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Yamandú Orsi: "Si hay acatamiento, lo mejor es el camino del gobierno"

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Yamandú Orsi. Foto: Archivo El País

LA ENTREVISTA DEL DOMINGO

Es partidario de tener “paciencia” con un gobierno que recién se instala y asegura que desde la izquierda se debieron guardar los discursos cuando apareció en escena el coronavirus.

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El exintendente de Canelones Yamandú Orsi tiene un estilo propio dentro del Frente Amplio. Es partidario de tener “paciencia” con un gobierno que recién se instala y asegura que desde la izquierda se debieron guardar los discursos cuando apareció en escena el coronavirus. Considera que debe haber “una tregua” entre el oficialismo y la oposición, por lo menos mientras dure la crisis generada por la pandemia.

-Renunció a la Intendencia de Canelones para hacer campaña electoral y ahora se terminó suspendiendo la elección hasta octubre. ¿Está de acuerdo con la resolución?

-Se nos hace más larga la tirada a todos. No solo que estoy de acuerdo, creo que es necesario y se generó una unanimidad que viene muy bien. La diferencia estaba en si era en setiembre u octubre, pero al final quedó el 4 de octubre. Pasando el invierno creo que está bien y no es solo la elección hay que hacer una campaña electoral, por lo menos un mes. En julio no me imagino haciendo campaña y en agosto es bravo. Espero que todo se termine antes y digamos después que nos sobró el tiempo.

-¿La crisis económica y social que se vivirá a partir de esta pandemia puede ser peor que la del 2002?

-Si puede ser peor, sí, porque la economía es distinta. Esta es una crisis mucho más compleja y tiene alcance mundial. Estará difícil hasta para nuestras ventas al exterior. El comercio mundial se va a trancar y eso también va a afectar. Hay un factor que es el tiempo. De acuerdo a lo que dure la crisis sanitaria es cómo afecta después la crisis económica y social. A lo que voy es que una cosa es que tengamos dos meses de la economía semiparalizada y otra que la tengamos seis. El efecto será distinto. Pero ese equilibrio frágil entre lo sanitario y lo económico social, que es el equilibrio que trata de resolver el gobierno y hay que estar en la piel de quien está ahí para tomar las decisiones, es un equilibrio complejo. El cómo se maneja en estos primeros días esta famosa curva de contagio, creo que condiciona todo lo que viene después. Se puede parar la economía y se está parando, el tema es cuánto dura y esa intriga del tiempo es el factor que no estamos pudiendo manejar.

-Dentro del FA muchos dirigentes pidieron una cuarentena general obligatoria. ¿Está de acuerdo?

- Pero no solo el Frente, también el Sindicato Médico. Yo hablé con compañeros médicos frenteamplistas que relativizaban esa medida. Así como hay algunos que dicen una cosa, otros me dijeron otra. En Argentina por ejemplo me dijeron que con la cantidad de excepciones que existen hace que el nivel de acatamiento no sea muy superior al de Uruguay. Esto tiene que ver también con la capacidad de respuesta que tenga el gobierno a la hora de los test y de la infraestructura para sostener el sistema, ya sean los respiradores o los tapabocas. No sé si hay dos caminos, si el obligatorio o el otro. Si el voluntario funciona, si el nivel de acatamiento es bueno creo que es el mejor porque no se genera ese freno tan abrupto en la economía. Creo que en Uruguay hay una cobertura social heredada del siglo XX, donde el BPS llega a todos los rincones del país o el Sistema Nacional Integrado de Salud lo mismo. También el nivel de conectividad de internet, creo que tenemos ventajas y quizás eso nos demuestre que el gobierno estuvo en su acierto de no generar la obligatoriedad. El otro tema es la necesidad de ejercer un poder coercitivo, eso igual creo que hay que hacerlo un poco más, pero hay un límite muy delicado. Yo no soy de los que estuve siempre convencido con la obligatoriedad, capaz la realidad me demuestra que estoy equivocado. Cuando escucho a nuestro gobierno tirar la cifra de infectados y cómo va avanzando, me quedo tranquilo que no explotó.

