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Otra vez la economía juega un rol clave

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Ministerio de Economía y Finanzas. Foto: Fernando Ponzetto.
Fernando Ponzetto

ELECCIONES

En 2009 y 2014 fue a favor del Frente Amplio, pero en esta elección se le volvió en contra.

"Es la economía estúpido", la frase que sintetizó el porqué el demócrata Bill Clinton venció al republicano George Bush en las elecciones de Estados Unidos se puede aplicar perfectamente a las últimas elecciones en Uruguay y a la que viene.

En la campaña estadounidense, el estratega James Carville colgó la frase -“La economía, estúpido” es la versión original- en el comando de Clinton, para centrarse en lo que le podía dar la victoria ante un Bush que tenía alta aprobación (tras la Guerra del Golfo), pero con la economía en recesión. Clinton ganó aquella vez.

La frase también sintetiza lo que pasó en las últimas elecciones en Uruguay. En 2004 el Frente Amplio llegó por primera vez al gobierno tras una de las mayores crisis de la historia uruguaya. Si bien para el año electoral el Producto Interno Bruto (PIB) mostraba un crecimiento, el desempleo (que venía en baja tras el 19,8% de setiembre-noviembre de 2002) era alto: 13,3%. Hacia octubre de 2004, la inflación era del 9,6%, la pobreza afectaba a uno de cada tres uruguayos, el déficit fiscal rondaba el 2% del PIB y la deuda era una “bomba de tiempo”: 97% del PIB en términos brutos y 67% del PIB en términos netos, además de que casi el 90% estaba en dólares y el 15% vencía en 2005. Sin contar la caída del poder de compra de los salarios.

Si la economía le jugó en contra al gobierno en ese entonces (del Partido Colorado con el apoyo del Partido Nacional), lo haría a favor del Ejecutivo (en manos del Frente Amplio) en las elecciones siguientes de 2009 y 2014. En la primera el PIB había crecido en promedio en el período 6,1%, la inflación era de 6,7%, la pobreza se había reducido a 21%, el desempleo era de 7% y el salario real aumentaba 7%, el déficit era de 1,7% del PIB y ya había mejoras en la composición de la deuda había bajado a 53% y 27% del PIB (bruta y neta respectivamente).

Además, el primer gobierno del Frente Amplio había encarado reformas importantes como la tributaria y la de la salud junto a otras que mejoraron el clima de negocios (nueva reglamentación de la ley de Inversiones, ley de Concursos, ley de Defensa de la Competencia).

Para 2014 algunos números habían empeorado (el déficit por ejemplo ya era de 3% del PIB), la economía se desaceleraba y la inflación planteaba un reto (ver gráficos), pero en líneas generales el resto de los indicadores (la baja de la pobreza y el récord de empleo) se mostraba favorable.

El actual gobierno tuvo un empeoramiento de las condiciones externas que hasta entonces (salvo la crisis global de 2008-2009) habían jugado a favor. El oficialismo sobreestimó el comportamiento de la economía al armar el Presupuesto y eso fue un talón de Aquiles.

A eso se sumó que se desataron los “paquetitos” que había dejado José Mujica: la planta regasificadora quedó en la nada al igual que la inversión de la minera Aratirí (que demandó al Estado ante la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional por US$ 3.500 millones).

Ahora la economía está estancada, el déficit se sigue deteriorando (ver gráficos) pese a un ajuste fiscal -que deshizo algunos avances de la reforma tributaria de 2007-. Esto lleva además a un deterioro de la deuda y al riesgo de perder el grado inversor (que recuperó Uruguay en 2012).

Con un desempleo más alto (se perdieron 45.000 empleos desde 2014) y un poder de compra salarial que no crece como antes, el gobierno tiene pocos números para mejorar el humor de los ciudadanos: la pobreza todavía se mantiene en un dígito y la inflación abajo del 8%.

Tampoco tiene reformas clave, ya que la agenda de la segunda administración de Tabaré Vázquez prácticamente está jugada a la instalación de la segunda planta de celulosa de UPM -la mayor inversión de la historia con US$ 2.240 millones- y poco más.

El campo -que vivió momentos excepcionales con precios récord de los principales productos- ahora tiene problemas de rentabilidad críticos en sectores como el arrocero y el lechero. Con la industria en caída y varias empresas emblemáticas que cerraron, la construcción que espera por UPM y un comercio que sufre las consecuencias de la pérdida de empleo, apenas se salva el sector de telecomunicaciones.

El gobierno aún confía en que la situación mejorará en el segundo semestre. El que gane la elección tendrá la tarea de reactivar la economía, reducir el déficit y desactivar la “bomba de tiempo” de la seguridad social.

Evolución de la inflación
Evolución de la inflación

El efecto del dólar y la visión de un banco

Desde siempre los uruguayos suelen mirar con atención el precio del dólar, principalmente cuando este empieza a subir. Es que las últimas crisis tuvieron al billete verde como un factor clave. Pero, hay que decir que en ellas, el tipo de cambio era fijo y eso suponía una olla a presión que cuando levantaba temperatura (léase el dólar no subía lo que marcaban los fundamentos económicos por tener una variación controlada) explotaba por los aires. Una de las lecciones que dejó la crisis de 2002 fue pasar a tener un tipo de cambio flotante, que se mueve (a veces más, a veces menos) en línea con lo que pasa a nivel internacional.

Además del temor que genera un salto en la cotización de la moneda estadounidense (por el mero recuerdo de crisis pasadas), está el efecto de encarecer bienes importados. En pleno año electoral, el Banco Central (BCU) debió hacer frente a un cambio de portafolio de las AFAP (pasaron de inversiones en moneda nacional a dólares) que presionó la cotización del dólar al alza. El manejo que hizo el BCU (intervención directa y recompra de deuda en pesos) permitió que la suba del billete verde fuera gradual y ordenada. Ahora, ¿qué pasará hacia fin de año? Un informe del banco brasileño Itaú para sus clientes al que accedió El País, prevé “un tipo de cambio a $ 36,50 a fines de 2019 (actualmente está en $ 35,182), ligeramente depreciado en términos reales en comparación con 2018”. Además, el banco brasileño indicó que “las últimas encuestas muestran un empate técnico entre el Frente Amplio y el Partido Nacional en octubre, y en una posible segunda vuelta el 24 de noviembre”.

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