque montevideana, el hecho marcaría para siempre a dos niñas que quedaron huérfanas.

Dos años después de aquellos crímenes, en 1906, se realizó en una dependencia del Ejército sobre 18 de Julio un velatorio simbólico de los restos de los oficiales combatientes en la batalla de Tupambaé, en la que se enfrentaron blancos y colorados. Luego de expresar su pésame, el entonces presidente de la República, José Batlle y Ordóñez, salió caminando por la principal avenida rodeado de un fuerte dispositivo de seguridad, inusual para la época. Esto motivó que al día siguiente el diario La Democracia, fundado y dirigido por Luis Alberto de Herrera, le dedicara una invectiva titulada "Miedo".

La réplica no se hizo esperar. Llegó a las 24 horas y salió impresa en la edición vespertina de El Día, con formato de editorial y la firma de Batlle y Ordóñez, quien subió la apuesta con el título "¿Quién dijo miedo?".

En ella, el político colorado escribió algo que nada tenía que ver con el episodio del funeral y que dinamitó para siempre el vínculo entre ambos: "¡Oh tú, bellísima e irreflexiva niña que no tuviste a tu lado un varón fuerte en los días de peligro, como lo habías tenido débil en los de falta, álzate de tu olvidado lecho de piedra y dinos quién dijo miedo!". Batlle y Ordóñez se refería a "Chela", la amante de Luis Alberto de Herrera, asesinada dos años antes a manos de su marido despechado. Herrera estalló de furia y estrujó el ejemplar de El Día que tenía en sus manos. Poco después, retó a duelo a Batlle.

Alta sociedad.

La historia se remonta a los años en que Lorenzo Latorre asume el poder y se prolonga hasta finales de la década de 1910. Como telón de fondo están los vaivenes políticos y particularmente la Revolución de 1897, el asesinato del presidente Juan Idiarte Borda, la consolidación de los liderazgos de José Batlle y Ordóñez y de Aparicio Saravia y la Guerra Civil de 1904.

Fischer logra traspasar el umbral de las residencias de varias de las familias del patriciado y la alta burguesía montevideana de mediados del siglo XIX y comienzos del XX, (Arteaga, Rodríguez Larreta, Herrera, Latorre) revelando la intimidad y la vida cotidiana de esos clanes, en muchos de los cuales la violencia más primitiva reinaba. Familias que no solo manejaban los hilos del poder, sino que eran el poder en sí mismo.

Mejor callar es también un retrato del Novecientos, pero muy lejos está de ser una crónica romántica de aquella Montevideo en la que la generación más brillante de escritores que ha tenido el país, se reunía en los cafés de una ciudad que posaba su mirada en París, mientras campo afuera sus jóvenes se desangraban en las luchas fratricidas entre divisas.

Celia Rodríguez Larreta, a quien todos apodaban Chela, fue la mayor de los seis hijos del matrimonio conformado por Luis Rodríguez Larreta y Celia de Arteaga. Era nieta de Clodomiro de Arteaga, dueño de una de las mayores fortunas que hubo en Uruguay en aquellos años. Fue, además, propietario del diario La Nación, cuya principal característica era estar siempre al servicio del gobierno de turno: desde la dictadura de Latorre hasta la administración de Cuestas. Esto le aseguró, a Arteaga, ser legislador por el Partido Colorado, durante 25 años. Chela era también sobrina de Aureliano Rodríguez Larreta, un abogado de gran prestigio y fortuna y figura relevante del Partido Nacional.

Adolfo Latorre era hijo de un acaudalado empresario. Pasó parte de su infancia en París. Su padre se marchó con toda la familia luego del ocaso del militarismo y allí moriría pocos años después. Mezcla de nene bien y compadrito, se casó a los 21 años con Chela, de tan solo 14 años, conocida por todos por su fuerte temperamento y su carácter transgresor. Tuvieron tres hijos (uno de ellos murió al año de nacido) y una vida tormentosa. La irrupción en la vida de Chela, estando ya casada, de Luis Alberto de Herrera, un joven que comenzaba su ascendente carrera política, fue el comienzo de una historia de infidelidad condenada a un desenlace fatal.

El autor, en el Hotel del Prado

El remozado Hotel del Prado, que se levantó en el mismo lugar donde se hallaba a fines del Siglo XIX el viejo hotel, fue el escenario elegido por el escritor Diego Fischer para la presentación de su libro Mejor callar. Escándalo y silencio de los crímenes del Prado. En la ocasión, Victoria Rodríguez acompañará al autor, el miércoles 9 de noviembre a las 19:30 horas.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
La familia Arteaga y la niña Celia Rodríguez Larreta en un severo retrato de época. Foto gentileza de Freddy De Arteaga.

NUEVO LIBRO DE DIEGO FISCHER

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