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LA COLUMNA DE PEPEPREGUNTÓN

Un reciente estudio de la Junta Nacional de Drogas (JND) reveló que entre los jóvenes uruguayos se advierte una caída en la percepción del riesgo de consumir marihuana.

Una encuesta a la que tuvo acceso el semanario Búsqueda muestra que cada vez son menos los liceales que creen que consumir marihuana entraña algún riesgo. De hecho, el secretario general de la JND, Diego Olivera, reconoce que esta situación preocupa al gobierno, que prepara una campaña con la que procurará revertir esta tendencia.

¿Cómo piensa el gobierno hacerlo? Tome nota. Según el propio Olivera no se recurrirá a "aquello tan propio de las campañas de la época hegemónica de la guerra contra las drogas" (sic) cuando se manejaban "mensajes centrados en una visión distorsionada y demonizadora de las sustancias" (sic). No. Nada de eso. La solución, parece, vendrá por el lado de "involucrar a las familias" y a fomentar "la presencia efectiva de los adultos en la cotidianidad de los jóvenes".

¿Qué esperaba el gobierno? ¿Qué esperaba el Frente Amplio? ¿Qué creyeron que iba a suceder después de tanto trabajar para convencer a todos, especialmente a los más jóvenes, que la marihuana no era ningún demonio? ¿Qué imaginaron que vendría después de que pusieran al Estado a cultivar y vender marihuana en farmacias, y recorrer el país hablando de las bondades del cannabis?

¿No pensaron, ni por un momento, en el mensaje que estaban transmitiendo por ejemplo a los adolescentes, precisamente en esa etapa de la vida en que uno piensa que nunca le va a suceder nada, que no hay riesgos y que la vida se ha hecho para experimentar y buscar nuevas sensaciones?

¿Ahora salen estos señores a mostrar su asombro y a manifestarse preocupados? ¿Cómo no lo pensaron antes? ¿Cómo no evaluaron los riesgos del camino que estaban promoviendo antes que fuera demasiado tarde? ¿Cómo fue que decidieron experimentar con una sociedad sin medir las consecuencias? ¿Valía la pena hacerle esto a los más jóvenes para perseguir el loco sueño del Premio Nobel para José Mujica?

Y ahora, cuando el daño está hecho, cuando cada día son más los padres que luchan para sacar a sus hijos de este flagelo porque alguien los convenció, desde el Estado, que la marihuana no era ese demonio que algunos pintaban, ¿ahora le piden a esos padres que se involucren y que hagan entender a sus hijos el riesgo que conlleva el consumo?

¿Por qué no pensaron en esos jóvenes, y de paso en esos padres, antes de iniciar un camino que difícilmente tenga retorno, que ya costó caro a muchos y que está destrozando la vida de relación y de estudio de tantos de nuestros muchachos?

¿Qué fue de aquel dislate, que repetían como mantra, de que con la regulación del mercado de la marihuana le harían la guerra al narcotráfico y lo dejarían sin mercado en el Uruguay? ¿No sienten, a la luz de lo que sucede hoy, con barrios enteros tomados por los narcos y el Estado en retirada, que deberían al menos ensayar una disculpa?

¿O será que ni ellos se creían lo que decían y que, como en los sesenta, para algunos sigue vigente aquello de que "cuanto peor, mejor"? Vaya uno a saber.

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