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La vicepresidenta en campaña, entre Euskal Erria y Carrasco

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Beatriz Argimón. Foto: Prensa Partido Nacional.

ELECCIONES DEPARTAMENTALES

El recorrido arrancó en Euskal Erria, donde Argimón estuvo charlando con vecinos, recorriendo calles (asfaltadas y de asentamientos). Y de ahí a la coqueta esquina de Arocena y Schroeder.

La campaña electoral de cara al 27 de setiembre, aun con pandemia y postergación, siguen. Y Montevideo, además de ofrecer la disputa de la intendencia más importante del país, pone en juego puestos de alcaldes y/o alcaldesas. El municipio E -que abarca Unión, Malvín Norte, Malvín Nuevo, Las Canteras, Carrasco Norte, Carrasco, Punta Gorda, Malvín, Buceo y La Blanqueada- es uno de los más extensos de la ciudad y dentro de él se dan contrastes como el complejo de viviendas Euskal Erria y, claro, Carrasco. Hacia allá fueron, entre otras, la vicepresidenta Beatriz Argimón y la senadora del Partido Nacional Gloria Rodríguez. Había que marcar presencia para demostrar apoyo y unidad.

En el caso de Argimón (y, en menor medida, Rodríguez), ese apoyo y esa presencia se traduce en una foto tras otra con distintos militantes, saludos y pedidos. El recorrido arrancó en Euskal Erria, donde Argimón estuvo charlando con vecinos, recorriendo calles (asfaltadas y de asentamientos). Y de ahí a la coqueta esquina de Arocena y Schroeder. En ese lugar coincidieron los tres candidatos a alcalde por el Partido Nacional: Ignacio Ubilla, Mercedes Ruiz y César Raimondo.

Los equipos de los respectivos candidatos pusieron sus cosas (stands, parlantes, banderas) para hacerse notar y dialogaron con quien quisiera. “¡Acá votamos todos al Partido Nacional!”, exclamó un señor con raquetas de tenis en la mano luego de unas fotos con alguno de los candidatos, y acompañado por un grupo que seguramente iba a hacer ejercicio en el Carrasco Lawn.

Argimón, en tanto, iba de acá para allá, de foto en foto, de saludo en saludo, siempre con el tapabocas puesto (en el mismo beige que predominaba en el atuendo que había elegido para la ocasión). En una pausa se sentó a conversar brevemente con El País y en eso pasó el expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera. “Perdoname que interrumpa la conversación”, dice. “Pero... viste cómo es. El jefe es el jefe” y se intuye la sonrisa tras el tapabocas.

Lacalle Herrera, con el pelo tan tupido como cuando era joven y ya absolutamente blanco, dejó en el muro donde se sentó Argimón (“Vamos al solcito”, había pedido) las dos adquisiciones que acababa de hacer: una bolsa de salamines (“Estos son muy buenos, abrís la bolsita y te los comés, ya vienen cortaditos”) y un vino. “¿Qué vino compraste”, le preguntó un allegado. “Trapiche Malbec. De los que no son tan caros, es bueno”, contó y empezó a hablar con la vicepresidenta de aspectos organizativos de la campaña.

Dijo unas pocas palabras, se detuvo, miró el grabador y preguntó si estaba apagado: “Esto es off the record”. Luego dejó los aspectos políticos de lado y siguió hablando de cosas mundanas. Le elogió las botas a Argimón: “¡Qué buenas votaciones esas! Deben ser calentitas”, le dijo. Se subió a su camioneta y se fue.

En la esquina la situación es un poquito caótica entre autos, ómnibus y militantes, pero nada grave. Hay algarabía y confianza en que uno de los candidatos del Partido Nacional será quien triunfe. ¿Cuál? Si se le pregunta a ellos, todos dicen que ganarán, pero Raimondo acota: “Estoy trabajando para ganar, pero el trabajo que todos hacemos es para la victoria de uno”.

Habrá que esperar el resultado, pero quien salga victorioso tendrá que contemplar las disímiles realidades del municipio, en donde los extremos socioeconómicos tienen que convivir y los reclamos de los vecinos reflejan esa disparidad de condiciones de vida.

Todos los candidatos dicen ser conscientes de esos contextos, pero también todos confían en que con gestión se puede resolver mucho. La vicepresidenta se sacó las últimas fotos. Se tenía que ir. Pero los militantes siguieron un rato más, ondeando banderas, repartiendo listas y haciendo sonar folclore de los parlantes.

“La gente creyó más que los políticos”

Cuando le preguntan a la vicepresidenta Beatriz Argimón por qué va a una recorrida de campaña apoyando a los candidatos a alcalde, dice que el “tercer nivel de gobierno” es muy importante. Y después afirma: “Hace muchos años que vengo siguiendo este proceso. Fui parte de la bancada de ediles del Partido Nacional que votó la descentralización de Montevideo, allá por principios de los noventa. Estaba convencida que iba a haber un cambio sustancial, y la verdad que la gente creyó desde el principio en esto, más que la dirigencia, que tenía a la intendencia como lo más importante. Y he seguido acompañando, independientemente del lugar que ocupe. Además, me encanta militar en Montevideo. Este es un municipio muy grande, lo conozco bien porque es el mío. Y ahí, en el hecho de que es grande y tiene realidades muy distintas, está el mayor desafío para un alcalde o alcaldesa”.

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