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Historia de un día de elección: tres generaciones juntas para ir a votar

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Lázaro Munchs (96) fue a votar con su hijo Óscar (61) y su nieto Mauro (20). Foto: María Emilia Triay.

RELATOS

Aunque llueva o truene, haga frío o calor, los domingos de elecciones Lázaro está listo desde las ocho para ir a cumplir con su deber. O mejor dicho, con su derecho como él prefiere destacar.

Como en todos los días de elección, Lázaro está listo desde las ocho para ir a votar. Hoy no fue la excepción y como siempre fue de los primeros en votar porque así es como se queda tranquilo de que cumplió. A sus casi 96 años, Lázaro Munchs llegó hasta la Escuela Rural Nº 65 Colonia Juan María Pérez, ubicada en la carretera de acceso al balneario Kiyú, con su hijo Óscar (61) y su nieto Mauro (20) y saludó a cuanto conocido se cruzó.

En ese lugar funcionan los circuitos 162, 163 y 164 del departamento de San José, todos rurales. En ellos hay 777 habilitados, residentes de la zona y alrededores. Lázaro es el mayor de los lugareños, el primero de los habilitados de los tres circuitos con la credencial OEH 1455 y esta vez disfrutó del hecho de que tres generaciones de su familia votaran en el mismo local (tiene bisnietos que aún no votan).

Saludos y bromas signan el clima de quienes esperan su turno para sufragar. Es que en este lugar todos se conocen y mientras los adultos esperan y se ponen al día, los más chicos aprovechan para jugar.

Lázaro Munchs votó en la Escuela Rural Nº 65 Colonia Juan María Pérez. Foto: María Emilia Triay
Lázaro Munchs votó en la Escuela Rural Nº 65 Colonia Juan María Pérez. Foto: María Emilia Triay

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Lázaro aún recuerda cuando votó por primera vez, cuando tenía 18 años. En aquellos tiempos no había circuitos en la zona así que salía junto a todos sus hermanos a caballo hasta lo que se conoce como el monte de Méndez, en las cercanías de la ciudad de Libertad (la más próxima a Kiyú). Ahí asaban más de una decena de vacas y comían con otros vecinos para que luego los propios políticos los llevaran hasta la ciudad a votar.

Desde que se habilitaron mesas en la Escuela 65 vota allí y siempre fue tradición ir en familia. Antes iba con su esposa e hijos (Miguel, Norma y Oscar) y ahora siempre es alguno de ellos quien lo lleva. Votan juntos y luego según el día es la rutina que siguen. A veces se reúnen para almorzar pero luego cada uno va a su casa. En la época en que vivían todos en la misma casa la cosa era distinta: esperaban los resultados juntos escuchando la radio a batería (no había televisión) y generalmente la incógnita se resolvía al otro día.

Como es usual escuchar sobre todo en personas mayores, para él votar es un derecho y por la manera en que lo vive también una alegría. Ha asistido siempre, sin excepción, y recuerda la vez en que casi no lo logra. Hace 22 años su esposa estaba internada en el Círculo Católico en Montevideo y se las ingenió para llegar igual. Por tradición es del Partido Nacional y en esa oportunidad un vecino colorado fue el que le dio una mano y lo acercó los 71 kilómetros que separan a la capital del lugar, para luego llevarlo nuevamente junto a su esposa.

Mauro votó por primera vez en junio, en las internas, y en esta oportunidad acompañó una vez más a su abuelo. u201cEs algo lindo poder elegir presidente, ejercer nuestro derecho como ciudadanosu201d, confiesa.

La familia Munchs no es de hablar demasiado de política. La elección de que o a quién votar la toma cada uno, y ninguno recuerda haber interferido en las decisiones de los demás. Lázaro incluso asegura que nunca discutió por política y subraya que respeta al otro sea del partido que sea y las ideas que tenga.

Pero como todo abuelo da consejos que van más allá de la elección: siempre expresa que quiere que las nuevas generaciones no pasen las necesidades y el trabajo que las que él pasó.

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