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La mitad de los uruguayos accede a una muerte digna

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En todo el país hay cuidados paliativos, pero aún no llega a toda la población que los necesita. Foto: Shutterstock

SALUD

Los cuidados paliativos están extendidos en Montevideo pero son escasos en el interior.

La muerte es igualitaria: más tarde o más temprano les llega a todos. A veces, como cantaba El Sabalero, lo hace "sin avisar", y otras veces se empecina en anunciar su arribo traducido en sufrimiento. Es entonces cuando detrás de esa fachada de paridad se vislumbran las desigualdades: no todos tienen una muerte digna, en especial no la tienen en el interior del país.

La mitad de los uruguayos que lo necesitan acceden a cuidados paliativos, término con el que la Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la prevención y alivio del sufrimiento previo a la muerte. Pero mientras en Montevideo el acceso englobó a nueve de cada diez pacientes en 2017, en otros departamentos —como Rivera, Treinta y Tres, Tacuarembó y Cerro Largo— no llegó a dos de cada diez usuarios.

El Ministerio de Salud Pública (MSP) estima, en base a una encuesta realizada a los prestadores, que fueron 16.250 los uruguayos que hubiesen necesitado cuidados paliativos en 2017. De esa población, la mitad (8.206) efectivamente accedió a las prestaciones.

En Uruguay "toda persona mayor de edad y psíquicamente apta, en forma voluntaria, consciente y libre, tiene derecho a oponerse a la aplicación de tratamientos y procedimientos médicos salvo que con ello afecte o pueda afectar la salud de terceros". Así lo establece la ley 18.473, que en una semana cumplirá su décimo año de vigencia. Pero la misma normativa aclara que esa anticipada voluntad no puede ser contraria al recibimiento de cuidados paliativos, los que se entienden como un derecho.

¿Cómo es posible, entonces, que la mitad de los uruguayos que lo necesitaron no accedieron a ese derecho? La responsable del Área Programática de Cuidados Paliativos del MSP, Gabriela Píriz, había explicado a La Diaria que "en Latinoamérica, Uruguay es el mejor país en cuanto al desarrollo de cuidados paliativos".

Y que hace cinco años, cuando comenzó a funcionar el área programática, la cobertura alcanzaba apenas al 18% de los que la necesitaban. Por aquel entonces, en más de la mitad de los departamentos no había ningún tipo de prestación de cuidados paliativos.

Esta situación "ha cambiado significativamente" ya que se extendió a todo el país, dice el informe del ministerio al que accedió El País. Pero muchos prestadores aún no tienen "la cobertura completa de patología oncológicas o las modalidades de asistencia que aseguran la continuidad: internación, domicilio y consultorio, guardia telefónica".

Si bien existe una diferencia de cobertura entre los prestadores públicos y privados (en ASSE es un poco inferior), la mayor desigualdad es territorial. De los 36 prestadores ubicados en el interior, hubo 27 que dieron cuidados paliativos a menos de la mitad de los que lo necesitaron (están por debajo del promedio nacional).

"Esto es algo que la sociedad uruguaya conversa poco: no se habla de la muerte, todos sabemos que va a pasar pero no estamos en condiciones de asumir cómo nos gustaría que sucediera", dijo tiempo atrás el ministro de Salud, Jorge Basso. Y concluyó: "En el entorno de cada uno de estos pacientes graves hay ocho personas, entre familiares y colaboradores, (por lo que) tenemos por delante el desafío de hablar del tema".

Los desafíos de una vida más larga

El esposo mató a su mujer, o simplemente le dio un digno final: todo depende de cómo se vea. María José Carrasco llevaba 30 años de una esclerosis múltiple que, poco a poco, le fue quitando todas sus fuerzas. Desde hace años venía luchando por suicidarse y, cuando ya no lo podía hacer por sus propios medios, se había convertido en un símbolo para la aprobación de la eutanasia en España. Hace una semana, con la ayuda de su esposo Ángel Hernández, tomó unos sorbos de pentobarbital sódico y acabó con su vida. Don Hernández grabó todo en un video que ya lleva millones de visitas en YouTube y que ha conmovido a la sociedad española. Las distintas encuestas de opinión pública que han salido a raíz del caso, muestran que la población suele aprobar la eutanasia ante casos de una enfermedad grave, pero es más discutible cuando el motivo son las nanas de la vejez. Eso abre un desafío ante sociedades cada vez más envejecidas. Los uruguayos, por ejemplo, han aumentado en más de 20 años su esperanza de vida al nacer en el último medio siglo. Y, por tanto, son los debates que se impondrán.

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