-Tiene un papel activo en Twitter donde da sus propias opiniones y a veces no coincide con la orgánica del FA. ¿Le han pasado factura por eso?

-Con algunos coincido, yo hablo mucho con Cristina Lustemberg, por ejemplo; o bueno, el otro día cuando vi un tuit que puso Pablo Caggiani hablando del rol de Álvaro Delgado también coincidí. Con Pablo Ferreri, con el Pacha Sánchez también hemos coincidido muchas veces: el otro día cuando estuvo con el debate con Gandini también marcó ese perfil. Acá hay que tirar el muro que nos separa por lo menos por esta crisis. Lo cierto es que hay matices y no pensamos todos igual y en el gobierno veo lo mismo, veo señales de querer articular y otros salen con el hacha, como si estuviéramos en campaña electoral. Lo que sí es cierto es que hay una conducción y una cadena de mando que hay que respetar y la conducción es del gobierno y del presidente de la República. Yo puedo tener diferencias y eso no está mal, el tema es cómo planteó las diferencias. Creo que si se hace por redes es una cosa y si se hace por la vía del diálogo, que se inició hace pocos días entre el FA y el gobierno, es otra. Creo que la angustia y la incertidumbre hacen que no siempre la emboquemos, también venimos muy contaminados de la campaña electoral. Fue una campaña muy dura.

Yamandú Orsi. Foto: Archivo El País
Yamandú Orsi. Foto: Archivo El País

-En los primeros días de gobierno daba la sensación de que se seguía en campaña

-Totalmente. Cuando empezó este gobierno y planteó el tema de la suba de tarifas y el dólar empezó a crecer, entonces es lógico que el Frente Amplio como oposición se parara en las cuchillas y planteara sus discrepancias y eso está bien. Ahora cuando entró al escenario el famoso COVID-19 teníamos que haber guardado todos los discursos, porque hasta el gobierno tuvo que hacer eso. La ley de urgente consideración pasó para más adelante, me imagino que aquello de los US$ 900 millones debe estar guardado en un cajón y no se les ocurrirá desempolvarlo ahora. Cambiar de dirección y cambiar de discurso sobre la marcha nos costó. Hay que regular las ansiedades, porque además este gobierno entró el 1° de marzo.

-¿El Frente fue demasiado agresivo?

-No. Me parece que hay que hacer oposición y el FA tenía que oponerse al ajuste de tarifas y a la suba del dólar y decirlo con toda la voz. Pero, ahora estamos en otra cosa, el mundo es otro y Uruguay es otro. Ahora, en esta realidad en la que estamos no podemos operar, ni el FA ni el gobierno, como que estuviéramos en un período normal. Hay que cambiar la forma, uno aguantarse de repente en lo que piensa en los temas globales y plantearlo después. No es que el Frente se puso agresivo, lo que pasó es que la realidad cambió y hay un tema de actitud, hay que cambiar la actitud. También he visto que algunos actores, por suerte no el presidente, ni los principales voceros, a veces salen como contestando ese discurso y hablan de la herencia y eso no ayudó.

-¿Es momento para poner una tregua entre el oficialismo y la oposición?

-Sí, en los temas de fondo. Tampoco estoy diciendo que nos tengamos que callar la boca. Hay que trabajar con tranquilidad y tener un ámbito donde se pueda plantear lo que pensamos. Algo que le pasó al FA es que no encontró lugar donde manifestar las cosas y creo que esta reunión con el presidente es una bocanada de aire.

-Se convocó a un caceroleo por parte del Pit-Cnt. ¿No fue una medida extrema?

