Publicidad

La retirada: el fin de los carritos

Compartir esta noticia
Los clasificadores perdieron gran parte de su mercado al tener vedado el acceso al Centro y Ciudad Vieja.
DARWIN BORRELLI

Carros tirados por caballos cargados de bolsas de basura, montones de cartones y botellas de plástico; en ellos, familias enteras recorriendo los contenedores.

La imagen es, tristemente, una postal más de Montevideo. A pesar de la bonanza económica, los capitalinos se acostumbraron a ese paisaje. Sólo unas pocas voces, cada tanto, se cuestiona su existencia. Por ejemplo, cuando los animales caen muertos en plena calle o son protagonistas de un accidente de tránsito.

Sin embargo, ahora parece que se acabó su tiempo. Unos 2.000 clasificadores –la intendencia sostiene que son unos 700– han comenzado lentamente a dejar las calles. En algunos barrios su ausencia es notoria. Además, entre los jerarcas actuales y los candidatos a la IMM hay consenso:_en menor o mayor plazo hay que poner fin a este sistema de recolección y clasificación.

¿Qué sucedió? La comuna capitalina dio el primer gran golpe a los carritos al cerrarles el Centro y la Ciudad Vieja, lugares donde obtenían, de los comercios e industrias, los residuos más valiosos. En esa zona se instalaron contenedores especiales para clasificar, los cuales son cerrados y no permiten que los hurgadores revisen qué hay adentro.
Además, en esos dos barrios se ejerce un amplio control policial.

Quienes entran son detectados a través de las cámaras de seguridad del Ministerio del Interior y en pocos minutos les confiscan los carros. Los clasificadores dicen que ya son más de 20 los que tuvieron que retornar a sus hogares con el caballo a tiro. “Más de 400 personas recorrían el Centro y la Ciudad Vieja y se vieron afectadas por las medidas de la intendencia. No se dio ningún tipo de ayuda, sólo hubo restricciones y exclusión”, explicó a El País Carlos Silva, presidente de la Unión de Clasificadores de Residuos Urbanos Sólidos (Ucrus).

Así, el problema está lejos de solucionarse. Las salidas que se han dado a los clasificadores no han sido suficientes, y las plantas de clasificación de residuos solo emplean a 130 personas, cuando se estima que entre 1.000 y 2.000 se dedicaban a la clasificación callejera.

(Lea el informe completo en la edición impresa de El País o suscríbase aquí a la edición digital)

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Los clasificadores perdieron gran parte de su mercado al tener vedado el acceso al Centro y Ciudad Vieja.

Se van pero siguen ahíANDRÉS ROIZEN

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

que pasaIMM

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad