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El 35% de los nuevos positivos de COVID-19 tiene menos de 25 años

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Hisopado para detectar COVID-19. Foto: Estefanía Leal

LA MARCHA DE LA PANDEMIA

El 35% de quienes dieron positivo al test del coronavirus en el último mes son menores de 25 años. En los primeros meses de la epidemia local no llegaban siquiera al 20%.

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Los nuevos contagios del SARS-CoV-2 en Uruguay se concentran, cada vez más, en los niños y los jóvenes. Durante los primeros meses de la epidemia local, cuando la curva de infectados apenas dibujaba una penillanura levemente ondulada, de cada 100 contagios, menos de 20 correspondían a menores de 25 años. En el último mes, en cambio, de cada 100 contagios, 35 involucran a los más jóvenes. ¿Qué está ocurriendo?

Para el pediatra e infectólogo Álvaro Galiana, “no hay dudas: los adultos fueron los primeros en vacunarse, el porcentaje de adultos infectados va bajando por la inmunización y crece el peso de los contagios de los más jóvenes”.

La interpretación de Galiana parece coincidir con un gráfico que publicó el Ministerio de Salud en su último informe epidemiológico: son dos líneas, una roja que corresponde a los mayores de 80 años, y otra azul que refiere a los menores de esa edad que, con el paso del tiempo, van siguiendo un recorrido casi idéntico. Pero a partir de la semana epidemiológica 18 (segunda semana de mayo de 2021) “las series divergen, la incidencia en menores de 80 años comienza a aumentar, mientras que en la población de 80 y más años de edad se mantiene el descenso de la incidencia”. Eso coincide con que, para entonces, más del 82% de los adultos más mayores había recibido al menos la primera dosis de Pfizer, una vacuna cuya capacidad de corte de la transmisibilidad ha sido reportada en ensayos clínicos.

Casi dos meses antes del desacople de los adultos mayores, en el Ministerio de Salud empezaron a observar cierto crecimiento de los contagios en niños y adolescentes jóvenes. Incluso el ministro Daniel Salinas advirtió sobre esta tendencia en una reunión de gabinete y comentó que era probable que estuviera incidiendo la variante P1, que por aquel entonces se había hallado en siete departamentos. Tras aquel Consejo de Ministros, en el que se determinó el cierre de escuelas y jardines, Leonardo Cipriani, presidente del directorio de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), había señalado a El País: “Esta variante P1 está claro que cambió el escenario epidemiológico del país y puede estar afectando a nivel de los niños”.

Pasó el tiempo y, hasta el momento, la ciencia no encontró evidencias para tal aseveración. El catedrático de Enfermedades Infecciosas Julio Medina publicó un informe, en base a datos de Manaos (Brasil), en el que se observaba un aumento de la transmisibilidad por la variante P1 y un crecimiento de los contagios en la población más joven. Otro estudio, difundido por la epidemióloga Silvia Guerra y con información de Paraná, mostró lo mismo. Pero en ningún caso fue concluyente y mucho menos para los menores de 15 años, cuyos casos en Uruguay también crecieron.

Galiana entiende que la P1 hace que la infección sea “más frecuente” pero “no más virulenta en cualquiera de las edades”. Eso, dice el pediatra, hizo que, “como aumentaron los casos, también aumentó la aparición de casos más graves”. Dentro de esos casos “graves” se incluye el síndrome inflamatorio multisistémico pediátrico (MIS-C, por su sigla en inglés), que tiene afectación en algunos niños que transitaron la enfermedad del COVID-19.

El aumento de los contagios en niños siguió al alza durante los casi tres meses de escuelas y liceos cerrados. Ante tal evidencia, Galiana, quien firmó los documentos del grupo de científicos que asesoran al gobierno en el que se reclamaba la vuelta a la presencialidad, insiste: “¿Para qué vamos a limitar las escuelas si, cuando no hubo escuelas, no cambió la tendencia y hasta se incrementaron los contagios en la comunidad?”.

Fuentes del Ministerio de Salud explicaron que “los casos en niños traducen una situación viral: no se contagian en la escuela o en el liceo, sino en la casa”.

Hoy comienza la vacunación contra el COVID-19 dirigida a los adolescentes, con la que las autoridades buscan una inmunización antes de empezar las clases presenciales, y con el fin de asegurar una mayor continuidad educativa.

La matemática María Inés Fariello coincide en que “los casos (de contagios en menores) no bajaron cuando no hubo clases (presenciales)” y en que la vacunación sería determinante en el corrimiento a la baja de la edad de vacunación.

Vacuna contra el coronavirus. Foto: Leonardo Mainé.
Vacuna contra el coronavirus. Foto: Leonardo Mainé.

Pero la científica, una de las que más ha seguido el estudio de la marcha epidemiológica, agrega otra posible hipótesis: “Puede que haya un sesgo en el testeo: antes tal vez había quienes preferían cuarentenar al hijo, no hisoparlo, y que se quedara adentro de la casa porque igual era asintomático. Ahora el testeo es más masivo. Por ahora son solo observaciones”.

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