-Sí, yo entiendo que es cuestionable, pero hay que entender que esta medida venía de antes que las fuerzas sociales como Fucvam, el Pit-Cnt y la FEUU convocaran. Estaba instalado y tiene que ver con la bronca por el aumento de tarifas y el tema del dólar. Cuando viene esta crisis que no podíamos salir de nuestras casas creo que no está mal que las fuerzas sociales, incluso explicitando que no era contra nadie, dijeran bueno estamos reclamando más medidas como una especie de solicitud de apoyo, de auxilio, como pidiéndole más al gobierno. Creo que lo mejor que puede pasar es que la angustia y la protesta tenga conducción, cuando no hay conducción, es solo espontánea y anárquica, el peligro es para dónde deriva. La gente por sí sola suele reclamar, lo bueno es que sean pacíficos y que tengan conducción. Es bastante delicado, más teniendo el antecedente de Chile. En Chile hubo muchos movimientos espontáneos, sin conducción que sí o sí generaron desbordes. Esto es más civilizado, entre comillas.

-¿No ve riesgo de que suceda lo mismo que en Chile?

-No, porque los partidos políticos tienen base, representatividad y son creíbles todavía. Por otro lado, las organizaciones sociales nuestras son potentes.

-¿No se profundiza con esto la grieta?

-No, no. Hay que monitorearlo igual. Por ejemplo, muchos sindicatos están colaborando, el gremio de profesores de Solymar está elaborando canastas para los gurises que tienen becas en la cantina del liceo. Hay que ser tolerantes y tener mucha paciencia tanto con el gobierno, y darle una carta de crédito, pero también con los movimientos sociales.

-¿Qué le pareció la medida del gobierno de rebajar salarios públicos de más de 80.000 líquidos?

-Me parece bien. Creo que puede completar o ampliarse. Hay mecanismos que son bastante más simples, pero bueno por algo lo habrán hecho así. Creo que por medio del IRPF se podría haber hecho algo bastante más equitativo, para que abarcara también a la actividad privada. No a toda la actividad privada le está yendo mal a alguna le está yendo mal, muy mal y otra más o menos. Yo no soy economista, pienso que se podría haber hecho algo a través del IRPF. Me parece bien, capaz que es insuficiente porque el dinero que se junta no es mucho. Teniendo el mecanismo del IRPF y tocando alguna perilla de los salarios más altos me parece que hubiera arrimado unos pesos más. Estoy de acuerdo, pero creo que le falta un esfuercito más.

-José Mujica había planteado un aporte de sueldos de más de $ 50.000

-Sí y público y privado, todo parejo. Va en la misma línea, a mí se me ocurría decir que tenemos esta herramienta del IRPF, que tiene más que ver más con la equidad. No creo que haya dos tipos de ciudadanos en el país, me refiero a los públicos y los privados.

-¿Le parece injusto el trato a los funcionarios públicos?

-No, no. No llego a pensar que es injusticia. No llegó a tanto, lo que digo es que esto no alcanza, no llega a US$ 15 millones. Es cierto que alguien que es funcionario público ve que un CEO de una empresa privada de repente gana el doble, pero bueno no sé cuántos casos de esos hay. Repito que la medida es correcta.

Autocrítica: “No hay que distraernos”

-El FA había previsto hacer una autocrítica por haber perdido las elecciones después de las departamentales. ¿No habría que adelantar esta autocrítica?

-Me parece que hoy detenernos a analizar esto cuando tenemos un país que se prende fuego por una situación como la que vivimos, me parece que hay que concentrar toda la energía en ayudar a organizar nuestra gente, en los barrios, ayudar a hacer propuestas en el Parlamento, que las leyes salgan lo más rápido posible. No hay que distraernos en temas como este. La gente no nos perdonaría que nos pusiéramos a mirar el ombligo. La autocrítica es permanente, no por zafra.

-¿Hizo autocrítica?

-Considero que la derrota se debe un poco a varias cosas. A la fuerza política que no encontró la salida cuando en el 2018 nos daban las encuestas que estábamos en el 30%. Al propio gobierno que le faltó energía y a quienes estuvimos frente a la campaña que no nos dio la fuerza para llegar.

-¿Está en sus planes ser candidato a la Presidencia?

-No lo tengo planteado como un objetivo. Pero son de las cosas que pueden aparecer y ahí nos sentaremos a ver qué pasa. Ni descarto ni confirmo.

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