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Preso por huella en un refresco

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El delincuente tomó un refresco y dejó grabada sus huellas dactilares. Foto: El País

En la medianoche del 10 de febrero, dos sujetos llegaron en una motocicleta a un restaurante ubicado en las calles Melo y Clemente César, en la zona del Reducto.

Era un día entre semana, más precisamente un martes, y el negocio se aprestaba a cerrar sus puertas al público. Los delincuentes ingresaron armados y decididos. Rápidamente, dominaron a dos personas que permanecían en el lugar, a las que obligaron a tirarse al suelo y permanecer boca abajo.

El dúo, siempre mediante amenazas, pudo hacerse de la recaudación y el dinero de las víctimas. También se llevaron una laptop, un teléfono celular y una motocicleta.

El local no contaba con alarmas ni cámaras de seguridad, por lo que hasta allí todo podría haber terminado como una rapiña más, de las que no logran aclararse en Montevideo. Y de las que cada vez más los locales comerciales vienen siendo víctimas. Sin embargo, uno de los delincuentes cometió un error.

Lo traicionó la sed.

Aunque no es común que la policía técnica busque y tome registros de huellas dactilares en las escenas de los delitos "habituales" o que no implican violencia física, esta vez la historia fue diferente. Uno de los delincuentes tenía sed; tomó una botella de refresco y apuró algunos tragos antes de fugar con el botín.

En ese preciso momento, traicionado por la sed, dejó la evidencia que a la postre lo delataría: sus huellas dactilares.

En las últimas horas, y al cabo de un trabajo conjunto entre Policía Científica y la Dirección de Información Táctica, se estableció que las huellas recogidas correspondían a un recluso de nombre William Joel López Quintero, uruguayo, de 21 años, que había sido procesado el pasado 22 de mayo por "un delito de rapiña especialmente agravado".

Informado el juez en lo Penal de 13 er. Turno, éste dispuso que López Quintero fuera llevado a su despacho. Al cabo de la audiencia, el delincuente fue procesado con prisión por la comisión de un delito de rapiña especialmente agravada.

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El delincuente tomó un refresco y dejó grabada sus huellas dactilares. Foto: El País

Asaltó un restaurante y al tomar una botella dejó la prueba que lo incriminó

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