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Salen a luz miles de ornamentos colgantes en edificios y casas

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Edificio céntrico de las calles Río Negro y Uruguay. Foto. M. Bonjour
Cupula, torre de edificio; ND 20161122 foto Marcelo Bonjour
Archivo El Pais

Detalles de una arquitectura que trepan hasta las nubes.

En una gran cantidad de edificios y también en casas de Montevideo, no solo de la Ciudad Vieja, el Centro y el Cordón, sino de otros múltiples barrios, desde la Unión hasta Reducto, aparece en las fachadas un sinúmero de ornamentos, de artesanías que revelan un espíritu lúdico y hacen suponer lo barata que era la mano de obra un siglo atrás.

Caminando con tiempo y paciencia puede contemplarse una variedad increíble de imágenes. Hay figuras que resaltan más de la mitad de su grosor sobre los muros y otras en donde la tercera dimensión se comprime, quedando a escasa profundidad, como los próceres de las monedas.

Bajo la guía del arquitecto Alejandro Artucio, Lisette Masoni, Alicia Marco, Carlos Ortiz y Daniel Viñoly presentan ahora ese mundo casi soterrado, en un libro gigantesco, que supera las 550 páginas y contiene 2.000 fotografías de los detalles decorativos de la arquitectura antigua de Montevideo.

"La selección de tales registros y la sensible intencionalidad de sus enfoques, pone de relieve lo que una distraída mirada a menudo no percibe, posibilitando una gratificante aproximación a la muy variada colección de elementos ornamentales que caracterizan y enriquecen estéticamente nuestros entornos urbanos", dice Mariano Arana en el prólogo.

Paso a paso.

Los cuatro amigos convocados por Artucio para esta labor no son arquitectos pero comparten la afición por los ladrillos y la fotografía. Los cinco trabajaron a la par durante dos años, repartiéndose la ciudad en sectores, con libertad absoluta para realizar cada una de las tomas, que a la postre no aparecerían en el papel como obra de tal o cual autor, sino como tramos de una sinfonía colectiva.

No quedaron consideradas en el libro las edificaciones públicas, como el Palacio Legislativo o la Estación de AFE. Las molduras que proyectan por ejemplo figuras de animales, entre ellos leones y águilas, o de guerreros y mujeres, emergen en construcciones civiles privadas, la mayoría poco conocidas, aunque no se omite obras icónicas, emblemáticas como el Palacio Salvo, el Soler o el Rex, que demandan más de una página. Otro de los gigantes, si bien con menos prensa, es el Palacio Marexiano (ex Casa Schiavo), un edificio de apartamentos y comercio ubicado en la calle Río Negro y Uruguay. Ocupa ocho páginas y la tapa del libro.

Al optar por imprimir en blanco/negro, los autores buscaron ocultar el vandalismo o degradación sufrido por balcones, puertas y paredes de mayor o menor peso patrimonial. Pero no hay ningún otro maquillaje, al punto que saltan a la vista curiosidades que dan cuenta de estos tiempos.

Una toma impagable es el equipo de aire acondicionado que oculta parte de las piernas de una de las féminas que posa de espaldas en el Palacio Vaccaro de la Avenida General Flores.

Más allá de esto, y como apunta en la introducción del libro Carlos Ortiz, "guirnaldas de vegetales, flores y frutas, así como cintas y cartelas" vinculan muchas veces entre sí las figuras que moldearon los yeseros, "otorgando ritmo y movimiento a la composición".

De cerca.

"Yo estudié en un momento en que en la Facultad de Arquitectura lo que no era moderno más bien había que ponerle una bomba", cuenta Artucio a El País.

"Egresé en 1960 y por entonces edificios magníficos, como el del Café Montevideo en 18 y Yaguarón, eran mala palabra. A pesar de eso, a través del tiempo uno evolucionó y empezó a pensar mucho en esa arquitectura. Hasta ahora, mientras hacíamos las fotos, me encontré con cosas muy hermosas que nunca había visto, a dos o tres cuadras de mi casa. Si seguimos caminando habrá que hacer cinco tomos".

Antes de este libro, Artucio publicó otro con 1.800 fotos de fachadas de Montevideo que representaban también una gran variedad de estilos de arquitectura, hasta 1920. Pero no contenía imágenes de detalles.

El coleccionista nato que llegó a director del Museo del Azulejo.

En la decoración de las fachadas de edificios y casas de Montevideo no han quedado demasiados azulejos, otra pasión del arquitecto Alejandro Artucio. Él comenzó a adquirir piezas de ese tipo en 1964, recorriendo casas a punto de ser derrumbadas y barracas de demolición, contactándose con otros coleccionistas locales y después, con directores de diversos museos del mundo.

Artucio se define como un coleccionista nato; de chico juntaba tapitas de botellas, caracoles, cajas de fósforos, o aviones de armar.

"Lo de los azulejos fue un poco casual. Empecé un día cuando descubrí que iba a ser demolida una casa colonial de 1820, en la calle Reconquista. Me moví bastante para evitar eso, pero no lo conseguí. Lo que sí me dio el demoledor —de regalo— fueron algunos azulejos y la puerta de la casa", recuerda Artucio, quien terminó dándose el gusto de fundar y dirigir el Museo del Azulejo de Montevideo, que estuvo desde 1998 en Pocitos y tiene hoy su sede en la calle Yí 1444. La edificación de estilo moderno pero con ingredientes art déco, fue curiosamente mandada construir en 1932 por el padre de Alejandro Artucio y proyectada por un primo mayor, el arquitecto y reconocido profesor universitario Leopoldo Carlos Artucio. Allí se exhibe una colección de más de 5.000 azulejos.

Entre 1996 y 2013, Artucio publicó más de un libro dedicado al azulejo en el Río de la Plata.

INTIMIDADES A FLOR DE PIEL.

Aguada - Calle Minas.

En un primer vistazo no pocos han pensado que se trata de una foto que capta un detalle de un palacio, el Legislativo por ejemplo. O una de las mansardas en donde se encuentra el Museo del Gaucho. Sin embargo, no es más que una construcción sobre la azotea de una casona ubicada en la calle Minas, en donde mucho sí se invirtió en ornamentación.

Parque Rodó - Calle Müller.

Al final del libro hay un pliego dedicado a mostrar detalles de puertas y balcones de viviendas de Montevideo. Pero antes, las puertas tienen su espacio para evidenciar qué las rodea. Como es el caso de la fantástica Casa del Fauno, que ocupa el Centro de Farmacias del Uruguay, en la calle Lauro Müller. Es sorprendente la carga ornamental.

Cordón - Calle Colonia.

En la calle Colonia 2073 al 2079 quedan vestigios de la fabulosa fachada, con su histórico reloj, del Gran Emporio de Cafés y Tes que impusiera en Montevideo "El Chaná", empresa que con la imagen del indio también hiciera furor en la primera mitad del siglo XX con sus famosos carros alegóricos de Carnaval, que siempre obtenían el primer premio.

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Edificio céntrico de las calles Río Negro y Uruguay. Foto. M. Bonjour

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