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La salida

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Comercios cerrados en 18 de Julio. Foto: Marcelo Bonjour
Carteles de se alquila en locales comerciales cerrados sobre Avenida 18 de Julio en Montevideo, a causa de la crisis economica por la pandemia de coronavirus Covid19 en Uruguay, ND 20210112, foto Marcelo Bonjour - Archivo El Pais
Marcelo Bonjour/Archivo El Pais

LA COLUMNA DE PEPEPREGUNTÓN

Desde los dos extremos del sistema político se plantean “soluciones” para atender la crisis económica derivada de la emergencia sanitaria.

El Frente Amplio y el Pit-Cnt reclaman que se pague una “renta básica universal” a todos quienes han visto afectados sus ingresos por la pandemia. Una solución “a la Argentina” que, en la vecina orilla, no sólo no ha servido de mucho, sino que se ha financiado con una emisión descontrolada y se está pagando ahora con una inflación que nadie sabe bien cómo frenar.

¿Cuántos deberían cobrar ese subsidio? ¿De cuánto sería esa renta? ¿Por cuánto tiempo? No está claro. ¿Y cómo se financiaría ese gasto? Con más endeudamiento. O con algún punto más de déficit fiscal.

En el otro extremo, Cabildo Abierto le pide al gobierno que asista de manera urgente a las pequeñas y medianas empresas, para estimular el empleo. Pide un trato diferencial para el pequeño y mediano productor y empresario, para que no bajen la cortina.

¿Cuánto cuesta? Unos cuatro puntos porcentuales del PIB, parece. ¿Y eso cómo se paga? ¿Con más endeudamiento? ¿O con más déficit?

La situación es compleja. Y, por tanto, no hay soluciones fáciles. Es fácil aumentar el gasto. Lo difícil es enfrentar las consecuencias de hacerlo. ¿Quién va a invertir en un país con un déficit fiscal en alza y cada vez más personas dependiendo de un ingreso del Estado? Y si nadie invierte, ¿cómo se va a generar empleo? ¿Quién va a contratar? ¿El Estado?

El gobierno no la tiene fácil. Pero parece claro el camino. Ni subsidios al barrer ni asistencias económicas que después se pagan caro. Hay que reactivar el país, pero no a cualquier costo.

Hay que optar. Y ser responsables. De hecho, el gobierno ya trabaja con empresarios y consultores en un ambicioso programa de infraestructura de fuerte impacto, capaz de generar 11.200 empleos directos anuales durante los próximos tres años.

¿Por qué empezar por allí? Fácil. La construcción explica en forma directa un 10% del PIB y un 8% del empleo en Uruguay. Si el sector se reactiva, muchas actividades asociadas también lo hacen. Y no sólo las que tienen que ver con una obra. También el pequeño comercio. El almacén y la panadería del barrio. Porque esos obreros y sus familias mejoran sus ingresos. Y consumen. Y van a un shopping o al cine. Y la economía se empieza a mover.

¿Alcanzará con eso? No. Hay sectores, como el del turismo y el entretenimiento que la han pasado y la están pasando muy mal. Y habrá que asistirlos, reperfilando sus deudas, para que sigan de pie. Porque cuando vuelvan los viajes, los encuentros y las fiestas, con ellos volverán el empleo y la actividad.

Lo demás vendrá, sí o sí, de la mano de las inversiones. Sin inversiones no habrá empleo. Uruguay ha dado, en la pandemia, señales al mundo de que es un lugar en el que vivir, en el que residir y en el que invertir. Pocas veces tantos miraron, en la región y el mundo, al Uruguay.

Es tiempo de aprovecharlo. Y de entender que sin inversión no habrá futuro.

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