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Comienzan a cerrar camas en CTI ante la baja de internados con COVID-19

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Funcionarios de la salud atienden a un paciente en un CTI. Foto: AFP
Health workers take care of a patient next to a private isolation room where lies the corpse of a patient who died of coronavirus, at the Covid-19 Intensive Care Unit (ICU) of a private hospital in Montevideo, on June 04, 2021. - Uruguay has the highest number of Covid-19 deaths per capita in the world in the last 14 days, there is an increase of 11% from the last 7 days according to AFP's database (Photo by Pablo PORCIUNCULA / AFP)
PABLO PORCIUNCULA

LA MARCHA DE LA PANDEMIA

El Ministerio de Salud Pública (MSP) decidió que se comenzaran a desmontar camas de CTI, luego de que en las dos últimas semanas se notara una disminución importante en la cantidad de internados.

En el Ministerio de Salud Pública (MSP) creen que Uruguay está en una “nueva etapa”. Sostienen que los números de los últimos 15 días demuestran que hay un “repliegue” del COVID-19, y que siendo así es hora de que los centros de salud empiecen a parecerse un poco más a lo que eran antes del 13 de marzo de 2020.

En este sentido, la Dirección General del Sistema Nacional de Salud (SNIS) lleva adelante un plan que implica cerrar ya algunas camas de cuidados intensivos, para así volver a abrir otras de cuidados moderados necesarias, por ejemplo, para pacientes que salgan de intervenciones quirúrgicas.

“Empieza una nueva etapa. Esto no quiere decir que podamos descuidarnos, hay que seguir atentos. Pero si se llega a volver a dar una situación difícil, sabemos que podremos contenerla. Dijimos que los CTI no se iban a saturar y efectivamente eso se confirmó”, señaló a El País el director del SNIS, Luis González Machado.

En una semana, desde el domingo 11 de julio al domingo 18, la ocupación de camas de CTI en todo el país disminuyó un 25%, pasando de 151 a 111. El récord fue el 28 de marzo, cuando se llegó a 560.

La cartera de Salud Pública tiene un sistema para medir la ocupación de los CTI de acuerdo a colores que marcan el nivel de alerta. Si se tiene menos del 20% de las plazas ocupadas -y esto incluye tanto a pacientes Covid como a los internados por otras patologías- se considera que se está en color verde. Dos departamentos llegaron a estar así el viernes pasado, pero ayer no había ninguno en esta situación. “Esto cambia a cada hora”, advirtió González Machado.

Cuando se llega a tener menos del 50% de ocupación el color pasa a ser el amarillo. El viernes había cuatro departamentos así, pero ayer a la tarde eran ocho. Se trataba de: Cerro Largo, Durazno, Lavalleja, Maldonado, Lavalleja, Salto, Tacuarembó y Treinta y Tres.

El resto de los departamentos estaban, según la capacidad de sus CTI, en color naranja, lo que implica que la ocupación era mayor al 50% y menor al 85%. Ninguno de los departamentos y ninguno de los 54 CTI del país estaban ayer en nivel rojo que equivale a una ocupación mayor al 85%, algo que sí llegó a suceder en varios lugares en los últimos meses.

“En situaciones normales, antes de la pandemia, se estaba siempre entre 75% y 85% de ocupación. Esta situación la podemos considerar muy buena”, sostuvo el director del SNIS.

Funcionaria de la salud aplica una dosis de la vacuna contra el COVID-19. Foto: Leonardo Mainé
Funcionaria de la salud aplica una dosis de la vacuna contra el COVID-19. Foto: Leonardo Mainé

Menos camas.

Uruguay llegó a tener 1.100 camas de CTI operativas en los meses más difíciles, pero debido a la disminución de internados por COVID-19 ya se decidió cerrar algunas de ellas y hoy hay unas 1.000.

El plan del gobierno es que los centros sigan por el mismo camino y llegar a una cifra de 800 para fin de año, la cual luego se mantendría en el tiempo con o sin pandemia. Antes del 13 de marzo, cuando aparecieron los primeros casos de COVID-19 y fue decretada la emergencia sanitaria, las camas de CTI en todo el territorio eran 625.

De las 1.000 que hoy siguen en funcionamiento, hay 36 que están bloqueadas por tareas de mantenimiento o falta de recursos humanos. Con esto, entonces, ayer había 964 disponibles y de estas 560 estaban ocupadas -111 por pacientes Covid- y 404 libres. De estas últimas, 125 están en condiciones de recibir a personas que padezcan el virus, o sea que están preparadas para usuarios para los que se necesita aislamiento.

Sala de CTI. Foto: Archivo El País
Sala de CTI. Foto: Archivo El País

“La idea de pasar de 1.100 a 800 camas tiene que ver con desarmar 300 que puedan servir para pacientes quirúrgicos, que son los que van a tener más actividad ahora”, dijo González Machado.

En los primeros meses de la pandemia el MSP donó equipos de respiración mecánica, ventiladores y monitores a ASSE, y los entregó a las mutualistas a cambio de un plan de pago a largo plazo. Los equipos que hoy se desmonten debido a la caída de la cantidad de pacientes internados en CTI serán almacenados hasta nuevo aviso.

En tanto, de a poco también están ya volviendo a sus roles originales los 2.000 enfermeros y 700 médicos que no trabajaban en los CTI, pero empezaron a cumplir tareas en ellos dado el aumento exponencial de casos. Esto se está haciendo de forma progresiva porque, también, se están liberando licencias para el personal que venía trabajando en las salas de cuidados críticos sin descanso desde hace meses.

González Machado fue enfático a la hora de advertir que, en caso de que se deba volver a las 1.100 camas operativas porque una nueva variante implique una multiplicación de las internaciones, “está todo listo para hacer esto de la manera más rápida posible”. Sin embargo, advirtió, “es difícil que volvamos a la situación de la que salimos”.

“La coordinación evitó la saturación”

Luis González Machado sostiene que si los CTI no se saturaron es porque se llevó adelante un plan de acción que evitó que esto sucediera. Entre otras cosas, destaca el seguimiento que fue llevado adelante por el Sinae, ASSE, las mutualistas, la SUMI y la Dirección General de Salud. “Nos reunimos todas las semanas, nos hablamos por teléfono y nos escribimos por WhastApp las 24 horas del día”, sostuvo el director general del SNIS. A partir de esta coordinación, cuando un centro se quedaba sin camas se activaba un operativo para llevar adelante los traslados necesarios. Un cambio que se implementó fue que los pacientes con COVID-19 podrían ser internados en cualquier otro centro, sea público o privado, en caso de que no hubiera lugar en su prestador.

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